Relatos en tiempos de paz

24. El sabor de las lágrimas

Hola a todxs y Feliz Año Nuevo!

Gracias por vuestros mensajes de apoyo tan comprensivos, sois lxs mejores, de verdad. Espero que os guste el capítulo y que me digáis qué os parece ;) Nos leemos pronto ^^

Besos!!

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9 de septiembre de 1991

Mi muy estimado Adrian,

Espero que te encuentres tan bien como la última vez que nos vimos. Yo ya estoy de nuevo en Hogwarts. Te agradezco inmensamente que me hicieses sentir tan cómodo en mi visita a Boston. Diana Carrow ya me había dicho que eras un buen tipo, pero no podía imaginar cuánto. Te agradezco también tus consejos. Durante el viaje de regreso no dejé de darle vueltas a lo que me dijiste, y a los pocos días de llegar de nuevo a Inglaterra sentía una desazón tan grande que no podía seguir retrasando aquello por más tiempo. Después de desayunar con mi madre, fui directamente a la estación de tren muggle y me monté en el primero que iba a Worcester. Desde allí tuve que tomar un bus a Hallow, un diminuto pueblo cercano desde el que tuve que caminar casi una hora hasta llegar, por fin, a la monumental mansión de Cygnus Black. Dudé de lo que estaba haciendo al llegar a la puerta, pero uno de los elfos domésticos del señor Black me vio y me preguntó qué hacía allí, así que le dije que había ido para hablar con el señor de la casa, le conté lo primero que se me ocurrió, que era un estudiante que hacía un trabajo de investigación sobre las casas nobles del mundo mágico. El elfo me dijo que esperase en la reja exterior y se desapareció unos minutos, el señor Black me recibió de inmediato, pero en cuanto me vio se quedó de piedra. Resulta que ya me conocía. Sabía quién era yo y qué hacía realmente allí. Como su esposa, Druella, estaba allí, me dijo que si quería entrevistarme con él en su despacho. En cuanto estuvimos solos ambos nos quedamos en silencio. Yo creía que iba a gritarme que saliese de su casa, pero en lugar de eso me dio un fuerte abrazo. No podría expresar lo que sentí en ese momento, Adrian. Solo puedo decir que era lo que había estado esperando estos 16 años. Hablamos durante horas. Resulta que él sigue teniendo relación con mi madre, no una relación amorosa, pero le envía oro suficiente para poder mantenerme. A cambio mi madre le enviaba fotos mías y le contaba cómo me iba en el colegio. Dice que soy la viva imagen de su padre, Pollux, que soy un Black de los pies a la cabeza. No puedo describir lo feliz que soy en estos momentos.

Me pidió, eso sí, que no le dijese nada a nadie. Me ha dicho que es un tema delicado. Yo le entiendo, al fin y al cabo él tiene una familia y supongo que no es sencillo contar algo así a tu esposa y a tus hijas, pero poco a poco confío en que dé el paso, me gustaría mucho formar parte de la familia y conocer a mis hermanas. Ahora estamos en contacto, me escribe todas las semanas. Cuando nos veamos en Navidad (me ha pedido que lo visite cuando tenga vacaciones) le preguntaré si sería posible que me reconociese como su hijo para poder tener el gran honor de portar el apellido Black.

Te envío una de las fotos que mi padre y yo (aún se me hace raro llamarlo "mi padre", pero supongo que debo acostumbrarme) nos hicimos en mi visita.

Me despido, Adrian, tengo mucho que hacer hoy. Ya me contarás cómo siguen nuestros hermanos de Boston. Dale recuerdos a Kavanagh.

Un fuerte abrazo,

R.

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James Sirius Potter corre por los pasillos y baja a saltos las escaleras, piso tras piso, hasta llegar al rellano principal. Las puertas del Gran Comedor ya están abiertas y desde el interior le llega el ruido de las conversaciones animadas que a primera hora de la mañana son habituales. Un grupo de chicos de Hufflepuff y Slytherin dialogan cerca de las grandes puertas dobles. James se apresura a tomar asiento junto a Fred, Lorcan y Lysander. Con disimulo dirige un rápido vistazo a la mesa de Slytherin para descubrir, asombrado, que Alya no está allí.