Richard me miraba intensamente, con esa sonrisa que me derretía.
Me incliné hacia él, pasando mis manos por su cuello, y nuestros labios se encontraron en un beso largo y profundo. Sentí cómo respondía, su mano firme en mi espalda, atrayéndome aún más cerca de su cuerpo. El beso se volvió más intenso, más urgente, y no pude evitar morder suavemente su labio inferior, arrancando una risa baja de su garganta.—Eres experta en hacerme enloquecer con tus besos —murmuró Richard entre besos, y no pude evitar reír un poco, sintiéndome completamente a gusto.
—Si, tu lo dices lo creo —le respondí en un susurro, volviendo a besarlo con más ganas.
Sus manos comenzaron a recorrer mi espalda lentamente, descendiendo hasta mi cintura, y luego mis caderas, mientras el agua de la tina se agitaba ligeramente a nuestro alrededor. Cada caricia, cada movimiento, parecía encender una chispa dentro de mí. Richard me abrazó más fuerte y nuestros cuerpos se unieron más, creando una sinfonía de suspiros y caricias que resonaban en la habitación.
Sentí cómo una de sus manos se deslizó por mi pierna, levantándola ligeramente mientras yo lo rodeaba con ella. El agua salpicaba suavemente cada vez que nos movíamos, y mis risas se mezclaban con las suyas en esos pequeños momentos de jugueteo entre nosotros. Me miró con esos ojos marrones que en tan poco tiempo se han vuelto mis favoritos, y me incliné hacia él para besar su cuello, disfrutando de cada segundo en su piel.
—Todo lo haces tan bien —susurró contra mi oído mientras su respiración se volvía más rápida.
Pude sentir cuando una de sus manos, con sus dedos frotó mi entrada, provocando que saliera un pequeño gemido de mi boca.
—No, pares —pronuncie en un tono poco bajo mientras, acomodaba mi cabello el cual estaba tapando mi vista.
Sus labios besaban mis senos mientras sus manos hacían el otro trabajo, me sentía en el cielo, sentí sus labios carnosos y suaves juntos a los mismos al mismo tiempo que lo sentí en mi interior por completo, ni un centímetro menos fuera de mi, me lleno por completo.
—Oooh, Dios mío... hijo de tu madre —Dije con mi voz sofocada.
El agua comenzó a salpicar más alrededor de la tina, cuando empezamos a movernos y pero ninguno de los dos se preocupaba por eso. Estábamos inmersos, susurros cargados de deseo. Richard me besaba una y otra vez, como si no quisiera dejar de saborear cada momento. Mientras los dos nos movíamos al compás del agua, me movía de la mejor posible y eso lo noto Richard, poniendo sus manos en mi cintura, ejerciendo un poco de movimiento para permitir que aumentara más, mis movimientos ... Su boca recorría mi piel, dejando pequeñas mordidas juguetonas en mi cuello y hombros, lo que provocaba que mis risas se entrelazaran con gemidos suaves.
—Mmmm —Proncie con mi cabeza abajo mientras apoyaba mis manos en su pecho.
—Hey —Me Susurro.
Levanté la mirada y lo vi sonriendo, ese tipo de sonrisa que me hacía sentir ansiosa. Nos movimos más rápido, y el agua comenzó a salpicar por completo fuera de la tina, lo cuál añadió una sensación de libertad.
—Esto es... —susurré, sin poder terminar la frase.
—Lo sé —respondió Richard, sabiendo exactamente lo que quería decir.
Sentí cómo su cuerpo reaccionaba al mío, y cómo el calor de nuestros cuerpos se mezclaba con el agua tibia, haciendo que cada segundo fuera aún más intenso.
Cuando llegamos a ese punto culminante, nuestros cuerpos temblaron juntos, y el agua alrededor de nosotros se fue calmando poco a poco. Ambos reímos suavemente, exhaustos pero satisfechos, mientras nos abrazábamos con fuerza, y nuestros cuerpos aún temblando por el placer compartido.
—Feliz cumpleaños 38 my husband —le susurré, sonriendo por lo dicho.
—No podría haber pedido algo mejor —respondió Richard, besándome suavemente en la frente.
Nos quedamos así por un largo rato, disfrutando del momento, el uno del otro, para unos minutos después irnos
a la cama...