Parte 1.
El hospital tenía un aire de tensión silenciosa mientras Richard y Adele caminaban por el pasillo hacia la sala de reuniones. Era temprano en la mañana, pero ya había murmullos de lo sucedido el día anterior: la repentina muerte de una paciente y la agitación que había causado entre el personal. Aunque Richard y Adele caminaban uno al lado del otro, el silencio entre ellos era denso. Cada uno estaba inmerso en sus pensamientos, tratando de procesar el caos que se había desatado.
Al llegar a la sala de reuniones, notaron que la mayoría de los miembros del equipo ya estaban presentes. Todos los de su equipo se acercaron a Richard para darle una palmada en la espalda, un gesto de apoyo que él agradeció con una leve sonrisa y un asentimiento.
Apenas se habían sentado cuando una enfermera entró apresuradamente y se dirigió a Adele.
—Doctora Adkins, por favor, ¿puede acompañarme un momento a la sala de juntas? —le pidió la enfermera con un tono de urgencia.
Adele asintió y lanzó una última mirada hacia Richard antes de levantarse. Sabía que esta reunión sería crucial para aclarar los eventos del día anterior. Mientras seguía a la enfermera por el pasillo, Adele le pidió que le buscara el expediente de la paciente que había fallecido.
—Necesito revisar algunos detalles de su expediente. También, por favor, comuníqueme con los del laboratorio cuando pueda —añadió Adele.
Cuando llegaron a la sala de juntas, Adele encontró a todos los miembros del comité ya reunidos, incluido el director del hospital. Se sentó en su lugar habitual junto al director, consciente de las miradas que se posaban sobre ella.
El director comenzó la reunión con una voz grave que reflejaba la seriedad de la situación.
—Todos saben el motivo de esta reunión. Como miembros del comité y yo como director del hospital, debemos tomar cartas en el asunto sobre lo ocurrido ayer —dijo, escaneando la habitación con la mirada para asegurarse de que todos estuvieran atentos.
Adele se mantuvo en silencio, esperando a que el director explicara la situación.
—Adele, todo esto es por la muerte de la paciente del doctor paul en el día de ayer—continuó el director, captando la atención de todos en la sala.
—Hoy nos llegó un correo de los familiares de la paciente fallecida. Han presentado una demanda no solo contra Richard, sino contra el hospital también —añadió, dejando caer la noticia con una gravedad que resonó en la sala.
El murmullo que siguió fue inmediato, los miembros del comité comenzaron a hablar en voz baja entre ellos, claramente preocupados por las implicaciones de la demanda.
Adele intervino rápidamente, su tono firme pero calmado.
—Director, todos aquí sabemos lo que pasó. Este tipo de situaciones pueden suceder, incluso con los mejores de nosotros. El doctor Paul actuó de la mejor manera que pudo dadas las circunstancias. Es desafortunado que la familia esté acusando de negligencia sin comprender completamente lo que ocurrió —dijo, mirando a los otros médicos en la sala en busca de apoyo.
Uno de los doctores, sentado al otro lado de la mesa, se inclinó hacia adelante, sus ojos fijos en Adele.
—Adele, no quiero sonar insensible, pero todos aquí sabemos que tienes una relación con el doctor Paul. Es natural que lo defiendas, pero eso no cambia el hecho de que debemos ser objetivos en esta situación —dijo con una voz que pretendía ser conciliadora, pero que no lograba ocultar un tono acusador.
Adele sintió un calor subir por su cuello, una mezcla de frustración y enojo.
—Perdón, doctor, pero mi relación personal con el doctor Paul no tiene nada que ver con mi juicio profesional. Todos aquí saben que tengo una ética intachable, y no pongo en duda la de ninguno de ustedes. Sería un grave error asumir que no puedo separar mi vida personal de mi deber como doctora —respondió con firmeza, su mirada penetrante recorriendo la sala.
El director levantó una mano para interrumpir antes de que la conversación pudiera intensificarse más.
—Adele, cálmate. Estamos aquí para encontrar una solución, no para acusarnos unos a otros. Todos conocemos la integridad tanto de usted como del doctor Paul. Por eso es importante que mantengamos la cabeza fría y evaluemos todos los hechos antes de tomar decisiones precipitadas —dijo, tratando de suavizar el ambiente.
Una de las doctoras en la sala, que había estado observando en silencio, habló.
—Adele tiene razón. Todos confiamos en el juicio de ella y Richard. Pero también es verdad que debemos entender completamente lo que sucedió antes de tomar cualquier acción. Propongo que revisemos todos los informes y pruebas disponibles antes de hacer cualquier declaración formal —sugirió, su voz calmada ayudando a aliviar un poco la tensión.
El resto del comité asintió en acuerdo, y la conversación se desvió hacia los detalles del incidente y los pasos a seguir para la investigación. La reunión se extendió por varias horas, y finalmente, cuando terminó, Adele salió rápidamente de la sala, su mente todavía dando vueltas alrededor de lo que había oído.
Mientras regresaba a su oficina, la enfermera que le había pedido que asistiera a la reunión se le acercó nuevamente, sosteniendo el expediente de la paciente.
—Aquí tiene, doctora. Este es el expediente que pidió, junto con todos los exámenes relacionados —dijo la enfermera, entregándole un sobre grande.
—Gracias megan —respondió Adele, tomando el sobre y abriéndolo de inmediato.
Pasó el resto del día sumergida en los documentos, revisando cada detalle con cuidado. Los informes iniciales indicaban problemas neurológicos, pero todos los exámenes de rutina parecían normales. Sin embargo, algo no cuadraba por qué si todo estaba bien en los exámenes la paciencia tuvo una gran disminución de sus signos vitales en la cirugía?
El trabajo continuó como de costumbre el resto del día, aunque el ambiente seguía siendo pesado,. Richard y Adele apenas tuvieron tiempo de cruzar palabras, ambos ocupados en sus respectivos deberes.