Capítulo 9

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Aster se encontraba en la habitación de Aro, tocando tranquilamente la pieza "Nocturne No. 15 in C Minor, Op. 55 No.1" de Chopin, una de las primeras melodías que había aprendido a tocar en el piano gracias a su madre.

-¡Espléndido! -exclamó Aro con una sonrisa en el rostro, dando suaves aplausos a la trihíbrida.

Desde hacía algún tiempo, tanto los reyes como la mayoría de la guardia habían escuchado a Aster tocar el piano, pues desde hacía meses la chica lo había estado haciendo un par de horas antes de dormir, y aunque fuera dentro de su cuarto, el oído vampiro hizo de las suyas. Por eso, Aro hizo que la chica tocara para él y su esposa al menos una vez por semana.

-Gracias -respondió Aster con una sonrisa, inclinándose un poco hacia Aro, su esposa y Alec, quien era el guardia en turno de la trihíbrida.

-Querida, tal vez puedas presentarte en la cena de Navidad para tocar algunas piezas frente a todos -sugirió Sulpicia.

-¿Hacen cena de Navidad? -preguntó Aster con asombro, haciendo reír a Alec.

-Sí, la hacemos. Es un tanto... inusual, pero la celebramos -respondió el líder de los Vulturi sin perder la sonrisa-. Aunque aún faltan dos meses para ello - agregó, dando a su esposa una mirada.

-Es mejor estar preparados -dijo Sulpicia con emoción-. No creo que este año sea igual que el anterior.

-Definitivamente, ningún año lo es -respondió el rey viendo a su esposa con adoración.

Aster compartió una mirada de complicidad con Alec, y como si se comunicaran con solo mirarse, ambos salieron de la habitación después de despedirse de los reyes.

-Un concierto privado, ¿eh? -bromeó Alec, empujando ligeramente a la humana.

-Uh, no creo que eso vaya a funcionar para mí -respondió Aster siguiendo a Alec.

-¿Por qué no? Tocas excelente el piano forte -elogió el vampiro, provocando un escalofrío en la chica cuando habló en italiano.

-Es la primera vez que te escucho hablar en tu idioma natal.

-¿Crees que el italiano es mi idioma natal? -preguntó Alec burlonamente.

-¿No lo es? -preguntó una sorprendida Aster.

-Nací en Inglaterra, Kaz. Tal vez el inglés que hablaba ya no se usa, pero definitivamente no es mi "idioma natal" el italiano.

-Oh, bueno, lo hablas demasiado bien -respondió la humana con sinceridad, dándole al vampiro una sonrisa.

-Grazie -respondió el vampiro con una tímida sonrisa-. Y sobre tu presentación...

-No la haré -respondió Aster con decisión.

-No puedes negarte a una petición de los amos -dijo Alec, volviendo su mirada al camino.

-No son mis amos -respondió Aster con burla en su voz.

-Oh, olvidé que estaba hablando con la compañera del rey sádico -ahora fue Alec quien habló con burla.

Aster sintió un temblor en su cuerpo, no muy segura si era por llamar a Caius "rey sádico" o por el simple hecho de recordar que estaba en el palacio solo porque un Vulturi era su compañero.

-Hey, tranquila, solo bromeaba -dijo el vampiro después de ver la cara de quien ahora consideraba su amiga.

-No es una broma cuando lo que dices es real -respondió la trihíbrida, con la mirada perdida-. Soy compañera de Caius.

Y aunque lo que había dicho parecía una afirmación, sonó más como una pregunta.

Alec se quedó quieto, escuchando cómo a lo lejos venía el rey del que hablaban. Como de costumbre, había escuchado toda la conversación entre la trihíbrida y el vampiro. Aunque Alec creía que Caius pediría que se alejara de su compañera como siempre lo hacía, el rey simplemente pasó junto a ellos, lanzándole una extraña mirada a Aster antes de continuar su camino.

-Vaya -murmuró Alec, realmente impactado.

-¿Él escuchó todo? -preguntó Aster a Alec, temiendo ser descubierta, porque, aunque para ella su charla había sido bastante trivial, excepto la última parte, le había causado una pequeña crisis existencial.

