—¡Buenos días, doctora Adkins! —saludó un joven residente al verla entrar por el pasillo principal.
Adele respondió con una sonrisa cálida. Su amabilidad era legendaria, especialmente con los niños, quienes la adoraban. A pesar de su delicadeza, su porte era firme, y cada paso que daba irradiaba confianza. Ella era jefa de cirugía, instructora en cirugía y miembro del comité de ética médica del hospital. Todos la respetaban y admiraban por su increíble trabajo y dedicación.
Al llegar a la sala de reuniones, encontró a su equipo ya reunido: Miranda, la astuta doctora cuya precisión era temida y respetada; Jhony, el residente entusiasta con un futuro prometedor; Tony, el cirujano con un encanto natural que conquistaba a todos; y Maggie, la meticulosa y brillante mente detrás de muchos avances quirúrgicos. Y, por supuesto, Izzie, su mejor amiga y cardióloga de renombre, con quien había compartido cada paso de su carrera desde su residencia.
—¡Buenos días a todos! —saludó Adele, tomando su lugar al frente de la sala—. Tenemos mucho que cubrir hoy, así que empecemos de inmediato. Miranda, ¿puedes darnos el reporte de pacientes?
Mientras Miranda hablaba, Adele observó a su equipo con orgullo. Sabía que juntos eran capaces de enfrentar cualquier desafío. Desde el primer día de su residencia, había trabajado incansablemente para llegar a donde estaba, y tener a su lado a personas tan talentosas y dedicadas era un testimonio de su liderazgo.
La primera cirugía del día era un caso complicado, una operación a corazón abierto en un niño de siete años. Adele y Izzie trabajaron juntas en perfecta sincronía, sus movimientos precisos y coordinados como si fueran una sola mente. Cada incisión, cada sutura, era ejecutada con una destreza impecable.
—¡Corazón latiendo fuerte! —anunció Izzie con una sonrisa de alivio mientras el monitor mostraba signos vitales estables.
—¡Buen trabajo, equipo! —exclamó Adele, quitándose los guantes con satisfacción—. Hemos salvado otra vida hoy.
El día continuó con un ritmo frenético, pero Adele siempre encontraba tiempo para enseñar a los residentes, ofreciendo consejos y demostraciones prácticas que dejaban a todos maravillados. Su pasión por la medicina y la enseñanza era palpable, y su dedicación inspiraba a todos a su alrededor.
Al final de la jornada, Adele y Izzie regresaron a su hogar compartido en las colinas de Los Ángeles. La mansión, un refugio del bullicio del hospital, era un espacio donde podían relajarse y disfrutar de su amistad.
—Hoy ha sido un buen día —dijo Izzie, sirviéndose una copa de vino y extendiéndole una a adele.
—Sí, lo ha sido —respondió Adele, mirando las luces de la ciudad desde el balcón—. Esperemos que el de mañana también sea igual.
—Es cierto que mañana se unirá al hospital un nuevo neurocirujano?
—Pregunta izzie.—Si, así es al parecer es muy bueno en su trabajó, esperemos que eso sea cierto.
Izzie sonrió, levantando su copa. —¡Salud!
Hola, a todos soy Kate me encanta escribir y me dije a misma el porque no crear una historia de nuestra amada Adele y su guapo rich paul jajaja este es un pequeño inicio de esta historia, bueno
espero que les guste!!!