Capítulo 11

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Faltaban tres semanas para la muy esperada cena de Navidad. Aster estaba realmente sorprendida por la emoción con la que todos los vampiros la esperaban, pues no creía que los vampiros más conocidos y temidos de todo lo sobrenatural celebraran una fiesta tan común y mundana como lo es la Navidad.

-Un poco más a tu izquierda -indicaba Aster a Jane, quien se encontraba decorando el gran árbol de Navidad que estaba en la sala de tronos-. ¡Ahí, justo ahí!

Jane colocó la esfera dorada donde Aster le indicó y, con una mirada indiferente, volvió su vista a la chica.

-Pásame otro -exigió Jane, extendiendo su mano hacia Aster.

Aster le colocó un pequeño muñeco de nieve en la mano de la rubia, sonriendo al ver el pequeño muñeco en la pálida mano de la chica.

-¿Dónde lo pongo? -preguntó la vampira a la humana.

-A tu derecha, cerca del bastón de caramelo -Jane colocó el muñeco en el espacio indicado, volteando a ver a Aster antes de colocarlo en el árbol-. Sí, ahí se ve bien.

Jane solo asintió antes de dejar el muñeco donde Aster quería.

-Vaya, no creí llegar a ver el día donde ambas se llevarían bien -dijo Alec, apareciendo de repente en la habitación, haciendo que ambas chicas lo voltearan a ver.

Aster sonrió, sintiendo algo de emoción al imaginarse a Jane como alguien cercana.

-¿Quién dijo que nos llevábamos bien? -preguntó Jane con frialdad, provocando que la sonrisa de Aster decayera un poco-. Solo estoy aquí por la humana inútil.

-Yo no pedí tu ayuda -se quejó Aster con los brazos cruzados, viendo a la rubia bajar de las escaleras donde se encontraba.

-Podía ver cómo no podías tú sola -dijo Jane con soberbia.

Aster rodó los ojos, escuchando una pequeña risa por parte de Alec. Jane solo se vio fastidiada antes de salir de la habitación.

-Tu hermana es muy agradable -habló Aster con una falsa sonrisa en su rostro.

-Debes disculparla, ella adora la Navidad, pero solo no sabe cómo relacionarse con otra chica -Aster levantó una de sus cejas, viendo con una pequeña sonrisa al vampiro.

-O con cualquier persona que no seas tú -añadió la trihíbrida con diversión.

-Tienes razón -dijo Alec sonriendo-. ¿Por qué no te acompaño a tu habitación? Ya son las doce, debes ir a dormir.

Aster asintió, un tanto sorprendida al saber que estuvo cinco horas junto a Jane, no solo decorando el árbol, sino todo el salón de tronos.

-Por la mañana paso por ti, para llevarte a desayunar -dijo el vampiro después de abrirle la puerta a la humana.

-Muy bien, te veo en un rato -respondió Aster con amabilidad, sintiendo los estragos de todo lo que hizo hoy en su cuerpo.

Aster se despidió del vampiro con un movimiento de mano, viendo al vampiro sonreír, alejándose a paso humano de la habitación de la trihíbrida. Cuando Aster cerró la puerta, caminó con pesadez a su cama y, antes de poder saltar sobre esta, se percató de que había un sobre blanco con su nombre en cursiva sobre la almohada.

Con sorpresa y algo de inquietud, Aster tomó el sobre con su mano, viendo que solo tenía su nombre y no estaba sellado. Con rapidez le dio la vuelta, lo abrió y sacó de su interior un par de hojas que estaban dobladas en tres partes. Aster, con impaciencia por conocer el contenido, desdobló las hojas, yendo directamente a la última hoja para conocer su remitente, pues la trihíbrida era conocida por querer siempre saber el final de los libros, hábito que desesperaba a su abuelo Edward.

Seductora Oscuridad | Cauis VulturiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora