Capitulo 14

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El día siguiente en el hospital parecía uno más en la rutina incansable de cirugías y pacientes. Adele había pasado la mañana en el quirófano, enfrentando uno de los casos más complejos junto a Miranda y Tony. El ambiente estaba cargado de tensión, pero también de la camaradería que se desarrollaba en el equipo cuando todo fluía como debía.

Al terminar, después de horas agotadoras, Adele se dirigió hacia el pasillo, y justo en ese momento, Richard apareció. Sus miradas se cruzaron, y todo a su alrededor pareció desvanecerse. Sin poder contenerse, ambos se acercaron, y en un gesto que se había vuelto tan natural como respirar, se dieron un par de besos suaves y cargados de significado.

—¿Podemos hablar hoy después del trabajo? — preguntó Adele en un susurro, consciente de que estaban en público, pero también consciente de la necesidad de tener esa conversación.

Richard la miró, percibiendo la seriedad en sus palabras. Su respuesta fue un leve asentimiento, acompañado de una sonrisa que intentaba tranquilizarla.

—Claro, estaré ahí —le dijo mientras tomaba su mano por un breve instante, transmitiéndole todo su apoyo en ese simple gesto.

Lo que no sabían es que Miranda y Tony, que habían salido del quirófano detrás de Adele, presenciaron el encuentro. Al ver la intimidad del momento, ambos se detuvieron en seco. Se miraron entre sí, sorprendidos, y en un acto casi reflejo, decidieron retroceder unos pasos y regresar por donde habían venido, haciendo como si nada hubiera ocurrido.

—¡Vaya! ¿Viste eso? —murmuró Tony con una mezcla de asombro y diversión en su voz mientras caminaban de vuelta al quirófano.

—¡Lo vi! —respondió Miranda, un tanto incrédula—. Pero... no es asunto nuestro. ¡Vamos, tenemos trabajo que hacer!

Adele, que no se había dado cuenta de que había sido observada, se despidió de Richard con una última mirada antes de regresar a su rutina. A pesar de que el día continuó con normalidad en el hospital, la inquietud no abandonó a Adele. Sabía que la conversación que tendría con Richard esa noche no sería fácil, pero era necesaria. Había llegado el momento de ser completamente honesta con él.

Finalmente, cuando la jornada terminó, Adele se dirigió a su casa. La tensión en su pecho crecía a medida que las horas avanzaban.No pasó mucho tiempo antes de que Richard llegara, puntual como siempre, y con esa calidez que hacía que todo pareciera más fácil. Izzie, que estaba en la sala cuando Richard llegó, los saludó con una sonrisa, pero rápidamente decidió subir a su habitación para darles la privacidad que sabían necesitaban.

—¡Gracias por venir! —dijo Adele, ofreciéndole a Richard una taza de café mientras ambos se acomodaban en el sofá de la sala.

Richard aceptó el café y la miró con preocupación. La tensión en el aire era palpable, y él podía ver la inquietud en sus ojos.

—¿qué sucede? —preguntó con suavidad, inclinándose un poco hacia ella, intentando ofrecerle consuelo con su presencia.

Adele tomó un sorbo de café, buscando las palabras correctas. Sabía que no había una forma fácil de abordar el tema, pero también sabía que debía hacerlo. Miró a Richard y decidió que era el momento de abrirse completamente, sin reservas.

—Richard, lo que quiero decirte... es algo que he estado evitando, pero no puedo seguir así comenzó, notando cómo sus manos temblaban ligeramente—. ¿Recuerdas lo que mencionó mi padre ayer? Sobre... mi pasado...

Richard asintió, escuchando con atención. Había notado la extraña tensión cuando su padre hizo ese comentario, pero no había querido presionar a Adele. Ahora, comprendía que era algo que ella necesitaba sacar de su pecho.

—Mi ex... Alex —continuó Adele —. Estuvimos juntos dos años, desde que tenía 19 hasta los 21 años Al principio, todo iba bien, pero con el tiempo, las cosas empezaron a ir mal. Intenté terminar la relación, pero él no lo tomó bien...

Richard vio cómo las emociones se arremolinaban en sus ojos. Se acercó un poco más, queriendo que supiera que él estaba allí, con ella.

—Él... decidió desquitarse de mí. Publicó fotos y videos mios que durante nuestra relación de... momentos íntimos —Adele hizo una pausa, intentando respirar—. Todo Internet los vio, incluyendo los de la universidad en la que iba en ese entonces y tambien mi padre. Cuando se enteró, nuestra relación cambió para siempre. Me culpó, me juzgó, y aún lo hace. Es por eso que dejamos Londres y nos mudamos a Los Ángeles. Quería dejar todo atrás, empezar de nuevo, estudiar medicina, y tomar las riendas de mi vida... pero nunca fue fácil. Especialmente con mi padre... siempre me recuerda ese pasado, como si eso fuera todo lo que soy.

Los ojos de Richard cambiaron de tono de inmediato, pero no estaba dirigida a Adele.

—¡Ese tipo es un idiota! —exclamó Richard, con el ceño fruncido—. ¡Un estúpido que no supo valorar ni respetar a la mujer increíble que tenía a su lado! lo que él hizo es imperdonable, pero... ¡no es tu culpa!

Adele intentó desviar la mirada, avergonzada por todo lo que había salido a la luz, pero Richard no lo permitió. Se inclinó hacia ella, con su imponente presencia, hasta que sus ojos se encontraron. La diferencia de altura era mínima, pero la intensidad en su mirada la hizo sentir pequeña, aunque en el buen sentido.

—Oye... —dijo con una voz firme, pero llena de cariño—. No tienes por qué cargar con algo que no es tuyo. Sé que fue difícil en su momento, y lo sigue siendo... pero eso no te define como persona. Yo sé quién eres, sé la mujer que tengo a mi lado, y nada de eso cambia lo que siento por ti. ¡Jamás te juzgaré por algo que no controlaste! Ese pasado... no me impide amarte como lo hago ahora, y como siempre lo haré.

Adele sintió que su corazón se aligeraba un poco con cada palabra de Richard. Su sinceridad, eran exactamente lo que necesitaba en ese momento.

—Si tuviera a ese imbécil frente a mí... juro que lo mataría —agregó Richard, sin un rastro de duda en su voz—. Pero mientras estés conmigo, nadie, ni siquiera yo, podrá hacerte daño. ¡Haría lo que fuera por ti! Incluso pondría el mundo a tus pies si fuera necesario.

Las palabras de Richard hicieron que una sonrisa se dibujara en el rostro de Adele, una sonrisa pequeña pero genuina, que reflejaba el alivio y la gratitud que sentía. Richard, al verla sonreír, se sintió completo, como si hubiera cumplido su misión.

—Se que la relación con tu padre no es la mejor, pero nunca dejes que sus palabras te lastiman o te hagan daño.
Sus palabras no te definen y debes tener eso siempre presente,. No sé si... Su relación mejorará algún día espero que si, por qué lo único que deseo es tu felicidad y más ahora que tienes una hermana a la cual quieres seguir viendo o no es así?.

—Si, así es... gracias realmente —Una lágrima cayó en su rostro, sin impedimento alguno.

Richard paso sus manos por sus mejillas para secarlas.

—No, llores no es necesario que lo hagas, solo quiero verte llorar de felicidad... o de placer cuando te haga el amor, pero nada más —dijo con una sonrisa traviesa, acercando sus labios a los de ella.

Adele dejó escapar una pequeña risa, sintiéndose más ligera que nunca. Richard la besó suavemente, pero con una intensidad que le decía todo lo que las palabras no podían expresar.

Anatomía de un deseo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora