El aire estaba cargado de concentración en el quirófano.
—¿Listos? —pregunté mientras me ajustaba los guantes.
—Sí, doctora Adkins.—respondieron con atención.
La intervención era complicada: estábamos retirando un tumor cercano a arterias vitales.
—Se que algunos de ustedes eligiran diferentes ramas después que terminen está etapa.
—Bisturí. —Ordene y uno de ellos obedecio
rápidamente. —Las personas suelen decir que esto es un trabajo facil pero créanme no lo es.—Comencé hacer una pequeña sutura menor con el bisturí, todos observaban mientras hacia el procedimiento de retirar el tumor.
—¡Paro cardíaco! —gritó una de las enfermeras.
—Aparte las manos. Vamos a reanimarlo —ordené rápidamente, tomando el control.
Inicié compresiones torácicas mientras el equipo administraba medicamentos. La tensión en la sala era palpable, pero no me permití dudar ni un segundo.
—¡Vamos! —dije, mientras continuaba con las maniobras.
Después de varios minutos que parecieron eternos, el monitor mostró un ritmo estable. Un suspiro colectivo de alivio llenó el quirófano.
—Wow, eso fue increíble doctora —dije, una de los residentes. —Lo siento, no debí decir eso. —Pronucio un poco nervioso.
—Solo hice mi trabajo todos ustedes, lo harán en su momento. Adisson —pronuncie leyendo su nombre el el carnet, con una sonrisa cálidad.
—Continuemos!!
Finalmente, después de varias horas, logre retirar el tumor y estabilizar al paciente. Salí del quirófano con todos detrás de mí.
Al cruzar la puerta, sentí un mareo repentino que me obligó a detenerme. Me apoyé contra la pared, cerrando los ojos un momento para recuperar el equilibrio.
—¿Doctora? ¿Está bien? —preguntó Caroline, acercándose.
—Sí, estoy bien. Solo necesito un momento. Dile a tus compañeros que quiero que realicen un informe sobre los pacientes de urgencias lo revisare más tarde —le respondí, intentando sonreír.
Con pasos lentos, me dirigí a la sala de descanso, donde me dejé caer en un sofá. Cerré los ojos por unos minutos, permitiendo que el cansancio se disipara poco a poco.
Cuando abrí los ojos, Richard estaba frente a mí, sosteniendo una pequeña caja en sus manos.
—¿Interrumpo? —preguntó con una sonrisa traviesa.
—¿Para mí? Qué rico chocolates —dije, levantándome con una sonrisa cansada mientras me acercaba a él.
No respondió, simplemente me tomó por la cintura, acercándome a él, y plantó un beso en mi cuello. Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo mientras inclinaba mi cabeza hacia atrás, disfrutando del momento.
—Vienen acompañados de algo más —dijo, entregándome la caja con una sonrisa.
—¿En serio? A ver qué es… —dije, abriendo la caja mientras comía chocolate. Al destapar el interior, encontré un anillo con un diseño de gota de diamante. Me quedé en silencio por un momento.
—¿Qué significa esto? —pregunté con una risa nerviosa.
—Es un anillo.
—Eso ya lo sé, Rich.
Él tomó mi mano con suavidad, sosteniendo el anillo.
—Este anillo representa lo que siento por ti. Quiero que...