Charlotte siempre fue tratada como "la chica fea", sus familiares, amigos y conocidos solían discriminarla por su apariencia.
En el transcurso de los años aprendió a vivir con eso, mejor dicho, a aceptar que era una "chica fea", ganándose un mal tra...
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—¿Cómo te sientes? —preguntó Engfa tomando la mano de su madre.
Estas se encontraban en el hospital, a su madre le habían diagnosticado principios de cáncer hace tiempo, así que siempre venía a verla cuando tenía tiempo libre.
—Perfectamente bien, no tienes de qué preocuparte —dijo su madre con una sonrisa.
—¿Quieres que te lea algo? —preguntó Engfa tomando un libro de la mesa y su madre negó.
—No, quiero escucharte a ti. Saber cómo estás, cómo te ha ido. ¿Cómo está Tim? —preguntó deteniéndola.
—Tin está bien... Te extraña mucho, lo traeré a visitarte —dijo Engfa.
—¿Te estás portando bien Engfa? —preguntó su madre.
—Sí... No más peleas —dijo Engfa alzando su mano como forma de juramento y su madre soltó una carcajada.
—¿No has hablado con Chompu? —preguntó.
—No hablemos de eso, vine a pasar tiempo contigo, no a hablar de ella —dijo Engfa y su madre la miró reprochándole.
—No me gusta que estén enojadas —dijo haciendo un puchero y Engfa volteó la mirada.
—Tranquila mamá, no te preocupes por mis problemas. Ya soy grande para saber qué es lo mejor para mí —dijo Engfa mirando tiernamente a su madre.
—¿Estás comiendo bien? —preguntó.
—Sí, ¿quieres ver mis músculos? Estoy más fuerte que nunca, me estoy comiendo todos los vegetales —dijo Engfa divertida mientras le mostraba los músculos de sus brazos a su madre, quien solo reía.
—Ay mi niña, no sabes cuanto te amo —dijo su madre pasando su mano por la mejilla de esta y Engfa sonrió.
—Ven aquí —dijo su madre abriendo sus brazos y Engfa se acostó en la camilla con su madre abrazándola con fuerza. —No me importa que tengas 18, o si tienes 50 u 80 años... Siempre será mi bebé.
Engfa acomodó su mejilla en el pecho de su madre, escuchando los latidos de su corazón y asintió levemente.
—Te amo mamá —dijo Engfa.
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