-No lo sé -respondió Alec mintiendo, sabiendo que el rey había estado presente en toda la conversación-. Jane vendrá a llevarte a cenar -agregó, abriendo la puerta de la habitación de Aster.

La trihíbrida solo asintió, adentrándose en el cuarto. Y cuando por fin pudo recostarse sobre la suave cama, dejó que sus pensamientos vagaran libremente.

-Si no abres la puerta en este instante, la tiraré abajo -se escuchó que exclamaban del otro lado de la puerta, mientras la tocaban sin cesar.

Aster se levantó de la cama, dándose cuenta de que se había quedado dormida al ver el reloj sobre su mesa de noche, percatándose de que habían pasado veinte minutos desde su hora de comida.

-Jane -habló una adormilada Aster, mientras se tallaba el ojo izquierdo.

-¿Por qué no atendías la puerta? -preguntó la rubia con notable molestia tanto en su voz como en su rostro.

-Perdón, me quedé dormida -respondió la trihíbrida, mirando con temor al vampiro.

-No me digas -respondió sin gracia, lanzándole una mala mirada a la chica-. Anda, la comida se enfría.

-Sé que es tarde, pero ¿podría comer en mi habitación? -preguntó Aster, tratando de seguir el paso apresurado de Jane.

-Como dijiste, es tarde. No puedes cambiar las cosas de un momento a otro -respondió Jane tajante, sin siquiera voltear a verla.

Aster se mantuvo en silencio, siguiendo a la vampira rubia, tratando de no molestarla más de lo que ya parecía estar.

Cuando llegaron al comedor, Jane hizo un gesto indicando que la trihíbrida entrara, y cuando lo hizo, Jane cerró la gran puerta tras ella, esta vez sin esperar a que la chica se sentara. Aster se acercó a la gran mesa, viendo el primer plato, una ensalada de tomate y queso mozzarella.

-Como extraño la comida de mamá -hablo Aster a la nada, tomando asiento en la fría silla, resignándose a la extravagante comida de, como todos los días, cuatro tiempos.

Aster se encontraba en su tercer bocado de ensalada, cuando vio como la gran puerta del comedor era abierta por Jane, y de por sí ya era una sorpresa que Jane "interrumpiera" su comida, fue aún más sorprendente ver a Caius entrar.

Aster no dijo nada, simplemente siguió el trayecto del rey hasta que él tomó asiento a su derecha. Caius tampoco habló, manteniendo su mirada fija en el florero que se encontraba delante de Aster, un pequeño detalle que había sido llevado a cabo bajo las órdenes de Sulpicia.

Al ver que el rey no hacía ni decía nada, Aster continuó comiendo y llamó al chef cuando su primer plato estuvo vacío, siendo reemplazado por una sopa de champiñones.

El tiempo pasó y con él, Aster terminó su comida. Cuando el plato limpio, que antes había contenido una porción de tiramisú, fue retirado frente a Aster por el chef, ella finalmente volteó a ver a Caius. Decidida a no romper el silencio, se puso de pie dispuesta a ir en busca de Jane.

-Aster, ¿podemos hablar? -dijo Caius aún sentado, sin apartar la mirada del jarrón.

Aster simplemente se volvió a sentar, ganándose una mirada del rey, quien con un gesto de mano le indicó que continuara hablando.

-He considerado lo que me has dicho y creo que debemos aclarar algunas cosas -habló el rey sin apartar la vista de los ojos azules de Aster.

-¿Quieres hablarlo aquí? -preguntó Aster con calma.

El rey simplemente negó con la cabeza, volviendo su mirada al rostro de la chica.

-¿Tienes algo que hacer ahora? -preguntó Caius. La trihíbrida negó con la cabeza, observando cómo el rey se ponía de pie-. Entonces, me gustaría mostrarte un lugar.

Ambos, a pesar de mostrar una apariencia seria y desinteresada, por dentro ansiaban llegar a ese lugar. Aster no sabía qué encontraría ni qué le diría el rey, mientras que Caius deseaba que el torbellino de emociones en su interior dejara de atormentarlo.

Seductora Oscuridad | Cauis VulturiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora