Charlotte siempre fue tratada como "la chica fea", sus familiares, amigos y conocidos solían discriminarla por su apariencia.
En el transcurso de los años aprendió a vivir con eso, mejor dicho, a aceptar que era una "chica fea", ganándose un mal tra...
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Charlotte dormía plácidamente en su cama, con la boca abierta mientras botaba saliva por la comisura de sus labios.
—¡Charlotte Jane Austin! ¡Vas a llegar tarde a la escuela! —gritó su madre abriendo la puerta de golpe y Charlotte se levantó asustada.
—¡¿Qué?! ¿Qué hora es? —preguntó Charlotte alterada mientras buscaba su reloj entre el desorden de su habitación.
—¡Son las seis y cuarenta y cinco de la mañana! ¡Te acostaste tarde leyendo esos libros, ¿verdad?! Dios mío. ¡¿Qué voy a hacer contigo?! —gritó su madre enojada mientras intentaba recoger el desorden.
Charlotte tomó su toalla y rápidamente se metió a la ducha antes de que su madre le diera una paliza o la amenazara con vender sus libros.
Cuando era pequeña soñaba que algún día despertara siendo una hermosa y dulce princesa como salían en las películas, le contaba su sueño a sus amigos y estos se burlaban de ella, siempre ha sido esa chica a la que nadie se le acerca por ser fea, desde que era una bebé le recuerdan que su apariencia no es atractiva, ya está acostumbrada a que le digan cosas así. Fue entonces cuando se dio cuenta de que no era una princesa, era la mala de la historia, una bruja malvada.
Charlotte corrió con su cabello alborotado por las calles, intentando llegar a tiempo a la escuela. Esta portaba el uniforme que consistía en una falda azul oscuro, una camisa de botones manga larga color blanca con una corbata, chaqueta azul oscuro y unos zapatos blancos.
En sus manos no podía faltar un libro, esta chica amaba leer, se puede decir que era lo único que le hacía sentir acompañada, le gustaba fantasear e imaginar muchas cosas para llenar el vacío en su interior.
Charlotte finalmente logró entrar a la escuela y entró a su salón, donde todos la miraban burlonamente, el profesor acababa de llegar, Charlotte rápidamente se sentó en su silla, cabizbaja.
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—Recuerden terminar de leer el capítulo, esa es la tarea, nos vemos la próxima clase —dijo el profesor cuando sonó la campana indicando que podían salir a descansar.
