Capítulo 10

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Ni Aster ni Caius hablaron durante todo el trayecto por el castillo, pero cuando llegaron a la puerta de entrada, Caius volteó a ver a la trihíbrida con esa mirada impenetrable.

-Creo que, a partir de aquí, será más fácil si te llevo cargada -dijo el rey con voz apacible, como si el hecho de tocar a la chica no le causara ninguna reacción.

-Estás bromeando, ¿no? -preguntó la chica, sintiendo algo de incomodidad al considerar la posibilidad.

-¿Te parece que bromeo a menudo? -preguntó el rey levantando una de sus cejas, mirando a Aster con fingido aburrimiento.

Aster tan solo negó con la cabeza, tragando saliva al saber lo que ocurriría en unos momentos.

-Está bien -dijo la chica mordiéndose la mejilla interna.

Caius se acercó a la trihíbrida, y aunque su postura aparentaba estar más tranquila que un koala comiendo eucalipto, en su interior existía un gran sentimiento de desesperación por que sus manos frías tocaran la cálida piel de la chica.

Aster se moría de nervios y tenía más que claro que Caius podía oír su acelerado corazón. Cuando acercó sus manos a los hombros del rey, Caius, con impaciencia, colocó las suyas sobre la cintura de la humana, tomándose unos segundos para sentir con claridad la electricidad que un simple contacto le provocaba.

-Caius -murmuró la chica con nerviosismo, haciendo reaccionar al rey.

El rey alejo sus pensamientos, haciendo un rápido movimiento, imperceptible para Aster, haciendo que esta jadeara por encontrarse ahora a centímetros de la cara del rey, siendo cargada por este en una clásica posición nupcial.

-Sujétate bien -ordenó Caius antes de correr a velocidad sobrenatural hacia donde planeaba llevar a su compañera.

Aster cerró los ojos cuando sintió el frío aire chocar con su rostro. No era la primera vez que se encontraba en brazos de un vampiro corriendo por ahí, pero sí la primera vez que sentía que su cuerpo vibraba por el contacto de quien la cargaba. Por lo tanto, con los ojos cerrados, se permitió recargarse más al cuerpo del rey, queriendo sentir más de esa agradable sensación que el rubio le producía.

-Llegamos -dijo el rey después de algunos minutos, disfrutando la cercanía de la trihíbrida.

Aster abrió los ojos, no siendo consciente de cuánto tiempo se había quedado quieta sin querer abrirlos, tan solo por el sentimiento de seguridad que Caius le brindaba con un simple toque. Lo que sí sabía era que el viaje había sido extremadamente corto, creyendo innecesario viajar a velocidad vampírica.

Caius bajó a Aster con delicadeza, cerciorándose de que la humana estuviera bien.

-¿Dónde estamos? -preguntó la trihíbrida observando con detalle todo a su alrededor.

-Anfiteatro di Volterra -aclaró Caius en italiano.

Aster miraba lo poco que le permitía la tenue luz de la luna, admirando la belleza de la antigua arquitectura del lugar.

-¿Y podemos estar aquí? -preguntó la chica, notando a lo lejos que el lugar estaba acordonado y con letreros que seguramente prohibían el paso.

-Es un hallazgo arquitectónico reciente -dijo el rubio con cierta gracia en su voz-. Los visitantes solo pueden venir a este lugar y disfrutar de la vista panorámica... pero no, tienes razón, no se permite el ingreso.

-¿Entonces estamos rompiendo las reglas?

-Oh, pequeña Aster, con el mero hecho de ser vampiros, rompemos cualquier tipo de regla -respondió Caius, tratando de esconder una sonrisa que amenazaba con aparecer.

Seductora Oscuridad | Cauis VulturiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora