Capítulo 13

312 31 1
                                    

Caius Pov:

-¿Podrías quedarte quieto? -preguntó Athenodora desde donde se encontraba sentada.

Volteé a verla con fastidio. Últimamente, pasar tiempo con ella solo me causaba irritación.

-Muy bien, saldré -dije decidido a salir de la habitación donde me sentía tan agobiado.

-¿A dónde irás? -preguntó la vampira, interponiéndose en mi camino.

-Lejos de tu presencia, que lo único que está causando es irritarme -respondí con brusquedad, alejándome de la cercanía que había impuesto.

-Es por esa perra, ¿verdad? -preguntó con tristeza en su voz.

-¡Carajo, Athenodora! Te prohíbo que vuelvas a llamarla de esa manera -dije viéndola con odio.

-¿Me prohíbes? ¿Desde cuándo tienes el derecho de prohibirme algo? -preguntó con soberbia, mezclada con burla, mientras una sonrisa altanera comenzaba a relucir en su rostro-. Soy tu esposa.

Me acerqué a ella con rapidez, colocando mi mano en su mentón, realizando un movimiento brusco para que me mirara directamente a los ojos, borrando esa desagradable sonrisa de su rostro.

-No subestimes tu posición en este palacio. Puede que tengas el título de mi esposa, pero eso ahora no sirve de nada. Tan solo eres otra súbdita y ya, quien no tiene el mínimo poder de alterar el orden de este lugar -dije con desprecio en cada palabra que salía de mi boca-. Vuélvela a llamar a Aster de esa manera y no respondo por mis actos.

Solté su rostro con disgusto, como si su tacto bajo mi mano quemara. Athenodora me miraba impactada, como si no pudiera creer lo que acababa de hacer. Era la primera vez que la trataba así, y si no fuera por mis emociones, estoy seguro de que yo también estaría asombrado.

-Caius... -quiso acercarse a mí, lo que me hizo retroceder.

-No. Soy tu amo, y quiero que te dirijas a mí de esa manera, a partir de hoy y para siempre.

No le di tiempo de protestar. Salí de la habitación a toda velocidad, necesitaba una distracción, algo que me hiciera sentir mejor, y sabía qué lugar era ese.

Al llegar al cuarto de Aster, le pedí a Demetri que se retirara, sin ninguna amabilidad. Cuando el griego estuvo fuera del perímetro, agudicé mi oído para asegurarme de que la trihíbrida estuviera dormida. Al confirmarlo, entré en su cuarto sin hacer ruidos que pudieran despertarla.

Como todas las noches que iba a ver a Aster dormir, observé sus delicados rasgos, que hacían de su rostro la persona más hermosa que había visto nunca. Todo en ella era hipnotizante. Podría enumerar todas esas cosas que me enloquecían, pero sabía que al terminar encontraría alguna otra que me haría volver a empezar. Aunque no podía mentir, lo que más me gustaba de Aster, más allá de su mirada, era su radiante sonrisa, esa que me hacía perder la noción del tiempo.

Estaba a punto de alucinar con la gloriosa vista, cuando percibí una hoja arrugada, debajo de la mejilla de Aster. Un pequeño pensamiento de que estaba leyendo mis cartas me hizo sentir un agradable tirón en el pecho. Dejando ese sentimiento de lado, con sumo cuidado y delicadeza, moví a Aster con paciencia hacia un lado, viendo que mi visión, por primera vez en algún tiempo, me había fallado, y culpaba a Aster completamente; ella siempre robaba la mayor parte de mi concentración.

-¿Con quién querías comunicarte, bonita? -pregunté con un sentimiento amargo en el estómago, apreciando el sobre rosa arrugado.

Y aunque consideré dejar el sobre donde se encontraba, o tal vez un poco lejos para que no le incomodara y poder darle la privacidad que merecía, el sentimiento amargo de hace un momento me hizo sentir furia al considerar la posibilidad de que la carta fuera para el incompetente de Alec, quien, si no fuera por mis hermanos, ya lo habría desterrado del castillo desde hace tiempo.

