Capitulo 33

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Al día siguiente, llegué al hospital temprano, lista para el día. Saludé a todos, uUnos minutos después, Richard llegó con una bandeja de café para todos.

Me acerqué a él, y mientras todos conversaban animadamente, no pude evitar sonreírle con picardía.

—¿Mucha resaca? —le pregunté en voz baja.

—Para nada, estoy en perfectas condiciones.

Solté una risa leve.

—Me encantó el Richard de ayer —murmuré—. Descubrí una faceta de usted señor Paul.

Me acerqué y le di un beso rápido en la mejilla antes de que alguien pudiera notarlo.

—Bueno ahora, a trabajar —le dije en tono serio, aunque con una sonrisa. Richard solo pudo lanzarme una mirada divertida mientras nos dispersábamos para comenzar la jornada.

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Después de un par de horas, una nueva paciente ingresó a urgencias. Al entrar en la sala de consultas, me encontré con una mujer joven con hematomas visibles en los brazos y la mejilla derecha, aunque trataba de ocultarlos tras una bufanda y maquillaje. Al verme, su mirada se apartó de inmediato, inquieta.

—Hola, soy la doctora Adele Adkins ¿Cómo te encuentras? —le pregunté, con voz suave y calmada, intentando ganar su confianza.

—Oh, estoy bien, doctora. Me… me caí de las escaleras. Ya sabe, uno a veces es un poco torpe —respondió ella, evitando mirarme a los ojos. Sus manos jugaban nerviosas con los botones de su chaqueta.

—Entiendo. Pero… ¿podrías contarme cómo fue esa caída? —dije, evaluando su reacción mientras notaba cómo sus ojos se dirigían repetidamente hacia la puerta.

—Ah… bueno… no fue nada grave —respondió apresurada, intentando esbozar una sonrisa que no llegaba a sus ojos.

—Voy a necesitar hacer un informe de lo sucedido, y en estos casos, debemos informar a las autoridades, solo para asegurarnos de que todo esté en orden
—le dije, observando cuidadosamente su reacción.

La mujer tragó saliva, y tras unos segundos de silencio, asintió con un resignado "está bien". Me despedí de ella para coordinar el reporte y me dirigí a la cafetería, donde Richard ya me esperaba.

Mientras tomábamos un café, le comente:

—Creo que tenemos un caso de violencia de género. La paciente está nerviosa y parece asustada.

Antes de que él pudiera responder, Miranda llegó a nuestra mesa con urgencia.

—Adele, un hombre en la sala de espera está pidiendo ver a su esposa. Está muy alterado.

Inmediatamente, me puse de pie y Richard me siguió mientras nos dirigíamos a la sala de espera. Al llegar, encontramos al hombre agitado y mirando alrededor con insistencia.

Me acerqué, adoptando un tono firme.

—Señor, le pido que se calme. Está en un hospital, y si no se comporta, tendré que llamar a seguridad.

—Solo vengo por mi mujer —dijo, en un tono que dejaba poco espacio para negociación.

Richard, que había estado observándolo con atención, intercedió con su presencia, lo cual pareció hacer retroceder un poco al hombre.

—¿Cuál es el nombre de su esposa? —preguntó Richard, calmado pero con un tono autoritario.

—Morgan Bills —respondió él. Al escuchar el nombre, me giré hacia Richard, compartiendo una mirada de entendimiento. Era la misma mujer que acababa de atender.

—Su esposa aún está siendo atendida y, por el momento, no se permiten visitas —informé, manteniendo la calma—. ¿Podría decirnos cómo fue que ella "se cayó" de las escaleras?

El hombre se mostró evasivo y lanzó una mirada desafiante. Justo en ese momento, sentí una inquietud, Mientras pensaba en que hacer en este caso, Richard tuvo que irse atender a un paciente. le pedí a la enfermera que vigilará sl hombre pero la recepcionista estaba distraída. Al mirar de vuelta hacia la sala de espera, noté que el hombre ya no estaba.

—¿Dónde está el hombre que estaba aquí? —pregunté con urgencia, y al ver que no sabían, ordené de inmediato—: Llamen a seguridad y a la policía. Habitación 450.

Sin perder un segundo, me dirigí al ascensor y pulsé el botón con impaciencia, cada segundo aumentando mi preocupación. Al llegar al cuarto de la paciente, lo encontré.

—¡Aléjate de ella! —le grité.

—Doctora, metiche!!! —pronuncio.

El hombre giró hacia mí, enojado, y antes de que pudiera reaccionar, me empujó violentamente hacia un lado. Perdí el equilibrio y caí, golpeándome el muslo contra el borde de una mesa. Un dolor intenso me recorrió la pierna, pero no estaba dispuesta a dejar que él siguiera intimidandola, así que intenté ponerme de pie pero se me fue imposible.

En ese momento, la policía y el personal de seguridad llegaron y lograron reducirlo mientras intentaba resistirse. Richard apareció en la puerta en cuanto me vio en el suelo. Sus ojos se abrieron con preocupación mientras se acercaba a mí rápidamente.

—¿estás bien te lastimo ese imbécil,? No debiste venir sola —preguntó, con voz angustiada mientras se arrodillaba junto a mí.

Respiré hondo, tratando de calmar el dolor.

—Creo que me fracturé la pierna —respondí, con una sonrisa débil para tranquilizarlo, aunque el dolor era evidente en mi rostro.

Pronto llegaron Miranda, Maggie, y Tony a la habitación. Richard me cargó en su brazos pero antes de salir de aquella habitación
tomé la mano de Morgan.

—Todo está bien!!! Ya estás a salvo
no tengas miedo, no estás sola.

—Gracias, doctora —pronucio entre lágrimas

Sali de la habitación en los brazos de Richard mientras Miranda buscaba una camilla, y de inmediato entre al quirófano y poco a poco fui perdiendo el conocimiento gracias al sedante para el dolor.

Anatomía de un deseo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora