Capitulo 27

82 8 2
                                    

Al día siguiente, Adele despertó en su departamento, envuelta en las suaves sábanas que no lograron proporcionarle el descanso que tanto necesitaba. Los primeros rayos de sol se colaban tímidamente por las cortinas mientras ella, con ojos entrecerrados, estiraba un brazo buscando su bata. Se la puso y bajó lentamente hacia la cocina.

Se dirigió hacia la cafetera, buscando consuelo en una taza de café bien cargado. Tomó su celular y llamó a Izzie. El teléfono sonó dos veces antes de que la cara sonriente de izzie apareciera en la pantalla.

—Hello, bitch —pronunció Izzie con su típica energía desde el otro lado.

Adele sonrió, aunque no podía evitar la pesadez que aún sentía.

—Hola —respondió ella, un poco adormilada.

—Y esas ojeras… ¿Richard no te dejó dormir anoche? —bromeó con una risa pícara.

Adele soltó una carcajada suave, mientras sacaba un par de frutas de la nevera para preparar algo de desayunar.

—No es eso, Izzie. Solo que no pude dormir bien. —Empezó a cortar una manzana, distraída.

—¿Y qué pasó? —preguntó Izzie, dejando a un lado su tono juguetón al notar la seriedad en la voz de Adele.

—Ayer fue el cumpleaños de Christyn… —empezó a poner sus pensamientos en orden.

—¡Qué bien! ¿Y cómo la pasaste? —preguntó Izzie con entusiasmo.

Adele hizo una pausa, clavando la mirada en las frutas que cortaba, antes de responder.

—La pregunta es cómo no la pasé. Mi padre me confesó que tiene cáncer… y que le queda muy poco tiempo de vida.

—¿Qué? ¿Es un chiste? —preguntó, incrédula.

—Ojalá lo fuera, Mi Izzie… pero no lo es. —Adele dejó caer el cuchillo sobre la tabla de cortar, mirando el vacío frente a ella—. No sabes cómo me afectó esa confesión. Me lo soltó como si no fuera nada, como si no importara que yo también pudiera haber hecho algo por él.

—¿Cómo te sientes? Lo siento tanto por ti, mi Delly.

—No lo sé… —Adele hizo una pausa, llevándose una mano al rostro—. Me pidió que cuide de Hellen y Christyn cuando él ya no esté. Pero no sé si soy capaz de hacer eso, Izzie. No después de todo.

—Tienes todas las razones para sentirte así. Es mucho para procesar.

—Es irónico, ¿no? —continuó ella con una risa amarga—. Me pide que cuide de su familia cuando nunca se preocupó por la nuestra. Hellen y Christyn no tienen la culpa, lo sé, pero... ¿por qué ahora? ¿Por qué me lo pide ahora que está muriendo?

—Adele, lo que estás sintiendo es normal. Estás en una encrucijada. Y aunque parezca injusto, al final, solo tú puedes decidir cómo manejarlo. Tienes dos caminos: alejarte para siempre o sanar tus heridas, perdonar y avanzar.

Adele guardó silencio un momento, tomando un sorbo de café. Sabía que izzie tenía razón, pero no era tan fácil como lo hacía parecer.

—Lo sé, Izzie. Pero es complicado. —Suspiró—. En fin, háblame de Nueva York, Que tal?.

El tono de la conversación cambió al instante, Izzie aprovechó para contarle sobre su vida en nueva York , el bullicio de la ciudad.

—Pero nada se compara con casa —dijo Izzie, haciendo que Adele se riera un poco.

—Este departamento se siente tan vacío sin ti —admitió Adele, mientras comenzaba a desayunar.

La conversación fluyó durante unos minutos más, Adele comentó que el centro para niños con cáncer estaba siendo un gran éxito.

Anatomía de un deseo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora