Capítulo 34

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Ambos reyes mantenían la mirada fija el uno en el otro, una lucha silenciosa de voluntades. Ninguno de los dos se permitiría el lujo de apartar la vista, ni de demostrar la más mínima debilidad.

-¿Qué es lo que planeas con todo esto, Aro? -preguntó Caius, directo e impaciente, acorde con la tensión del momento.

Aro no perdió la espeluznante sonrisa que había mantenido desde que llegó a aquel lugar. Al ver la desesperación en la voz de su hermano, su sonrisa se amplió, saboreando la ventaja.

-No es nada personal contra Aster -comenzó Aro, con una calma perturbadora-. Simplemente necesito lo que ella puede ofrecerme.

-No juegues conmigo, Aro. ¡¿QUÉ MIERDA NECESITAS DE ASTER?! -gritó Caius, perdiendo finalmente los estribos.

Aunque el rostro de Aro se mantuvo casi impasible, sus ojos reflejaron una leve vacilación, un destello de temor ante la intensidad de su hermano. La mirada de Caius era de pura furia, una amenaza que incluso Aro no pudo ignorar del todo.

-Aster puede hacer más muerta que viva. Tú lo sabes, Caius. Aster es solo una humana inút...

Aro no tuvo tiempo de terminar. Caius se le lanzó encima, con una velocidad y fuerza que solo el odio podía inspirar. Aro reaccionó, y ambos intercambiaron golpes, en un duelo frenético y brutal. La sala se llenó de sonidos de golpes y siseos, mientras los otros vampiros observaban, incrédulos ante la escena de aquellos dos reyes enfrentándose. A Caius no le importaba nada en ese momento. Quería venganza, y no le importaría matar a cualquiera que se interpusiera en su camino.

La pelea fue tan intensa como breve. Cuatro vampiros tuvieron que intervenir para detener a Caius, y, aun así, cada uno de ellos sufrió antes de lograrlo. Los sostenían a duras penas, jadeando y heridos, mientras Aro, con una sonrisa torcida, recuperaba la compostura.

-¿Qué planeas hacer, hermano? -dijo Aro con ironía, el término "hermano" cargado de desprecio-. ¿Matarme? ¿Me quitarías la vida por una... humana?

-¡ELLA ES MI COMPAÑERA! -rugió Caius, su voz resonando con una mezcla de rabia y desesperación.

-¿De verdad ella se interpondrá en nuestros objetivos? ¿En los objetivos de la corona? -preguntó Aro con una calma exasperante para Caius-. Al menos déjame explicarte para qué necesito a...

Aro se detuvo, eligiendo sus palabras cuidadosamente. Sabía que nombrar a Aster directamente provocaría una reacción incontrolable en Caius, así que optó por un tono más neutro.

-La vida de Aster tiene un propósito -dijo Aro finalmente.

Caius forcejeó con los vampiros que lo mantenían sujeto, mientras Aro ordenaba a los aliados de Damien que intervinieran también. La escena parecía un espectáculo absurdo, una jauría de vampiros intentando contener a un solo hombre, un león furioso atrapado entre cazadores.

-No le pondrás una jodida mano encima -declaró Caius, ahora hablando con una frialdad inquietante, su voz firme y amenazante.

Sometido por los vampiros que lo contenían, Caius dirigió una mirada profunda y perturbadora a Aro, sus emociones contenidas reflejándose en su rostro tenso. Aunque había controlado su tono, la ira en su mirada dejaba claro que, si tuviera la oportunidad, acabaría con cualquiera que intentara dañar a su compañera.

-Me importa un carajo tus retorcidos planes para hacerte más fuerte. Nadie tocará a mi compañera -sentenció Caius con una firmeza que resonó en la sala, su determinación tan intensa que atravesó a más de uno de los presentes.

-¿Y cómo crees que lo impedirás, hermano? -Aro dio un paso atrás, extendiendo los brazos mientras señalaba a su alrededor-. Estás solo. Mis fieles solo necesitan una orden, y acabarán con tu existencia.

Seductora Oscuridad | Cauis VulturiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora