—Doctores Adkins, Paul… —comenzó, haciendo una pausa breve—. He escuchado algunos rumores en los pasillos sobre su relación. Quiero que sepan que, como director, me preocupa el bienestar de todo el personal y, por supuesto, la calidad del trabajo que desempeñan aquí.
Adele se adelantó un paso, manteniendo su tono firme pero respetuoso—. Doctor entiendo su preocupación, pero quiero asegurarle que nuestra relación no afectará nuestro desempeño profesional. Ambos somos conscientes de la responsabilidad que tenemos como médicos, y nunca permitiríamos que lo personal interfiera en el trabajo que hacemos aquí.
Richard asintió, apoyando las palabras de Adele—. Nuestra prioridad sigue siendo el bienestar de nuestros pacientes. Hemos trabajado juntos durante mucho tiempo, y siempre hemos mantenido un alto estándar en nuestro trabajo. Eso no cambiará.
El director los miró durante unos segundos, evaluando sus respuestas. Luego, su expresión se suavizó y esbozó una sonrisa.
—Confío en ambos. Son dos de los mejores doctores que tenemos aquí, y no es asunto mío con quién deciden estar fuera del hospital, mientras sigan desempeñando su trabajo como siempre lo han hecho. Así que… felicidades por su relación. Solo sigan haciendo lo que mejor saben hacer: salvar vidas.
Adele y Richard se sintieron aliviados al escuchar esas palabras. Agradecieron al director y, tras recibir sus palabras.
—Eso fue mejor de lo que esperaba —dijo Richard, sonriendo mientras caminaban por el pasillo.
—Sí, mucho mejor —respondió Adele, riendo suavemente—. Aunque no era para tanto, ¿no crees?
—Tal vez no, pero era necesario aclararlo. —Richard la tomó de la mano suavemente—. Dentro de poco tengo una cirugía un poco complicada con una paciente. Será un reto.
Adele se detuvo, girándose hacia él—. Sé que lo harás bien, como siempre. Eres increíble en lo que haces. —Se acercó y le dio un beso suave, que él correspondió con una sonrisa.
—Gracias. Eso me ayuda mucho. ¿Y tú? ¿Qué harás hoy?
—Voy a ver a Christyn estoy un poco nerviosa creo no lo sé —dijo Adele—. Me tomaré la tarde libre para pasar tiempo con ella. Lo necesita, y yo también.
Richard asintió, comprendiendo la importancia de ese momento para ella. Se despidieron con un último beso, y cada uno se dirigió a sus respectivas responsabilidades.
***
Mientras Adele jugaba con Christyn en un pequeño parque cerca, se sentía feliz de poder compartir ese tiempo con su hermana menor. La risa de la niña era contagiosa, y cada vez que veía su sonrisa, sentía que todo valía la pena.
Sin embargo, mientras ese momento de ternura se desarrollaba, en el quirófano, Richard luchaba contra una situación crítica. La cirugía, que había comenzado sin problemas, pronto se complicó cuando la paciente, una joven con un historial neuroligico delicado, comenzó a mostrar signos de inestabilidad.
Richard frunció el ceño bajo la máscara quirúrgica, sus ojos fijos en los monitores que indicaban la caída abrupta de las constantes vitales de la paciente. Todo el equipo en la sala se movía con precisión y rapidez, pero había una tensión palpable en el aire.
—¡Necesito más succión aquí! —ordenó Richard, mientras intentaba contener una hemorragia inesperada.
El silencio de la sala era casi opresivo, roto solo por los sonidos de las máquinas y las instrucciones rápidas de Richard. Afuera, en la sala de espera, la familia de la paciente esperaba con ansiedad, sin saber que en ese preciso instante, la vida de su ser querido colgaba de un hilo.