3. Misterios no resueltos de Hogwarts

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- ¡Albus, ayuda a tu hermano a desgnomizar el jardín!

La voz de Ginevra Potter llega hasta su dormitorio desde la planta baja. Albus Severus Potter suspira al tiempo que dirige una mirada ofuscada a la puerta de su dormitorio.

- ¡Estoy estudiando, mamá! – Vocifera para hacerse oír.

- ¡Puedes estudiar más tarde! ¡Venga, ayuda a tu hermano!

Suelta un gruñido y se levanta de la silla después de cerrar el libro que está leyendo con un golpe sordo. Seguro que James ni siquiera necesita su ayuda, pero claro, como no soporta que le manden hacer algo solo a él, habrá estado quejándose sin parar hasta que su madre lo ha llamado. Como si lo viese. Pues le va a decir unas cuantas cosas a James.

Baja las escaleras con el gesto torcido, enfurruñado ante la perspectiva de pasar la mañana del día de su cumpleaños desgnomizando el jardín mientras su hermano se burla de él por haber conseguido que su madre le obligue a ayudarlo. A veces piensa que James es el favorito de sus padres, porque de una forma u otra siempre termina saliéndose con la suya, es más, está seguro de que si él hiciese la mitad de trastadas que había hecho su hermano mayor, habría estado castigado durante siglos. Pero a James no lo castigan, basta con dejarlo un día sin postre o mandarlo a su dormitorio. ¿De verdad creen que va a dejar de comportarse como un pequeño delincuente solo por no quedarse sin postre?

Cuando llega a la planta baja cruza el pasillo hasta la cocina. Su madre no está allí, seguramente se haya encerrado en el despacho. Desde que la propuesta de tía Hermione acerca de la celebración de elecciones ha sido aceptada por parte del Wizengamot, su madre pasa horas haciendo papeleo en el despacho de papá "ayudando a tía Hermione". Albus no entiende aquello. Mamá no trabaja para el Ministerio, ¿tía Hermione no tendrá algún ayudante que haga todo el papeleo pertinente? La respuesta debe ser negativa, de lo contrario es incapaz de comprender por qué su madre realiza tal sacrificio.

Pero esto no ocupa demasiado tiempo en su mente. Está dispuesto a decirle a James que puede desgnomizar él solito el jardín, igual que hizo él el mes anterior. ¿O acaso él es más especial que nadie? Seguro que eso cree él. Atraviesa la puerta corredera que da al jardín trasero esperando ver a su hermano con gesto triunfal, pero en lugar de encontrar a James, se topa con toda su familia de pie junto a una gran carpa de color crema.

- ¡Sorpresa! – Exclaman los Potter y los Weasleys, agrupados de tal manera que parece que van a hacerse una foto.

Todos están sonriendo. Sus abuelos, sus padres, sus tíos y tías, sus primos y primas... Incluso James sonríe de lado a lado, con sinceridad. Albus no puede evitar imitar el gesto de su familia mientras se arrepiente silenciosamente por haber pensado tan mal de James y de sus padres.

- Feliz cumpleaños, cielo. – Su madre se acerca para abrazarlo y besarle el pelo.

Al momento siguiente se encuentra rodeado por su ruidosa familia. Todos le felicitan. Su abuela lo apretuja contra su pecho con tanta fuerza que le tuerce las gafas sobre el puente de la nariz.

- ¡Mi pequeño Albus! – Le dice sin dejar de besarle la mejilla una y otra vez - ¡Quince años, ni más ni menos!

- ¿Puedo felicitar al cumpleañero, mamá?

Y entre toda aquella marabunta de pelirrojos – porque los castaños pasan desapercibidos entre tanto Weasley – aparece alguien a quien Albus lleva tiempo sin ver. Su tío Charlie lo mira con una sonrisa ladeada antes de darle una fuerte palmada en el hombro.

- ¡Tío Charlie! – Exclama sorprendido Albus, que no duda un segundo en lanzarse a abrazar al fuerte cuidador de dragones.

- Felicidades, Al.

Relatos en tiempos de pazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora