9. Halloween II

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Todo va tal y como se ha imaginado. El más absoluto silencio la envuelve como una manta mullida y cálida de la que no quiere deshacerse. Tan solo el crepitar del fuego y el golpeteo que produce el aire contra las ventanas de la Torre de Gryffindor llegan a sus oídos, y hay que decir que ambos sonidos le parecen a Molly Weasley de lo más relajantes.

Le produce un placer indescriptible pensar que todo el colegio se encuentra en el Gran Comedor y que cientos de metros la separan de todo. Del barullo, de la música, de las conversaciones intrascendentes... De todo. Así que Molly lanza un suspiro de alivio, se quita los zapatos negros que les obligan a llevar con el uniforme y sube los pies a la mesita destartalada que tiene justo delante. Sus ojos azules observan las llamas un momento antes de esbozar una sonrisa satisfecha y tomar entre sus manos el libro que ha dejado junto a ella. Es una novelita ligera que cuenta la historia de una bruja adolescente que se enamora de un muggle. La tiene escondida en el baúl del colegio (porque claro, no todo el mundo puede saber que Molly Weasley también tiene su lado romántico) y casi nunca tiene tiempo de avanzar con ella, entre la larga lista de quehaceres que debe cargar a sus espaldas y que siempre tiene que estar acompañada por alguien... Tiene que aprovechar las noches para leer, pero a veces llega tan cansada que ni eso le apetece.

De modo que podría decirse que ese es su momento. Está sola, todo a su alrededor evoca tranquilidad y tiene un batido de avellanas y chocolate que convenientemente le ha requisado a un chico de primero que iba haciendo el tonto por el pasillo. Molly sabe que tiene que aprovecharlo porque en Hogwarts esas pequeñísimas islas de placer son como espejismos, apenas duran si no sabes sacarles partido. Abre el libro y aún sonriendo se sumerge en la lectura.

Guewn es una bruja que tiene exactamente la misma edad que Molly. Es una chica algo tímida a la cuál sus padres envían a la casa de su anciana abuela para pasar el verano, bastante alejada de la civilización. Allí conoce a Jack, un chico muggle que ayuda a su padre en la tienda de comestibles que este regenta en el pueblo cercano a la casa de su abuela. Un día la abuela de Guewn la envía al pueblo para comprar y es así como da comienzo una tierna historia de amor sometida a no pocos incidentes debido a los prejuicios por parte de...

Toc. Toc. Toc.

Molly frunce el ceño y mira a un lado y a otro. ¿Alguien ha llamado a la Sala Común de Gryffindor? Eso es imposible. Escucharía a la Señora Gorda quejarse de semejante despropósito. Quizás se lo haya imaginado mientras lee. O puede que haya sido el fuego. El fuego a veces...

Toc. Toc. Toc. Toc. Toc.

Pues no. Está bastante segura de que no se lo ha imaginado. Algo asustada, porque aquello es raro hasta para tratarse de Hogwarts, cierra el libro sin fijarse en la página por la que va. Lo deja sobre la mesita y se pone en pie, descalza y con la falda del uniforme arrugada sobre las rodillas. ¿De dónde proviene el ruido? No hay ningún fantasma por allí – aunque tan solo podría tratarse de Nick CasiDecapitado y él no tiene aquel tipo de comportamiento – y tampoco ve a ningún alumno. Ningún elfo. Nada. Entonces, ¿de dónde procede ese...?

TOC. TOC. TOC.

- ¡Molly! ¡Ábreme! ¡Me estoy congelando!

La pelirroja abre los ojos de par en par. Al otro lado de una de las ventanas que circundan la torre puede ver, ni más ni menos, que al mismísimo Devlin Jones montado en escoba. El viento le azota el cabello con violencia y tiene que soltarse con una mano del palo para poder cubrirse los ojos.

- ¿¡Se puede saber qué narices haces aquí!? – Exclama ella, malhumorada, mientras abre las ventanas. El aire le da en la cara con fuerza y tiene que entrecerrar los ojos y hasta apartarse un poco para conseguir ver al muchacho que se esfuerza por acercarse a la cornisa con cuidado de no estrellarse.

Relatos en tiempos de pazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora