Capítulo 19 Pt.1

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Noah sin duda había logrado que los nervios de Aster disminuyeran. Ahora, después de almorzar y tocar el piano durante una hora, Aster revisaba su aspecto en el espejo antes de confirmar la hora en su reloj. Faltaban quince minutos para las cuatro, tiempo suficiente para llegar a donde Caius la había citado.

Durante el camino, la tríbrida comenzó a tararear una canción italiana que había escuchado recientemente, evitando pensar en los escenarios catastróficos y ficticios que podrían suceder en la plática con el vampiro. Mientras tanto, Caius se encontraba mirando su reloj de bolsillo, esperando impacientemente a la humana.

-Hola -dijo Aster con una tensa sonrisa, viendo cómo el vampiro guardaba algo en su bolsillo.

-Hola -respondió Caius, permitiéndose oler el agradable y embriagador aroma de su compañera.

-¡Vaya! -se sorprendió la humana al ver la decoración a su alrededor.

El jardín por sí solo era hermoso, pero Aster pudo notar ciertos detalles que habían sido añadidos recientemente para hacer su estancia más cómoda. Una mesa cuadrada pequeña con un mantel blanco, en el centro un pequeño florero con cuatro rosas rojas y una blanca, una jarra con limonada y un vaso de vidrio a un costado junto a un pequeño bol con fruta, un libro con pasta gruesa de color azul marino en una esquina de la mesa, velas esparcidas estéticamente por toda la mesa, dos sillas de madera una al lado de la otra y un par de tiras de luces colgantes alrededor del jardín.

-¿Te gusta? -preguntó el vampiro con miedo de causar una mala impresión en la chica.

-Es... -Aster se acercó a la mesa, pasando con delicadeza sus dedos sobre el libro.

Caius comenzó a sentir angustia en su congelado cuerpo, formándose pensamientos de que tal vez a Aster no le hubiese gustado lo que había planeado. Tal vez era demasiado, considerando que era la primera vez que le dedicaba tanto a algo que no fuera para él, ni siquiera se esmeró cuando le propuso matrimonio a Athenodora. O tal vez era muy simple y la humana preferiría algo más elegante.

Aster volteó a ver al rey con una sonrisa, sonrisa que se borró cuando vio la cara de Caius.

-¿Estás bien? -preguntó Aster, preocupada.

-Esto fue un error -murmuró Caius, dando un paso hacia atrás.

-¡No! -exclamó Aster, extendiendo una mano para detenerlo-. Es maravilloso, de verdad. Solo... me sorprendió. No esperaba algo tan bonito.

Caius la miró, intentando descifrar la sinceridad en sus palabras. Aster, notando su duda, se acercó más y tomó una de las manos del vampiro entre las suyas.

-Gracias -dijo suavemente, sus ojos brillando con una mezcla de gratitud y emoción-. Es perfecto.

La tensión en el rostro de Caius se suavizó un poco, y aunque no sonrió, su expresión se volvió menos severa. Le hizo un gesto para que se sentara, y ambos tomaron asiento en las sillas de madera.

-Traje limonada porque recuerdo que mencionaste que te gustaba -dijo Caius, sirviéndole un vaso.

Aster tomó el vaso y le dio un sorbo, disfrutando del sabor fresco y ácido. Se sentía más relajada, el ambiente era íntimo y acogedor. La presencia de Caius, aunque intimidante, tenía un efecto calmante en ella.

-Es deliciosa -comentó Aster, buscando mantener la conversación ligera-. No recuerdo haberte comentado que me gusta la limonada.

-¿No te gusta? -Aster entrecerró los ojos, acusando al vampiro, quien solo asintió reprimiendo el impulso de sonreír-. Bien, fue Alec quien me lo dijo.

-¿Recurriste a Alec para saber de mí? -preguntó la humana con incredulidad.

Caius analizó el rostro de Aster, dudando entre continuar mintiendo o contarle la verdad.

Aster notó la indecisión en los ojos del rey y, tomando la poca valentía que poseía, sonrió. Decidió que debía hacer las cosas con calma si quería ver cambios positivos en él.

-Sabes, cuando leía cada una de las cartas que me has dejado, imaginaba tu rostro diciéndome todo lo que escribías -Aster miró el casi imperceptible movimiento de los dedos del vampiro-. Sé que ahora es un poco diferente de lo que es escribir, pero podemos intentarlo.

Caius bajó la mirada solo unos segundos, reprendiéndose por mostrarse vulnerable. Estaba casi seguro de que la tríbrida no se burlaría de él, pero aún sentía todo nuevo respecto a su compañera. Le pareció sumamente enternecedor que Aster intentara hacerlo sentir mejor, aunque seguía dudando sobre ser completamente sincero con ella.

-Caius, he estado pensando mucho en esto... en nosotros. Sé que no es fácil para ninguno de los dos. Pero creo que... -Aster titubeó, buscando las palabras adecuadas-. Creo que debemos ser honestos el uno con el otro si queremos que esto funcione.

Caius asintió lentamente, sus ojos fijos en los de Aster.

-A veces escucho todo lo que hablas con Alec.

Aster abrió los ojos con sorpresa, no esperando aquella declaración. Cuando mencionó lo de ser honestos, hablaba más sobre sus sentimientos que sobre otra cosa.

-No solo lo de Alec -se apresuró a aclarar-. Escucho todas las conversaciones que mantienes con cualquiera de la guardia cuando estás fuera de tu habitación. Sé que no debería hacerlo, pero al principio lo justificaba con que debía supervisar las interacciones de los guardias contigo. Pero después fue meramente la manera en la que, de alguna forma indirecta, podía tener algún acercamiento contigo.

Aster analizó todas las veces que salía de su habitación, repasando en su memoria si había algún indicio de la presencia de Caius cerca.

-¡Diablos, Aster! No solo te veía dormir -soltó el rey, mordiéndose ligeramente el labio, en un claro signo de nervios-. Alejé a Alec de ti porque me daban celos al ver que se llevaban tan bien. Cuando salías al jardín, te veía a través de mi ventana. Cada vez que tocas el piano, me acerco lo más posible a donde te encuentras, con el único objetivo de escucharte con más claridad.

-Caius -murmuró la tríbrida, viendo los ojos carmesí del vampiro.

-La vez que Demetri se atrevió a ponerte una mano encima -el rey cerró los ojos por un par de segundos, como si el solo hecho de recordarlo le afectara-. Estaba a punto de acabar con su existencia. Estoy seguro de que, si no hubiera sido porque mis hermanos intervinieron, lo hubiera hecho.

La humana estaba más que sorprendida y, aunque quería decir algo, no sabía exactamente qué.

-Al principio fingía que todas mis pequeñas mañas de psicópata las realizaba únicamente porque eres mi compañera y debía protegerte de cualquier cosa o persona que pusiera en riesgo tu integridad, aunque eso resultara ser una tarea agotadora. Pero hoy, frente a ti, viendo tus lindos ojos, solo puedo decir que mis intenciones contigo van más allá de cuidarte y protegerte.

Caius, con un poco de temor a ser rechazado, puso su mano sobre la de Aster. Ella se estremeció en su lugar, sin estar segura si era por la mano fría sobre ella o por las declaraciones del rey.

-Aún quiero cuidarte y protegerte, solo que ahora, no solo espero hacer eso por ti. Quiero más, Aster.

El corazón de Aster latió más rápido al escuchar esas palabras.

-¿Qué es lo que quieres? -preguntó la tríbrida en un tono de voz bajo, el nerviosismo reflejado en sus ojos.

Seductora Oscuridad | Cauis VulturiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora