Capitulo 40

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El crujido de la estructura metálica oxidada resonó en mis oídos. De repente, sentí que el suelo se abría bajo mis pies y mi estómago se encogió al darme cuenta de que el suelo debajo de mis pies se había venido abajo. En una fracción de segundo, todo a mi alrededor pareció ir lento.

Vi al hombre perder el equilibrio y caer junto a mí, su rostro reflejando un terror indescriptible.

Mientras caía parte de la estructura oxidada rasgo mi muslo haciendo gritar de dolor.

Desesperadamente, busqué algo a lo que aferrarme, pero solo encontré más aire. El miedo me paralizaba, pero no podía rendirme. Tenía que llegar, tenía que advertirles. No podía fallarles.

Con todas mis fuerzas, estiré el brazo, intentando alcanzar algo, lo que fuera, que pudiera detener mi caída. Mi mano izquierda rozo una barra oxidada que se resbaló pero tire con todas mis fuerzas mi mano derecha y logre detener mi caída a una muerte segura.

Mi pierna ardía y latía por la cortada pero no tenía tiempo para prestarle atención, necesitaba subir antes de perder fuerza.

En eso siento como el hombre logra agarrarse de mis piernas haciéndome gritar del dolor, rápidamente mira hacia abajo y vi rostro, su expresión era casi como una súplica «No me dejes morir». Volví a jadear del dolor al sentir la estructura oxidada penetrar las palmas de mi mano por el peso del hombre.

—¡Por favor, no dejes morir acá! —suplico.

Pensé que los chicos.

Iba extender mi mano cuando a medio camino las manos del hombre se resbalaron, aparte la mirada pero no pude evitar que mis oídos escucharan un golpe seco que me heló la sangre. Un escalofrío me recorrió el cuerpo y las lágrimas nublaron mi visión. El horrible sonido de su cuerpo impactando y el asqueroso sonido de sus huesos quebrándose no podría sacar nunca eso de mi cabeza.

No podía detenerme.

No podía.

Con un hueco en mi corazón y un recuerdo doloroso en mi cabeza así  que abrí los ojos con determinación, negándome a rendirme. Tenía que llegar a esa radio, costara lo que costara.

Con un grito de esfuerzo me aferré la barra oxidada con todas mis fuerzas, ignorando el dolor punzante en mis palmas desgarradas. Mi muslo rasgado ardía y mis brazos temblaban por el esfuerzo, pero no me detuve.

Lentamente, comencé a trepar, cada movimiento una agonía. El crujido de la estructura metálica bajo mi peso me ponía los nervios de punta, pero no me atreví a mirar hacia abajo. Mantuve la vista al frente, concentrada en alcanzar la cima.

Cada centímetro ganado era una victoria, cada aliento una batalla. Sentía la sangre resbalando por mis brazos, pero no me importaba. Nada más importaba que llegar a esa radio y advertir a mi equipo.

Con un último esfuerzo sobrehumano, logré impulsarme hacia arriba usando mis piernas. Subí, jadeante, pero lo había logrado. Ahora solo tenía que encontrar la radio, la busque desesperada hasta que la encontré tirada casi al borde, rápidamente la agarre.

—¡Nos atraparon! —dije con la respiración entrecortada.

—Maldita escurridiza.

Escuché decir antes de sentir un golpe en la nuca que apagó completamente mi sistema haciendome ver todo negro.

*⭐*

Escuché varios gritos, voces mezcladas que no podía distinguir para nada. Eso fue lo primero que noté.

¿Lo segundo?

Dolor.

Una punzada en la cabeza me hizo sentir un dolor que me provocaba náuseas, mi muslo ardía y palpitaba de una manera insoportable.

ᴇʟ ʜᴇʀᴍᴀɴᴏ ᴅᴇ ᴍɪ ᴍᴇᴊᴏʀ ᴀᴍɪɢᴀ (Heeseung y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora