26. De mal en peor

697 36 43
                                    

Hola de nuevo!

Bueno, por aquí os dejo el nuevo capítulo. Quería publicarlo la semana pasada pero no fue una buena semana, estuve unos días chof y me costó un poco terminar el capítulo, pero ya está aquí y espero que os guste :) Muchas gracias por vuestros ánimos y comentarios. Me encanta leeros y saber qué opináis de los personajes o de lo que va pasando y demás :3

Pd: si no contesto a algunos es porque no sé qué pasa que no me los notifica la página y hasta que no me meto al capítulo no los veo =(

Nos leemos!!

Besos!! 

_______________________________


Un rayo de sol le dio de lleno en la cara. Le calentaba la piel, pero también le hizo fruncir el ceño al notarlos sobre sus párpados.

— James, despierta.

Alguien lo zarandeó. Parecía la voz de Fred. Al abrir los ojos comprobó que, efectivamente, era su primo el que le hablaba.

— ¿Por qué tienes que ser tan tocapelotas? — Preguntó James con la voz pastosa. Sentía la lengua seca y la garganta le escocía.

— ¿Quieres un poco de agua? — Preguntó Lysander, situado al otro lado del cabecero de la cama. James asintió.

— ¿Estoy en la enfermería?

— ¿No te acuerdas? — Lorcan lo observaba desde los pies, sujeto a las barras metálicas de la cama blanca de la enfermería—. Te metiste en la biblioteca en medio de un incendio.

James tomó el vaso de agua que le acercó Lysander y se lo bebió de un solo trago. Su amigo volvió a llenarlo, como si le leyera el pensamiento, y se lo acercó de nuevo. Las imágenes de las llamas a su alrededor comenzaron a abrirse paso entre los recuerdos del buscador. Calor. Humo. Todo era rojo en torno a él. Al final del control de la biblioteca la señora Pince se había desmayado en su silla. James había movido la varita para hacerla flotar, rodeada de un escudo invisible que la mantuviese a salvo. Le costó un poco que el hechizo le saliese, pero finalmente consiguió sacar a la anciana bibliotecaria de allí a pesar del derrumbamiento de una viga de madera de la sala de lectura que tuvo que sortear como mejor pudo. Lo último que recordaba haber visto era a Alya arrodillándose junto a él en el suelo.

— ¿Y la señora Pince?

— Está bien. Descansa allí. — Lysander señaló un biombo blanco que ocultaba una camilla al final de la sala de enfermería.

— ¿Cómo se te ocurrió meterte ahí? — Fred meneó la cabeza a un lado y a otro—. ¿Tenías que hacerte el héroe?

— Claro, hubiese sido mejor que la señora Pince se quemase viva.

— Pues a tu madre no le ha hecho ninguna gracia. — Prosiguió su primo—. Le ha enviado una lechuza urgente a Albus esta mañana y había un montón de exclamaciones. También ha dicho que te llegará un vociferador cuando hayas salido de la enfermería.

— Genial...

James rezongó por lo bajo e intentó incorporarse mejor en la cama. Notaba las piernas entumecidas y le dolían las costillas. También se dio cuenta de que tenía las manos y los brazos llenos de un ungüento amarillo y pegajoso.

— Es para las quemaduras. — Le dijo Lorcan.

— No recuerdo haberme quemado.

— Resulta que el fuego era mágico. Solo con una breve exposición a su calor te produce quemaduras. — Explicó Lysander.

Relatos en tiempos de pazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora