2. Las cartas de Hogwarts

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El sol veraniego ilumina con un resplandor blanquecino la casa de los Potter. Los restos de la fiesta nocturna permanecen en el jardín trasero como espectrales muestras de la diversión pasada. La quietud y el silencio flotan deliciosamente sobre los dormitorios del acogedor hogar, al menos hasta que tres ruidosos muchachos bajan atropelladamente las escaleras y corren por el pasillo entre risas y gritos.

- ¡Toma Lorcan!

- ¡James, devuélvemelo!

- ¡Cógelo si puedes, Fred!

Y de nuevo risas y gritos retumban por toda la casa.

Rose Weasley aprieta los párpados antes de decidirse a abrir y cerrar los ojos, primero con movimientos perezosos hasta que por fin se siente capaz de enfocar la mirada en la cama contigua a la suya, donde su prima Roxanne permanece durmiendo apaciblemente a pesar del ruido. Si una familia de gigantes se pusiese a pelear justo en aquella habitación, duda de que su prima se inmute ni un poquito.

Después de exhalar un suspiro y de contorsionar su cuerpo entre bostezos sobre la rígida cama – cosa que le produce un placer indescriptible – sale de ella con su pijama de conejitos verdes ataviados con túnicas y camina hasta la puerta. Cuando llega a la cocina descubre que tía Ginny y tío Harry preparan el desayuno mientras sus primos James, Fred y Albus, acompañados por Lysander y Lorcan, ponen la mesa.

- ¡Oh no! ¡Un troll se nos ha metido en casa papá! – Como siempre, James tiene que hacer la gracia, coreado por las risas de Fred y Lorcan.

- James... - Dice tío Harry, aunque ya ni siquiera suena a amenaza, es más bien una costumbre eso de llamarle la atención a su hijo mayor por cualquier cosa.

- ¿Por qué teníais que hacer tanto ruido al bajar? – Pregunta Rose, ignorando pretendidamente las palabras de su primo mientras les ayuda a poner la mesa para el desayuno.

- Ya es hora de levantarse. – Contesta Fred – Además, si nosotros estamos en pie, el resto también.

- Estaba soñando con Didy Muntz. – Dice Rose con expresión soñadora.

- ¿En serio? – James Potter arruga la nariz con asco - ¿Te gusta ese tío?

- ¿¡Ese tío!? – Rose fulmina a su primo con la mirada - ¡Es el mejor cantante de la Historia de la Humanidad y es súper guapo! ¡No te atrevas a hablar mal de él en mi presencia!

Los cinco chicos intercambian una mirada cargada de incomprensión, pero no dicen nada al respecto del comentario de Rose. Ni siquiera James y Fred se atreven a añadir palabra alguna ante la posibilidad de enfadar a Rose Weasley, y es que quien conoce a la pelirroja sabe que es mejor no tentar a la suerte. Rose no es como Roxanne, no se pone a quejarse y a refunfuñar. No te sigue el juego. Si tienes la mala suerte de conseguir cabrearla, te las tendrás que ver con ella, y Rose no es de las que corren a que alguno de los mayores interceda en la situación, como harían Roxie o Lucy. Ella es más como Molly en ese sentido. Sabe arreglárselas bien.

Demasiado bien.

- ¿Quién es súper guapo? – Pregunta Roxanne, que acaba de aparecer en la cocina acompañada por Lily y Alya.

- Didy Muntz. – Contesta Rose, dejando un puñado de tazas sobre la mesa.

- ¡Oh! ¡Ya lo creo que sí! – La apoya su prima de tez morena - ¡Cazaría un dragón para poder ir al concierto que va a dar estas navidades en Londres!

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