Capitulo 37

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Al día siguiente, Richard llegó temprano a mi departamento, y al abrir la puerta, me recibió con una sonrisa amplia y un beso. Era el día en que me quitarían la sutura de la pierna, y aunque la recuperación había sido lenta, cada pequeño avance me llenaba de alivio. Caminamos juntos hacia su auto, y no pude evitar sentirme agradecida por tenerlo a mi lado en este proceso; su compañía me daba la seguridad que necesitaba para enfrentar este último paso de mi recuperación.

Al llegar al hospital, fui recibida por todo el equipo con una calidez increíble. Miranda, con su típico aire maternal, se acercó y me dio un abrazo suave, cuidando de no tocar mi pierna, mientras Maggie y Tony me sonreían a distancia, llenos de entusiasmo. Me contaron sobre algunos pacientes que me habían extrañado y cómo el equipo había sentido mi ausencia. Fue un momento hermoso, sentirme tan querida y valorada en un lugar que se había vuelto como mi segundo hogar.

-No sabes cuánto te hemos echado de menos, Adele -dijo Miranda, mirándome con sus ojos llenos de cariño-. El hospital no es lo mismo sin ti, ni para nosotros ni para los pacientes.

Sonreí, emocionada. Después de unos minutos de abrazos, risas y buenos deseos, finalmente me hicieron la pequeña intervención para quitar la incisión. El proceso fue breve y sencillo, y al salir, sentí una ligereza renovada en mi cuerpo. Richard estaba esperándome fuera.

-Te ves hermosa. Es como si nunca te hubieran operado -me dijo, tomando mi mano.

Al salir del hospital, Richard sugirió que fuéramos a dar una vuelta por Los Ángeles para despejarme un poco y celebrar mi recuperación. Así que nos dirigimos hacia Beverly Hills, donde la ciudad se desplegaba con su brillo característico, y las calles estaban llenas de tiendas y cafés. Mientras caminábamos, Richard sacó una cámara que había llevado consigo y comenzó a fotografiarme en distintos momentos, capturándome cuando estaba distraída, sin que me diera cuenta. Me volví hacia él con una sonrisa.

-¿Qué haces? ¿Fotografiándome en secreto? -le pregunté, riendo.

-No puedo evitarlo, te ves hermosa y relajada. Quiero capturar este momento, tal y como es -respondió, sin dejar de mirarme a través del lente.

El día avanzó, y con cada foto que me tomaba, me hacía sentir como si fuera la protagonista de una película. Me guiaba con gestos, sugiriendo que caminara, que mirara hacia el cielo o que simplemente riera. Fue un momento precioso, lleno de risas y miradas cómplices. En un momento, mientras tomaba otra foto, me acerqué a él y le planté un beso en la mejilla, dejándolo ligeramente sorprendido.

-Esa fue la mejor foto del día -dijo, devolviéndome el beso.

Después de un rato, pasamos por distintos locales de comida y me antojé de todo lo que veía: helado, empanadas, una bebida refrescante y hasta una rebanada de pastel. Richard me acompañó en cada antojo, riendo mientras yo insistía en probar un poco de cada cosa.

Cuando ya estábamos cansados y el día comenzaba a declinar, regresamos a casa. Apenas entré al departamento, me sentí un poco extraña. Fui directo al baño, y antes de poder detenerme, sentí unas náuseas intensas y terminé vomitando. Izzie, que estaba en la sala, escuchó el ruido y se acercó, preocupada.

-¿Estás bien? ¿Qué pasó? -preguntó con el ceño fruncido, mirándome con preocupación.

-Tranquila, solo fueron náuseas... creo que comí demasiadas cosas hoy -respondí, tratando de restarle importancia mientras me enjuagaba el rostro.

Ella me observó con una mirada dudosa, cruzándose de brazos.

-Eso espero. Pero cuídate, no quiero irme mañana y dejarte enferma. Cómo te fue?

-Hoy fue un buen día, no sabes me sentí tan extraña al llegar al hospital y salir como una paciente pero fue muy tranquilo todo verlos a todos, y pertenecer allí... No veo la ahora en volver ya mi pierna está mucho mejor.

-Se lo significa para ti el hospital, esa es tu vida. Ya en pocos días se acaba tu licencia podrás volver a salvar vidas doctora Adkins.

-Sonrie -encendi el reproductor de música y comenzó a sonar nuestra canción.

-Ponte de pie canta y mueve ese culo como lo hacíamos a los 21 en vez de estudiar para el examen de anatomía.

-Ahhhhh -grito izzie

Tomé el salero de la mesa y izzie el control de la mesa, improvisamos los micrófonos.

-Ahi te va.

Friday night and the lights are low,
Looking out for a place to go
Where they play the right music
Getting in the swing
You come to look for a king.

-You're in the mood for a dance
And when you get the chance... You are the dancing queen
Young and sweet, only seventeen
Dancing queen
Feel the beat from the tambourine

- oh, yeahhhh

La música avanza y las dos nos dejábamos llevar del ritmo, mi cabello loco en mi rostro y mi voz agitada... Izzie se movía como loca
algo me que causaba mucha gracia, yo más bien parecía una escoba.

-Woowww eso fue... Jajaja las dos caímos al sofá, yo mucho más cuidadosa.

-Cuanto tiempo llevábamos sin hacer esto dios mioo. -Demasido ahora ya no son Seventeen ni veintiuno, sino treinta y más.

-Que horror, no ahí nada mejor que bailar
sin importar las circunstancias. Creo que éramos las únicas que bailamos cuando pasábamos los exámenes o nos iba bien con algún paciente o cuando era todo lo contrario.

-Es cierto -. Solo tu y yo por eso eres mi persona, si mataría a alguien te llamaría para que ayudarás a esconder el cadáver.

-Te voy a extrañar, prometo ser yo la que
te visite -las dos nos abrazamos.

-Te quiero -y yo a ti doctora modelo.

Anatomía de un deseo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora