Al día siguiente, el apartamento estaba lleno de una inquietante calma. Izzie se había levantado temprano y había comenzado a empacar sus cosas en silencio, queriendo evitar otra confrontación con Adele. Cada prenda que metía en la maleta era un recordatorio de los últimos años que habían pasado juntas, de todas las risas, las lágrimas y los momentos compartidos.
Adele, por su parte, se había quedado en su habitación, mirando fijamente al techo, tratando de encontrar la manera de lidiar con la noticia de la partida de Izzie. Después de su conversación con Richard la noche anterior, sabía que debía hablar con su amiga antes de que fuera demasiado tarde.
Finalmente, después de reunir suficiente valor, Adele se levantó de la cama y salió de su habitación. Encontró a Izzie en la sala, rodeada de cajas y maletas, su rostro una mezcla de concentración y tristeza. Adele se acercó lentamente, sintiendo una punzada de dolor en su pecho al ver la escena.
—¿Izzie? —llamó suavemente, tratando de captar su atención.
Izzie se giró, sorprendida por la voz de Adele. Sus ojos se encontraron, y por un momento, el tiempo pareció detenerse. Ambas sabían que tenían que decirse mucho, pero ninguna sabía por dónde empezar.
—Si... —comenzó Izzie, pero Adele levantó una mano para detenerla.
—No, déjame hablar primero —dijo Adele, respirando hondo para calmarse— Anoche, cuando llegué, ya estabas dormida.
—Sí, lo siento, estaba agotada —respondió Izzie.
Adele se acercó un poco más, su voz temblando ligeramente.
—Perdon —dijo finalmente, su voz temblando un poco—. Anoche, reaccioné de una manera muy egoísta. No debería haberte gritado ni haberte hecho sentir mal por tomar una decisión que es importante para ti.
—Yo también te pido perdón por no habértelo dicho antes. No quería lastimarte, y sé que al ocultarlo, solo lo hice peor.
—Richard me hizo ver que estaba siendo egoísta, que no estaba considerando lo que esta oportunidad significa para ti. Sé que Nueva York es importante para tu carrera, y quiero que sepas que te apoyó.
Izzie dejó escapar un suspiro de alivio, una lágrima rodando por su mejilla.
—Por un momento pensé que me odiaba y no querías volver a verme después de esto.
Adele rio entre lagrimas un poco por su comentario.
—Eso jamás aunque quisiera no podría hacerlo, Izzie stevens prométeme que no te olvidaras de mí.
—Te lo prometo, te llamaré todos los días si es necesario para saber cómo estás y me cuentes todos los chismes del hospital.
—Te voy a extrañar demasiado, ahora con quién voy a ver mis series de suspenso y compara helados cuando
este triste.—Yo igual, por eso no te preocupes mira el refrigerador compré todos los botes de helados que encontré en la tienda.
Adele se lanzo a ella para abrazarla y mientras lo hacía no pudo evitar llorar después de un largo abrazo, se apartó y sonrió.
—Así que, ¿qué necesitas para el gran viaje? —preguntó, tratando de aliviar el ambiente con un tono más ligero.
Izzie sonrió, limpiándose las lágrimas.
—Bueno, podría necesitar un poco de ayuda para empacar estas cajas. Parece que tengo más cosas de las que pensaba.
Ambas rieron, y pasaron el resto de la mañana empacando las pertenencias de Izzie, para luego ir por último al hospital.