-Oh, mi linda Aster, me estás haciendo perder la poca cordura que aún conservo.

Saqué las hojas que se encontraban dentro del sobre y, desdoblándolas con desesperación y fragilidad para que no notara que alguien había husmeado, encontré unas hojas blancas dobladas. Al abrirlas, me encontré con una clásica, pero peculiar y agradable a la vista, letra de molde.

"Caius,"

Tan solo mi maldito nombre hizo que quisiera gritar. No sabía por qué, pero de alguna manera, el saber que era para mí hizo que mi cuerpo se sintiera como el más torpe de los vampiros.

"Uh, no sé cómo debo empezar esto, es la primera vez que escribo una carta, así que no mentiré y admitiré que copié la estructura de las que tú me has enviado."

Y encontrándome en la seguridad del cuarto de la trihíbrida, sabiendo que esta se encontraba dormida, me permití sonreír.

"Realmente consideré muy poco escribirte esta carta, pues creo que es la única forma en que podemos comunicarnos. Como sea, no te escribo para reclamarte como en nuestra última conversación, o tal vez sí, aún no lo sé, pero una sabia persona me dijo que hablar no es la única forma de comunicarse.

Antes que nada, gracias, realmente aprecio las cartas que me has enviado. Son lindas y muy expresivas. Como segundo punto en esta carta, debo disculparme, realmente siento que no soy buena escribiendo cartas. Como dije al principio, es la primera que escribo y, aunque estoy acostumbrada a escribir mensajes de texto, una carta realmente me supera."

Aún mantenía la sonrisa de hace unos minutos, pero esto me hacía sentir una mayor ternura de la que ya sentía, recordando la torpeza que una persona de dieciocho años poseía. Estaba seguro de que, si no fuera porque era la carta de Aster la que estaba leyendo, ni siquiera la habría abierto, pero si lo hubiera hecho y hubiera leído esto, ya la habría destruido por lo pobre e insípida que era la redacción.

"Ahora, habiendo dicho esto, me gustaría que escribirnos cartas lo utilicemos hasta que te sientas más seguro para hablar en persona, ¿te gustaría? Pienso que podríamos dejar las cartas donde tú has puesto las anteriores, en mi almohada.

Y de ser así, comenzaré con lo que realmente me interesa, quiero conocerte. He estado pensando mucho en eso y considero que, igual que cualquier persona normal, lo mejor es haciéndonos preguntas. Así que comenzaré yo, será fácil, te lo prometo.

¿Color favorito?

Espero con ansias tu respuesta. Con desesperación y un poco de vergüenza,

Aster.

P.D. ¿Debo poner mis emociones al final de cada carta? Realmente no sé cómo se termina alguna, mi abuelo Carlisle terminaba sus correos electrónicos con: 'Saludos cordiales'. ¿Debería poner algo como eso?"

Estaba a punto de soltar una carcajada, pero con mi mano impidiéndolo y observando a Aster dormida, decidí que, para bien de ambos, debía retirarme ahora.

Sin sentirme seguro en mi propia habitación, considerando que Athenodora seguía allí, me dirigí a la habitación que recientemente había convertido en mi estudio privado. Era la misma habitación que había compartido con Aster el día que llegó al palacio, cuando le hice la "entrevista", una habitación que descubrí con mi compañera.

Releyendo la carta varias veces más, me debatí en cómo debía responder. No estaba en mis planes escribirle a la brevedad después de esa segunda carta. Creía, con la primera carta, que sería algo de una sola vez; la segunda carta la escribí por impulso, pero ahora que ella fue quien me escribió, no sabía cómo sería la dinámica entre nosotros de ahora en adelante, pero estaba ansioso por descubrirlo.

Seductora Oscuridad | Cauis VulturiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora