VI

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Eran alrededor de las siete de la tarde cuando decidí ir a la sala común de Slytherin, pues si quería entrar a los dormitorios, iba a tener que colarme de madrugada, y ningún hombre es tan guapo como para arruinar mi horario de sueño por él.

Sin embargo, cuando estaba a punto de llegar, me di media vuelta sobre mis pasos; no entendía por qué, pero estaba bastante nerviosa, y llevaba sin fumar más de un día.

Además, si me encontraba en el Bosque con Theodore, que solía estar ahí a esta hora, mejor. Así podía ir con él a los dormitorios de Slytherin sin que pareciera que me estaba colando.

Así pues, cuando llegué a mi lugar de siempre, mis sospechas fueron confirmadas: Nott estaba fumando, como siempre. No obstante, a medida que me acercaba, me daba cuenta de que algo no iba bien.

Estaba más... ¿frío? De lo normal. Tenía la mirada completamente perdida, y no como solía tenerla siempre. No sé, era muy extraño. Quizá me estaba volviendo loca, pero nunca me ha gustado tener que ver a personas pasándolo mal, aunque no me lleve bien con ellas.

A ver, en realidad, lo siento si suena mal, pero me gustó verle tan afligido. Me recordó que él también tenía sentimientos y que no era tan macho e insensible como quería hacerlo parecer.

Estuve a punto de simplemente decirle que me llevara a la habitación de Matheo, sin rodeos ni preguntas para saber cómo está, pero recordé todo lo que había hecho por mí esa mañana; aunque no dejarme morir era lo mínimo, podría perfectamente haberse mofado de mí sufrimiento y no ayudarme, pero decidió buscar un remedio para mi dolor.

A regañadientes, rodé los ojos y volví a mí habitación, con una idea mejor.

...

—Ten. —Le dije, entregándole el libro en mis manos.

Theodore me miró extrañado, revisando la portada y la sinopsis.

—¿Asesinato En El Orient Express? —dijo, nombrando el título que aparecía en la cubierta—. Y... ¿Oliver Twist?

Asentí con la cabeza. Decidí omitir que pensé que esos eran los que más le gustarían: tenía pinta de ser el típico que le gustan los libros de misterio y con un poco de drama.

—Dijiste que solo uno a la vez.

—Ya, bueno. Es por lo de esta mañana. Y por el diario. Y por ir a buscar a una cura para el dolor —Me sorprendí a mi misma nombrando todas las cosas que había hecho por mí.

Bueno, es lo mínimo, ¿verdad? Si el perdió mi diario, debía devolvérmelo. Si conocía un hechizo para anular el veneno, tenía que usarlo o si no me hubiera matado... más o menos.

"Tú le hubieras dejado sufriendo, admítelo" Me gritó mi consciencia.

Theodore dio otra calada a su cigarro y   volvió a perder la mirada. Entonces, pude notar sus ojeras y la rojez en sus ojos.

Joder... Vale. 

—Emm... —Empecé a murmurar, sin saber qué decir—. Te ves horrible.

Theodore frunció el ceño y me miró de arriba a abajo, enfadado y confundido a partes iguales.

—Quiero decir... No te sueles ver tan mal.

Cada palabra que decía, hacía enfadar más a Theodore, que ya estaba apretando la mandíbula con fuerza.

—Joder, eso. Que te pasa algo.

—¿Me estás preguntando si estoy bien?

—Lo has dicho tú, no yo.

Smoke Curtains {Theodore Nott}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora