14. Un mal día

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- ¿Qué?

Scorpius Malfoy arruga el ceño y dirige una mirada incrédula al capitán del equipo de quidditch de Slytherin. Fabian McManus, un muchacho alto de piel oscura que juega como guardián, permanece delante de él con un gesto de tal seriedad que cualquiera diría que no está riéndose de Scorpius.

- Que si te interesa ser nuestro golpeador, Malfoy. Te presentaste a las pruebas, ¿no es así?

- Sí, pero... La temporada de quidditch ya ha empezado. – Dijo Scorpius, aunque es evidente que Fabian debe saberlo. – Quiero decir que... ¿qué pasa con Strulger y Sawley?

- Strulger ha decidido que no quiere jugar. Se ha rajado después del accidente de Alya, así que tenemos que cubrir el puesto de golpeador, y tú quedaste segundo en las pruebas.

- Pues... Hmmmm. – Scorpius se muerde el labio lleno de duda al mismo tiempo que se echa hacia adelante en el sillón verde que ocupa en la Sala Común. – Me lo pensaré.

- ¿Te lo pensarás? – McManus sonríe sarcásticamente. – Hay diez personas más después de ti que hicieron las pruebas y que están deseando estar en el equipo. Si necesitas pensártelo supongo que tú no...

- Está bien, acepto. – Le interrumpe Scorpius.

Fabian, que ya se ha puesto en pie, dispuesto a irse al no obtener la respuesta esperada, lo mira con una sonrisa dibujada a medias en sus finos labios. Las conversaciones del resto de alumnos de Slytherin que deambulan por allí flotan entre ellos, llenando con un murmullo el silencio que se ha hecho entre ambos.

- ¿Seguro? – Pregunta McManus, alzando las cejas.

- Sí. – Asiente Scorpius.

- Muy bien. Mañana en el campo de quidditch a las cinco.

- A esa hora tengo guardia de prefectos. – Se apresura a comentar el chico de cabello rubio.

- Pues que te la cambien o algo. – McManus se encoge de hombros. – Si no estás a las cinco, no te molestes en ir más por allí, Malfoy.

Dicho esto, Fabian McManus se aleja del sillón que ocupa Scorpius en un punto poco concurrido de la Sala Común. Así que ahora es golpeador del equipo de quidditch de Slytherin. Jamás habría pensado que eso llegaría a suceder, y mucho menos que al mismo tiempo sería prefecto por su casa. Sonrió con satisfacción. Su padre también jugaba en el equipo de quidditch y fue prefecto. Seguro que se enorgullecerá al saber que va a ser golpeador.

- ¡Scorpius! ¡Scorpius!

Al levantar la vista, el chico ve a Albus Potter acercarse a él con paso enérgico. Tiene las mejillas sonrojadas y da la impresión de que ha llegado corriendo.

- ¡Albus, qué bien que hayas venido, tengo algo que contarte!

- Yo a ti también. – Dice su amigo. Está muy serio, mucho más de lo que es normal en él.

- ¿Qué pasa? – Pregunta Scorpius al mismo tiempo que Albus se sienta a su lado en el sillón y mira alrededor de ambos, como si quisiera asegurarse de que nadie está lo suficientemente cerca de ellos como para escucharlos.

- Acabo de oír una conversación muy extraña. – Le susurra, dirigiéndole una mirada nerviosa detrás de sus gafas.

- ¿Qué conversación?

- Verás, estaba con Alya dando un paseo y hemos llegado hasta la orilla del Lago Negro. Ha discutido con James y, bueno, lo ha estampado contra una pared.

Relatos en tiempos de pazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora