Extra-2

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PRIMERAS VECES...

Aster estaba temblando. El sentimiento de vulnerabilidad y la sensación de estar completamente expuesta recorrían todo su cuerpo. Aunque confiaba plenamente en Caius, no podía evitar sentirse nerviosa en ese momento tan íntimo.

—Respira, Kaz —susurró Caius cerca de su oído, dejando suaves besos en su coronilla y mejilla.

La tríbrida trató de regular su respiración, abriendo sus ojos para encontrarse con los carmesíes de su compañero.

Ti amo, vita mia —murmuró el vampiro con suavidad—. Te amo demasiado.

Caius comenzó a trazar un camino de besos desde su mandíbula hasta el inicio de sus senos. Para ese punto, ambos estaban desnudos, sus pieles contrastando entre el calor humano de Aster y el frío marmóreo del vampiro.

Él había sido paciente, demasiado quizá, siempre respetando los límites de su compañera. Nunca la presionó para ir más allá de lo que ella estuviera dispuesta a hacer. Fue Aster quien, finalmente, decidió dar el siguiente paso en su relación.

Caius, sin embargo, la cuestionó en más de una ocasión. No porque no lo deseara, sino porque necesitaba asegurarse de que ella estuviera completamente segura de su decisión.

—Caius —susurró Aster, pasando sus manos temblorosas por los hombros del vampiro.

—¿Te sientes bien, Kaz? —preguntó él, alzando la mirada hacia ella—. Podemos parar cuando quieras.

Aster lo miró con ternura, sintiendo una inmensa calidez en el corazón. Que Caius siempre se preocupara por su bienestar, incluso en momentos como este, era una muestra del profundo amor que sentía por ella.

—Lo estoy, Caius —respondió con firmeza, esbozando una pequeña sonrisa—. Confío en ti.

El vampiro asintió. No solo quería asegurarle una experiencia agradable, sino algo que fuera mucho más profundo, algo que trascendiera lo físico y se convirtiera en una expresión total de su conexión.

Continuó dejando besos y caricias por sus senos, arrancando suaves y melodiosos gemidos de los labios de Aster. No obstante, Caius notó que ella trataba de cubrirse la boca, claramente avergonzada por los sonidos que emitía, sonidos que jamás había dejado salir antes.

—No te contengas, preciosa —le pidió el vampiro, apartando con delicadeza la mano de Aster de su boca—. Déjame escuchar esos gloriosos sonidos.

Aster sintió que sus mejillas ardían de vergüenza. Ya era suficiente con la intensidad del momento, pero ahora el calor provocado por la timidez hacía que quisiera esconderse.

—Mmmhg... —gimió la tríbrida al sentir los fríos dedos de Caius descender hasta el centro de sus muslos, acariciándola con una ternura cargada de deseo.

—Sí, así, mi amor... gime para mí, Kaz —murmuró Caius, con la voz densa por la pasión, mientras su boca seguía atenta a explorar cada rincón de su piel.

Los dedos de Caius tanteaban con delicadeza aquella zona donde la sensibilidad de Aster estaba concentrada, mientras sus labios continuaban su descenso por el abdomen plano de su compañera. Cada beso que dejaba en su piel llevaba consigo un toque húmedo, e incluso una que otra lamida, lo que provocaba que el cuerpo de Aster se estremeciera de forma deliciosa.

—Caius... —murmuró Aster, con un hilo de voz, sintiéndose un tanto cohibida al ver el rostro de su compañero en medio de sus muslos.

El vampiro sopló suavemente sobre la humedad de su centro, arrancando un gemido profundo de la tríbrida. La sonrisa altanera que se dibujó en los labios de Caius mostraba lo mucho que disfrutaba provocar esas reacciones en ella. Sin prisa, dejó un par de besos húmedos en sus muslos, acariciando con sus labios la suavidad de su piel.

Seductora Oscuridad | Cauis VulturiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora