Capitulo 22

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Richard y Adele salieron del aeropuerto, ambos inmersos en la despedida reciente de Izzie. La tormenta que se acercaba parecía reflejar la agitación emocional que sentían. El cielo comenzó a oscurecerse mientras las nubes negras se acumulaban rápidamente, y en cuestión de minutos, la lluvia comenzó a caer con fuerza.

—Corre, antes de que nos empapemos dijo Richard, tomando la mano de Adele mientras se apresuraban hacia el estacionamiento.

Pero la lluvia los alcanzó antes de que pudieran llegar a su auto. Las gotas gruesas golpeaban sus rostros y la ropa se les pegaba al cuerpo. Cuando finalmente llegaron al auto, ambos estaban completamente mojados, y sus risas se mezclaban con el estruendo del aguacero.

Entraron al coche rápidamente y Richard encendió el motor. El sonido de la lluvia golpeando el techo del auto era casi ensordecedor. Encendió los limpiaparabrisas a máxima velocidad, pero aún así, la visibilidad era casi nula.

—Está cayendo con fuerza —comentó Adele, mirando la carretera que apenas se distinguía a través del parabrisas empapado.

La radio, encendida para llenar el incómodo silencio, empezó a transmitir un boletín de emergencia sobre la tormenta. El locutor recomendaba a los conductores mucha preocupación al manejar.

Richard y Adele llegaron a la casa empapados, la ropa pegada a la piel y el cabello goteando agua de lluvia. Entraron riendo, sintiendo la frescura del aire acondicionado contrastar con el calor de sus cuerpos.

—¿Tienes frío? —preguntó Richard, notando el leve temblor en los hombros de Adele.

—Sí, un poco. Deberías hacer algo para quitarnos el frío, ¿no crees? — respondió ella con una sonrisa traviesa.

Richard sonrió, captando la insinuación en sus palabras. ¿Cómo qué? —preguntó con un tono juguetón.

En respuesta, Adele puso sus manos alrededor de su cuello y se levantó, enroscando sus piernas alrededor de la cintura de Richard. Beso sus labios moviéndose con un fervor que rápidamente encendió a Richard.

—Estás hipersexual hoy —murmuró él entre besos, sintiendo su deseo aumentar.

—Siempre lo estoy —respondió Adele, rozando su nariz con la de él.

Richard, con una sonrisa, sostuvo el trasero de Adele con firmeza, dejando las llaves en la mesa del salón mientras comenzaba a subir las escaleras que Ilevaban a su habitación. Cada paso era un desafío con Adele aferrada a él, pero su deseo de estar juntos lo motivó a no detenerse.

Al llegar a su habitación, Richard dejó caer a Adele suavemente sobre la cama. Ella, sin perder tiempo, se quitó la blusa, dejando al descubierto sus senos. Richard se detuvo un momento para admirarla, su figura bañada por la tenue luz que entraba a través de las ventanas de vidrio, las gotas de lluvia creando sombras en su piel.

—Eres tan hermosa, que estoy obsesionado contigo... — murmuró Richard mientras se desabrochaba el pantalón y lo tiraba a un lado.

Una de las paredes de la habitación de Richard era completamente de vidrio, lo que permitía ver la tormenta caer con fuerza afuera. La lluvia golpeaba contra el cristal, creando una sinfonía que parecía sincronizarse con sus respiraciones aceleradas.

Richard, después de quitarle la braga a Adele, la observó por un momento, tomando un respiro para disfrutar de la visión ante él. La figura imponente de Adele, con sus curvas delineadas por la luz tenue, y sus ojos cada vez más oscuros por el deseo, lo cautivaron.

—Te ves increíble así — dijo él, acercándose lentamente. Agarró sus piernas y las jaló hacia él, separándolas con suavidad.

Sin previo aviso, bajó su cabeza y pasó su lengua por la entrada de Adele, haciéndola gemir al instante. Movió su lengua con agilidad, provocando una serie de gemidos leves y placenteros que llenaron la habitación. Mordió suavemente su clítoris, sintiendo cómo se hinchaba bajo su boca, y el cuerpo de Adele se tensó por el placer.

Anatomía de un deseo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora