XXIV

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El lunes por la mañana, quería asesinar a los tres. No me podía creer que hubiera dormido tan mal y hoy tuviera que hacer un montón de cosas. Además, me seguía viendo horrible. Estaba tan fea, que tuve que recurrir a un hechizo para por lo menos verme aceptable.

Lo malo de eso es que luego si quería hacer más hechizos, tenía que deshacer el de la apariencia para que los otros fueran efectivos.

Después de llegar de la habitación de Enzo, no pude volver a dormir. Así que decidí leer un poco y darme una ducha, pensando en si realmente había hecho bien en ser yo la que contara los problemas de Theo a sus amigos, aunque fuera por no querer que Berkshire sufriera.

Pero ya no había marcha atrás, y por fin, yo ya no tenía nada que ver con Theodore Nott. Él ya tenía su diario, yo mi grupo de amigas, y lo único que nos relacionaba ahora era Enzo y Matheo.

En realidad, ya no me hacía falta decir que Nott y yo éramos pareja. Prefería no pedirle hoy que cortáramos públicamente, pues supongo que estaría muy cansado de la discusión con sus amigos ayer, y no quería seguir hurgando en la herida.

Además, de esa forma, podría estar libre para otros hombres, porque por lo que vi ayer, no sabía si Riddle seguía interesado en mi. Esa idea me aterró un poco; quizá solo estaba jugando conmigo, como me dijo Nott que haría.

Y mientras que iba pensando eso, preocupada y sumergida profundamente en mis pensamientos, cómo no, me choqué con una persona. Y no me imaginaba que fuera la persona que había puesto toda mi vida del revés en menos de tres meses.

—Ay, lo siento, Thalia... —me pidió perdón, agachándose para recoger sus libros.

Yo lo hice también, sin darle importancia al accidente y ayudé a Granger a recoger todo lo que se le había caído.

—No te preocupes —respondí, dedicándole una sonrisa amable—. Eso sí, tienes que dejar de ir corriendo a todas partes.

Ella se rió un poco, negando con la cabeza y terminando de recoger su material escolar. Se puso de pie, y colocándose un mechón de pelo detrás de su oreja, contestó, irónica:

—Gracias por el consejo, es la primera vez que me lo dicen...

Yo sonreí, torciendo un poco la cabeza: qué bien me caía Hermione. Era muy maja, y además muy inteligente.

—Oye, tenemos pociones juntas, ¿no? —preguntó, diciendo la frase que me cambió la vida.

Oírla decir eso fue como viajar en el tiempo y retroceder nueve semanas. Cuando mi vida era miserable y solo me centraba en fumar y en lamentarme por todo lo malo que me estaba pasando.

Ahora ya fumaba mucho menos que antes. Quizá fue porque ya no estaba tan estresada o porque me había acostumbrado a rodearme de personas que fumaban a mi lado. O sea, que seguía fumando, pero de manera pasiva. Y bueno, mi vida continuaba siendo una verdadera mierda, pero al menos la gente me respetaba un poco más que antes.

Granger y yo fuimos caminando juntas a clase, contándonos qué tal nos iba y eso. Ella me dijo que le alegraba ver que yo había vuelto a llevarme bien con mis antiguas amigas. Entonces, yo quise saber qué tal le iba a Hermione con los de Slytherin, si la habían vuelto a molestar, y me dijo:

—Desde que te juntas con ellos, ya no tanto. Ahora solo lo hacen Malfoy y Zabini.

Eso me sorprendió mucho, y abrí los ojos como platos.

—¿En serio? ¿Y por qué?

Ella se encogió de hombros, confusa.

—Ni idea. Pensé que era porque como estabas con Nott, le pediste que me dejaran en paz. Porque sino, no me lo explicaba.

Smoke Curtains {Theodore Nott}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora