39. Mentiras y elecciones

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Mentiras y elecciones

Después del habitual banquete de bienvenida a un nuevo curso en Hogwarts, el alumnado al completo se dirigió a sus respectivas salas comunes. Los cuadros conversaban entre sí, en uno, donde estaban jugando una partida de cartas, discutían haciendo grandes aspavientos. Alya no podía escuchar lo que decían, porque el zumbido de voces y pasos de los alumnos de Slytherin enmudecía todo lo demás, pero los veía de reojo mientras Markus le contaba que había ido de vacaciones a Dinamarca con sus padres.

— Allí hay muy pocos magos y brujas. Cada vez nacen menos. También es verdad que en general es un país con una población muy baja. — Disertaba su amigo.

— ¿Llegaste a quedar con Lysander? — Le interrumpió Alya con curiosidad.

— Oh, eso. No. Íbamos a quedar en agosto, y con todo lo que pasó... Me dijo que no tenía mucho ánimo para quedar.

Alya notó la desilusión en la voz de su amigo. Lo comprendía, pero también comprendía a Lysander. Además, era totalmente cierto que no había abandonado ni un minuto la habitación de San Mungo mientras Lorcan estuvo allí.

— Bueno, ahora seguro que podéis quedar un día.

— Por mí no va a ser. — Dijo Markus con gesto de gran dignidad—. Si él quiere quedar, que me lo diga. Yo no fui el que anuló la cita.

Alya chasqueó la lengua y meneó la cabeza de un lado a otro con media sonrisa. Markus era muy, muy dramático, pero claro, Markus tampoco conocía en profundidad la gravedad de la situación de Lorcan. Sabía lo que había pasado en casa de los Potter, pero no sabía que ahora Lorcan era un licántropo y que se había pasado varias semanas en coma y un mes hospitalizado. A pesar de todos los avances que se habían hecho en el mundo mágico en cuanto al trato con criaturas mágicas, había algunas, como los licántropos o los vampiros, que seguían siendo apartados y discriminados por su condición, a pesar de que ya era un problema que se podía tratar con varias pociones y no tenía por qué afectar a la vida del licántropo en cuestión.

— Estoy segura de que está deseando quedar contigo, pero ha tenido un verano muy movido, te lo aseguro. — Dijo Alya.

Continuaron caminando, guiados por la corriente de chicos y chicas que se dirigían a las mazmorras. Los prefectos dijeron la nueva contraseña, argentum verbum, y una oquedad se hizo en el muro de piedra.

— Entonces, ¿vas a verte con Bill esta noche? — Le murmuró Markus.

— Supongo que no pasa nada por ver qué quiere.

Ambos habían tomado asiento en una alejada mesa de madera oscura situada en el rincón más apartado de la zona central de la sala común de Slytherin. Por supuesto, Alya le había contado todo lo que había pasado en el tren.

— Alya, yo solo voy a decirte que para Bill tú siempre vas a ser mucho más que una amiga. No acepta no ser nada para ti. Si no quieres nada con él, mi consejo es que te alejes y le des largas. No solo porque le vas a hacer sufrir a él, sino porque también vas a sufrir tú.

La chica suspiró. No quería contarle a Markus el plan que había empezado a formarse en su mente gracias a las indicaciones de Devi.

— Solo voy a ver qué quiere. — Repitió Alya, intentando quitarle hierro al asunto.

No pasó mucho tiempo antes de que Markus dijese que estaba cansado y que se iba a la cama. Eran casi las once. Alya también estaba cansada, pero había decidido quedarse allí hasta la hora de la cita para no tener que salir en medio de la noche de la habitación. Seguía compartiendo dormitorio con Melissa Atherton y no quería que se enterase de nada de lo que hacía, aunque por otro lado, era bastante probable que ya lo supiera porque Bill se lo hubiese contado.

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⏰ Última actualización: Jul 15 ⏰

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