Capitulo 34

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Desperté en una neblina de sedantes, cada movimiento enviando una punzada que atravesaba mi pierna y se extendía como un eco a lo largo de todo mi cuerpo. Aún bajo el suave efecto de los analgésicos, sentía el dolor vibrando, como una melodía profunda que intentaba romper la quietud.

Poema

Dolor que despiertas, latente y crudo,
de las sombras al alba te haces desnudo.
Acaricias mi piel con tacto hiriente,
y en silencio te mueves, voraz, persistente.

Vienes y vas, tormenta callada,
como ola que rompe y deja su nada.
Ecos de sombras, de ardor y de hielo,
te clavas profundo, me envuelves en duelo.

Pero te siento, te miro, no cedo,
pues aún en el fondo del pozo que llego,
me sostengo de aquello que aún late en mi pecho,
y, aunque duelas, aún tengo mi cielo.

Fin del poema

Al abrir los ojos, lo primero que vi fue el techo blanco del hospital, impersonal, casi indiferente. Pero al desviar la mirada, ahí estaba el, sentado a mi lado, con los brazos cruzados y la cabeza inclinada hacia adelante, en una mezcla de cansancio y alivio. Notó mi despertar y, como si le hubieran encendido un interruptor, se enderezó con rapidez.

—Rubiaa —susurró, nunca me había llamado de esta manera, pero se escucha tan bien en su boca como si fuera una oración contenida en su voz.

—Hola… —dije, en un hilo de voz. La sequedad de mi garganta me recordó que había estado dormida por horas.

—¿Cómo te sientes? —me preguntó, acercándose un poco más y tomando mi mano con delicadeza.

Sonreí levemente, aunque el dolor persistía bajo los sedantes.

—Es… soportable —mentí. Él pareció captar la verdad detrás de mis palabras y frunció el ceño con suavidad, pero no dijo nada, solo me apretó la mano.

Desvíe un poco mi mirada donde pude ver en el mueble un par de peluches, ramos de rosas y globos.

—Quien trajo todas esas cosas —le pregunte un poco curiosa.

—Todos los del hospital estabas aún dormida cuando los dejaron aquí.

Richard se puso de pie y tomo un ramo de rosas blancas y se acercó a mi.

—Este lo traje para ti, espero que te gusten las rosas.

—No, me gustan las rosas —pronuncie un poco seria.

—Enserio... Pues te compraré flores.

—Solo bromeaba de hecho las rosas blancas son mis favoritas —Dije con una sonrisa burlona.

—Te aprovechas de mi.

Reí levemente, y aunque el movimiento me trajo un breve pinchazo de dolor, fue agradable. La habitación se sentía menos fría, menos dolorosa con él allí.

—Gracias, están hermosas... Le indique con mi cabeza que se acercara más a mi para poder besarlo.

Unos minutos después, entró Miranda para revisar mis signos vitales y comprobar cómo estaba el vendaje de la pierna.

—Como salío la cirugía? —Muy bien doctora por suerte no implicó los ligamentos de su pierna.

—Y la paciente? Pregunte rápidamente.

Lo cual respondio Richard con un "ella se encuentra bien y el idiota de su esposo está en cárcel después de lo ocurrido.

Hablé con Miranda un par de minutos de la situación y le dejé a ella el mando del hospital ya que no me encuentro en la mejor condición conozco su gran capacidad de liderazgo e inteligencia en el hospital aunque contara con la ayuda de rich. Necesitaría tiempo para recuperarme por completo, probablemente semanas. La idea de estar inmovilizada y dependiente no me gusta, pero es necesario.

—Se que la idea de estar en casa no te gusta pero es por tu bien.

—Lo sé —Pronuncie

—Mientras tanto yo seré tu enfermero con atención especial. —Wow, ahora sí me está gustando la idea.

Rei un poco mientras los dos hablamos, nadie fuera del hospital sabía lo sucedido no es que tenga muchas personas fuera pero debía contarle a izzie y a mi padre.

"Llamando a izzie"

Pude ver su gran rostro pegado a la pantalla pero luego tomo asiento y la pude ver mucho mejor.

—Oye, dónde andabas metida? —pronucia con euforia.

—A ver déjame pensar, posiblemente en un quirófano —Aleje el celular para que pueda observar bien.

—Me estás jodiendo verdad? No puede ser como sucedió.

—Desgraciadamente, no —frunci el ceño
pero por suerte no pasó a mayores estaré unos días en casa.

—Mierda, Pero quien fué?

—Un diota se salió del control aquí en el hospital... Todo sucedio muy rápido.

—Richard Paul —Pronuncio atreves de la camara y Richard de inmediato se mostró.

—Porque no me avisaste en bien sucedió todo esto, te voy a matar.

—Lo siento, solo que en ese momento solo tenía cabeza para ella ya sabes.

—Por lo visto mi título de mejor amiga, está de adorno soy la última en saber que te sucedió algo malo.

—Izzie no digas eso —dije casi haciendo pucheros pero en gran parte tenía la razon.

—Mañana tomare el primer vuelo que salga para los angeles.

—Y tu trabajo? —Pedire una licencia no te preocupes por eso.

La idea de verla de nuevo me emociona, la extraño demasiado para ser sincera
ya no estaré mirando al techo en mis días de descanso.

Anatomía de un deseo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora