Capitulo 20

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—¿Esperas a alguien? —gritó Adele desde su habitación, esperando que Izzie respondiera.

—No, ¿y tú? —respondió Izzie desde la cocina.

—Tampoco —dijo Adele mientras se levantaba del sillón y caminaba hacia la puerta.

Al abrir la puerta, se encontró con un cartero con una expresión de cansancio habitual. Le entregó una postal y, después de un breve saludo, se fue rápidamente. Adele miró la postal con curiosidad. En el sobre, vio las letras "NYC Health" impresas claramente. Al girarlo, vio que estaba dirigida a Izzie Stevens.

Intrigada y con una sensación creciente de inquietud, Adele cerró la puerta y caminó hacia el interior del apartamento. Justo cuando se giraba para buscar a Izzie, la vio saliendo de la cocina.

—Izzie, ¿me puedes explicar esto? —dijo Adele, sosteniendo la postal en su mano y mirándola con una mezcla de confusión y preocupación.

Izzie se congeló en mitad de la escalera. Su rostro se tensó al ver la postal en la mano de Adele, y una marea de emociones pasó por su cara. Avanzo un poco más con lentitud, como si cada paso fuera un esfuerzo monumental.

—Te lo puedo explicar todo —dijo Izzie con voz suave, pero temblorosa.

Adele levantó una ceja, cruzando los brazos sobre su pecho.

—Espero que sí, porque esto parece ser algo bastante importante de lo que no tenía ni idea —dijo Adele, tratando de mantener la calma, aunque sentía que algo dentro de ella comenzaba a romperse.

Izzie tomó un profundo aliento antes de hablar.

—He aceptado un traslado a Nueva York. Me iré en dos días —admitió finalmente, mirando a Adele con ojos llenos de disculpa.

—¿Qué? —exclamó Adele, su voz elevándose en incredulidad—. ¿Y cuándo planeabas decírmelo, Izzie? ¿Cuando ya estuvieras a punto de subir al avión?

Izzie sacudió la cabeza rápidamente, tratando de calmar a Adele.

—No, claro que no. Simplemente no había encontrado el momento indicado para decírtelo. Sabía que te lo tomarías mal y...

—¿Y qué hay de mí, Izzie? —interrumpió Adele, su voz subiendo de tono—. Dijiste que siempre estaríamos juntas. ¡Y ahora me entero que te vas a Nueva York y me dejas aquí, sin decirme nada!

—Adele, por favor, trata de entender —dijo Izzie, levantando las manos en un gesto conciliador—. Esto es una gran oportunidad para mí. No fue una decisión fácil de tomar. Te lo iba a decir, de verdad, pero...

—¿Pero qué, Izzie? ¿Qué estabas esperando? ¿Que me despidiera de ti con una sonrisa en la cara? —gritó Adele, la frustración y el dolor haciendo que su voz temblara.

Izzie dio un paso adelante, intentando acercarse a Adele.

—Sé que estás enfadada y dolida, pero yo no quería que lo supieras de esta manera. Solo... solo quería encontrar el momento adecuado —dijo Izzie, su voz quebrándose ligeramente.

—¿El momento adecuado? —repitió Adele, riendo sin humor—. ¡Esto es una locura, Izzie! Hemos compartido tanto juntas, y ahora te vas a ir así, sin más. ¿No piensas en lo que eso significa para mí?

—Claro que pienso en ti, Siempre pienso en ti. Eres mi mejor amiga, y esto me está doliendo tanto como a ti —respondió Izzie, las lágrimas comenzando a llenar sus ojos.

—¡Pues no lo parece! —gritó Adele, sintiendo que sus propias lágrimas amenazaban con caer—. Parece que ya decidiste tu vida sin considerar cómo afectaría a los que dejas atrás.

Anatomía de un deseo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora