XV

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Theodore Nott

Mientras que esperaba afuera de los vestuario, revisando mi móvil, no podía parar de preguntarme si era buena idea invitar a Ámber a una boda. Obviando el hecho de que era la mujer más insoportable del mundo, no estaba convencido de qué tanto le iba a gustar.

Mi familia era muy difícil de tratar, y muy extensa. Y todos italianos, además. Pero Ámber tenía experiencia yendo a eventos así, de modo que preferí pensar que ella iba a saber manejar la situación de no entender de qué estábamos hablando, los comentarios de mi primo y lo largo que se le iba a hacer, en general.

No la estaba llevando a una boda, en realidad. En mi familia, si era una boda de verdad, era mejor invitar solo a los más cercanos. Si se invitaba a la familia por completo, era más bien un evento social para presumir a tus parientes de tu éxito.

Pero sin duda, lo que más inquieto me tenía, era que descubriera lo que estaba pasando en mi familia desde hacía unos meses, pero sobre todo, que hablara o conociera a mi padre. De solo pensarlo, se me pusieron los pelos de punta. A saber qué podría soltar por la boca delante de ella... Y si hacía aunque fuera una mención a mi madre, iba a extrangularlo. No sería la primera vez.

Maldita sea, tenía que recuperar el diario de mi madre como fuera. Y el plan de que la pesada de Thalia se encariñara conmigo para que me ayudara a encontrarlo no estaba funcionando para nada. Principalmente porque la había subestimado y había pillado mis intenciones desde antes de poner en marcha mi estrategia.

Además, lo de la relación falsa, encima de que no iba a mantener a Matheo alejado de ella, estaba consumiéndome. Como tuviera que darle un abrazo más en público, iba a cortarme los brazos como excusa para no volver a hacerlo jamás. Pero era mi última esperanza de que "empatizara" conmigo y me devolviera "mi" diario.

Había pensado en contárselo para que así pusiera un poco más de esfuerzo en buscarlo, pero era algo demasiado personal como para mencionárselo a una persona que no sabe nada de mí.

Hablando de ella, su voz me sacó de mis pensamientos de sopetón:

—Theo...

—¿Qué?

—¿Opiniones? —me preguntó, invitándome a entrar para ver cómo le quedaba.

Y cuando mi mirada se encontró con su figura, su cara, sus piernas, las joyas que la adornaban... Casi todas las inseguridades que tenía sobre llevarla a la boda se disiparon: estaba convencido de que se iba a saber adaptar perfectamente, y que no tenía por qué preocuparme.

Ni por un secreto tan enorme como el de mi familia le iba a explotar en la cara. Supe que ella, y sólo ella podía venir a Grecia conmigo, porque qué más daría que se alejara de mí como el aceite del agua después de descubrirlo, si ya me odiaba antes.

Peri volviendo a la pregunta que me había hecho, honestamente, yo tenía un muy buen gusto. El morado oscuro le quedaba... bien; estaba presentable; era agradable a la vista verla así... Sacudí esos pensamientos de mi cabeza tan pronto como los escuché.

—¿Y bien? —dijo, cruzándose de brazos y tornando la cabeza, esperando a una respuesta.

Me encogí de hombros, indiferente, sin niguna opinión que pudiera decir en voz alta.

Smoke Curtains {Theodore Nott}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora