Seductora Oscuridad | Cauis Vulturi

Capítulo 19 Pt. 2

-Todo, quiero todo contigo -respondió el rey con rapidez-. Quiero algo serio contigo, Kaz.

Aster sentía que le costaba respirar, mientras Caius temía un rechazo por parte de la tríbrida, que hiciera que su primera vez siendo honesto no valiera la pena.

-No -susurró Aster con dificultad para hablar, mientras alejaba su mano de la del rey.

-Aster...

La humana se levantó de la silla alejándose de la mesa, comenzando a caminar de un lado al otro, con las cejas fruncidas y los labios presionados formando una línea recta.

-Aster, ¿te encuentras bien? -preguntó el rey con preocupación, tratando de acercarse a la chica.

-Dame unos minutos -respondió Kaz mientras sujetaba su barbilla, alejándose unos pasos del vampiro.

-Aster... -el vampiro intentó detener los pasos incesantes de su compañera.

-Estoy bien, Caius -dijo la humana, viendo al rey, tratando de tranquilizarlo para poder hacerlo ella también, si eso tenía algún sentido-. Solo... dame unos minutos.

El rey se alejó unos pasos de la tríbrida, dándole espacio. Quería verla tranquila, para él también poder relajarse.

-Tienes esposa -señaló la humana, volviendo la vista al vampiro, sin dejar de dar vueltas por el jardín.

-Lo sé -contestó el rey, acercándose un poco para sentirse cerca de la chica, sin incomodarla-. La voy a dejar, Aster.

-No, no, yo no quiero que esto afecte a alguien más -Aster se quedó quieta, mirando fijamente al rey.

-La dañaré más si continúo con ese matrimonio -Caius dio otro paso hacia Aster-. Te haré daño a ti.

Aster no dijo nada, simplemente se quedó quieta, viendo la profundidad de los ojos del rey. Caius se sintió intranquilo al ver los labios de Aster temblar, odiándose por un momento por afectarla negativamente.

-¿Qué esperabas que sucediera, Aster? -preguntó el rey con suma tranquilidad, una tranquilidad que tomó por sorpresa a la humana-. Conocías mi situación cuando llegaste al castillo, sabías que tenía esposa.

-Sí, lo sabía, y mi abuelo me explicó lo que significaba tener un compañero para los vampiros -la chica guardó silencio, buscando las palabras precisas para hablar con el rey-. Sabía lo que podía pasar, yo... era consciente, solo que... es diferente imaginarlo a que me lo estés diciendo en persona.

Caius dio un último paso adelante, quedando ahora a centímetros de ella. Podía ver cuán afectada estaba la tríbrida, y quería ser quien la ayudara a sentirse mejor, así como ella lo hacía con su sola presencia.

-¿Puedo? -preguntó el vampiro, acercando su mano al brazo de Aster, con la clara intención de tener contacto físico.

Aster asintió, sintiendo su cuerpo temblar tras el sutil toque del rey. Caius pasó su mano desde la muñeca de Aster hasta detrás de su codo, y con un poco de presión, la acercó a él, dejándola tan cerca que podía sentir claramente la errática respiración de la humana cerca de su cuello, provocando un extraño, pero reconfortante sentimiento en su interior.

-No sé lo que está pasando por tu mente ahora, Aster, pero me gustaría que hablaras conmigo. Cuéntame tus inquietudes y te prometo que las resolveremos.

El corazón de Aster latía con fuerza, y con la seguridad que le transmitieron las palabras del rey, habló.

-Nunca... yo, uh... yo no he tenido novio hasta ahora -confesó Aster con vergüenza, bajando su vista al chaleco del rey, entreteniéndose por unos segundos en sus botones dorados-. No he dado mi primer beso... no sé... no tengo experiencia en nada -Aster volvió a mirar a Caius, observando la misma tranquilidad en su mirada.

Mientras tanto, aunque aparentaba calma, Caius estaba nervioso. Más que nervioso, ni siquiera podía identificar sus emociones. Estaba sorprendido, sí, definitivamente. Aster era sumamente hermosa, y sabía que no era solo a sus ojos. Muy a su pesar, había visto cómo algunos miembros habían apreciado los encantos de la humana. Y aunque estaba algo inquieto por ser él quien fuera su primero en muchas cosas, porque claro que no permitiría que alguien más lo fuera, se sentía complacido de que ningún otro ser hubiera disfrutado de su compañera.

-Es solo que todo esto es nuevo para mí -volvió a hablar Aster, ahora con más confianza que hace un momento-. Y que la persona con la que estoy predestinada se encuentre en un compromiso de años, y, al mismo tiempo sea tan cerrado a sus emociones, es... simplemente es más de lo que creí.

-Yo también tengo miedo, Aster, pero te prometo, y solo si tú me das la oportunidad, que pasaremos cada obstáculo juntos.

-Lo quiero intentar, Caius, yo quiero intentarlo... contigo.

Aster sonrió. Una sonrisa que provocó en el rey unas inmensas ganas de besarla, pero sabía que no podía hacerlo. No solo porque sería el primer beso de la chica, y él quería que fuera especial, sino que apenas estaban aceptando abiertamente sus sentimientos y no quería asustarla. Además, aún estaba con Athenodora. Quería hacer las cosas bien, porque realmente iba en serio con la humana.

Reprimiendo sus ganas de unir sus labios con los de la tríbrida, acercó su mano al rostro de Aster, pasando ligeramente las yemas de sus dedos por la mandíbula de la chica, antes de tocar con suavidad sus labios con su pulgar, provocando un suave suspiro de ella. El rey sonrió y Aster sintió que le iba a dar un ataque cardíaco al ver, por primera vez, la sonrisa de su compañero. Sin deseos de alejarse de su cercanía, y aun con ganas de besarla, Caius, con el mismo pulgar con el que acarició los labios de la chica, presionó con delicadeza la nariz de Aster, haciendo que ella hiciera una mueca tierna que hizo al rey sonreír con más intensidad.

-Sé que aún hay muchas cosas por aclarar, pero, ¿podrías leerme un poco del libro que traes contigo? -preguntó Aster con voz tímida, en un pobre intento de tranquilizar a su corazón.

-Estaría encantado -respondió Caius, con un destello en sus ojos.

Aster sentía que, a pesar de las dificultades y diferencias, había una posibilidad real de construir algo significativo con Caius. Después de una pequeña lectura del libro favorito del rey, la tarde continuó con una conversación más fluida y abierta, y ambos sintieron que, por primera vez, realmente estaban comenzando a entenderse.