XXVI

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Después de un día que pareció no terminar jamás, las clases acabaron y di el día por finiquitado.

Estaba tan cansada que me costaba mantener los párpados abiertos y la cabeza me dolía y me daba vueltas, por no hablar de que el hechizo de apariencia estaba consumiendo muchísima de mi energía.

Conseguí librarme de mis amigas porque se iban a ir a estudiar a la biblioteca, o algo así, y como yo estaba a punto de quedarme dormida, me dejaron escapar.

Me tiré sobre la cama y me quedé profundamente dormida en menos de dos minutos. Y a jugzar por el cielo cuando me desperté, ya debían ser las ocho de la tarde. Cómo no, nadie estaba en la habitación a esa hora, pues me había vuelto a saltar la cena. Pero al menos, ya no iba dando tumbos por ahí.

Aún me quedaban diez minutos para bajar, aunque no sabía si me compensaba. Tenía hambre, pero no mucha. Y tener que ver a Theo otra vez... O peor, a Riddle.

Rápidamente agarré mi móvil para ver si mi supuesto amigo me había escrito o respondido ya, pero me llevé una gran decepción cuando no vi ni un mensaje.

Pensé y pensé en por qué podría estar enfadado o qué podría haber hecho mal, pero yo jamás había sido de las que se comen la cabeza sin hablar las cosas primero. Por lo que decidí ser yo la que mandara el mensaje, dándole una última oportunidad para que no nos distanciaramos.

Oye, si te ha molestado algo
que he hecho, sería mejor que
me lo contaras en vez de pasar
de mí de un día para otro.

Te recuerdo que se supone que
también éramos amigos.


No me gustaba tener que ser yo siempre la que intentaba solucionar los problemas, porque era muy orgullosa, pero imagina el cariño que le tenía a Riddle para que después de haberme ignorado todo el día y no haberme dicho ni una palabra, fuese yo detrás de él, otra vez.

Lo mismo parece que estoy exagerando y que puede ser que no llevara el móvil encima, o algo así. La cosa es que hoy también había ido a hablarle, en persona, y literalmente me había ignorado y se había ido.

Su respuesta tardó como quince o incluso veinte minutos en llegar. En los cuales yo ya me había duchado y puesto el pijama. Dejé que pasaran otros diez hasta poder leerlo, y decía algo así:

Pues mejor si no lo somos más.

Algo en mí se rompió cuando leí ese mensaje, y mi sangre hirvió cuando me di cuenta de que Theo tenía razón: él me había usado como a una servilleta.

Aunque, bueno, por lo menos había tenido la decencia de responderme y así no comerme la cabeza más.

Por lo menos había aprendido la leccion; amistad y sexo no deben juntarse. Ah, y nunca hay que confiar en Matheo Riddle.

Una lágrima cayó por mí mejilla, pero rápidamente la limpié. Últimamente, lloraba demasiado. Y no iba a derramar ni una lágrima más por los chicos de Slytherin. Eran todos unos mentirosos, oportunistas y manipuladores. Que les den.

Así de fuerte como la paliza que me dio Christopher Nott en mi sueño, por si en la vida real no había sido suficiente.

No pude dormir nada; cada vez que cerraba los ojos, o recordaba los eventos que sucedieron esa noche junto a todo el estrés por el que pasé y el dolor que sentí, o mi cerebro planeaba nuevas pesadillas, en las cuales, yo no tenía tanta suerte de escapar.

Smoke Curtains {Theodore Nott}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora