Sobre las seis de la tarde, el sol comenzando a esconderse detrás del horizonte, agarré mi varita y fui dirección al Bosque Prohibido.
Estaba muy confundida y asustada, pues no entendía por qué Theo me pedía ayuda y luego no contestaba a ninguno de mis mensajes. ¿Quizá le había pasado algo tan malo que ni siquiera era capaz de responder? ¿Y si había tardado demasiado?
De camino, revise la pantalla de mi móvil unas cinco veces rezando porque me hubiera contestado de una vez. No lo había hecho.
Hasta que por fin, después de unos cortos dos minutos que a mí se me hicieron interminables, llegué a nuestro sitio, a nuestro árbol.
Ahí fue la primera vez que me robó un libro. ¿Qué hubiera pasado si nunca hubiese decidido llevarlo conmigo y simplemente dejarlo en la encimera de mi dormitorio? ¿Estaría ahora preocupándome por mi enemigo de esta manera?
Durante toda la semana, había ido tirándole pequeñas indirectas a Theo para que supiese que yo me había enterado de la apuesta, y que él tuviera la decencia de confesármela y disculparse. Y no sé si era el mejor actor del mundo o si realmente ni siquiera se acordaba de la apuesta.
Solo había una forma de comprobarlo, y era esperar; esperar a después del baile para saber si volvía a odiarme, a reírse de mí, o si continuaba tratándome igual de bien que durante todos estos días.
Aunque la espera no era nada agradable. Cuanto más tiempo pasaba a su lado, más me enamoraba de él. Y si resultaba ser que solo había estado jugando conmigo todo este tiempo...
¿Era posible odiar tanto a alguien hasta el punto donde eres capaz de fingir que le amas para romperle el corazón después? Theodore no era tan psicópata, ¿verdad?
No lo creo. Para nada.
Y menos viendo la manera en la que su mirada perdida se suavizó al verme acercarme por detrás de él. Se sacó el cigarrillo de la boca y sonrió, con muchísima ternura reflejada en su rostro, antes de cogerme de la cintura y pegarme suavemente a él.
Me dio un pequeño beso en los labios agarrándome de la cara con la mano que sostenía su cigarrillo, creando una cortina de humo a nuestro alrededor.
Era imposible que todo esto fuese actuado. No era factible que cada movimiento, cada mirada, llegara a ser tan convincente si en el fondo no se sentía así.
Sin embargo, no pude saborear ese piquito en los labios correctamente, ni pude disfrutar de la sensación de las mil mariposas en mi estómago como es debido, pues sus labios sabían demasiado a alcohol como para pasarlo por alto.
Negando con la cabeza, divertida y empezando a entender por qué me había pedido ese socorro, até cabos: estaba ebrio y se aburría.
Sin embargo, ¿por qué estaba borracho a esta hora, un jueves?
—¿Qué tal, Nott? —le saludé yo primero, aunque en realidad quería decir: "espero que estés contento después de haberme dado ese susto".
Él decidió tratar de ocultar su sonrisa y hacerse el loco, tomándome el pelo:
—Come va, nana?
Con mis vagos conocimientos en italiano que había estado adquiriendo durante la semana, me atreví a contestar, mientras que él seguía fumando con esa sonrisilla de maldad mezclada con la ebriedad:
—Molto bene, e tu?
Theodore alzó ambas cejas antes de reírse de mí muy patética pronunciación, echándome todo el humo en la cara.
Fue una de sus carcajadas contagiosas que tan bien ocultaba, que me hizo unirme a su risa.
Molesta y divertida a partes iguales, le espeté, aunque dudaba de que pudiera oírme:
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Smoke Curtains {Theodore Nott}
FanficADVERTENCIA: Uso de drogas, asesinatos, lenguaje obsceno y grosero, escenas de sexo +18, amenazas de muerte, violencia y sadismo, toxicidad y posesividad dentro de una pareja; no imitar. Un slow-burn con Theodore Nott, a través de un enemies to love...