Charlotte siempre fue tratada como "la chica fea", sus familiares, amigos y conocidos solían discriminarla por su apariencia.
En el transcurso de los años aprendió a vivir con eso, mejor dicho, a aceptar que era una "chica fea", ganándose un mal tra...
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Charlotte salía desanimada de su casa para ir a la escuela, extrañaba tanto a Engfa que se sentía vacía todas esas semanas sin ella.
Charlotte cerró la puerta de su casa y se volteó para seguir su camino hacia la escuela, pero esta detuvo sus pasos y abrió sus ojos al ver a Engfa mirándola con una sonrisa.
—Buenos dí... — iba a decir Engfa, pero Charlotte salió corriendo hacia ella para abrazarla emocionada.
—Te extrañé mucho —dijo Charlotte abrazándola con fuerza y Engfa pasó sus manos por la espalda de Charlotte atrayéndola más si era posible.
—Yo también —dijo Engfa.
—¿Por qué no me avisaste que habías salido del hospital? —preguntó Charlotte separándose un poco para mirar fijamente a Engfa.
—Quería que fuera una sorpresa —dijo Engfa sonriente.
—Saliste muy temprano de tu casa para llegar hasta aquí —dijo Charlotte pasando sus manos por el cabello de esta.
—Quería verte... Aunque quieres mantener nuestra relación en secreto, te puedo tomar de la mano hasta la parada del autobús —dijo Engfa ofreciéndole su mano y Charlotte la tomó rápidamente con una gran sonrisa.
—¿Estás de acuerdo con esto? Querías contárselo a los demás... —dijo Charlotte mientras caminaban.
—Estaba celosa, era por eso... Pero ante todo, respeto tu decisión Char —dijo Engfa.
—¿Celos? —preguntó Charlotte divertida. —¿Por qué estarías celosa?
—Ya no importa, puedes decirles cuando te sientas cómoda —dijo Engfa.
—Hoy iba a ir a visitarlas, estaba pensando en hornear galletas... ¿Chompu cómo está? —preguntó Charlotte.
—¿Ya no nos vas a dar galletas? —preguntó Engfa haciendo un puchero y Charlotte soltó una carcajada.
—Pues, Chompu ya puede caminar, bueno, algo así... Después de muchas terapias, puede mover sus piernas para caminar, pero solo eso, todavía no puede correr, ni saltar y esas cosas... Además, está usando muletas —dijo Engfa.
—Se merece un premio por todo el esfuerzo que ha hecho, le haré galletas —dijo Charlotte sonriente y Engfa llevó su mano a su pecho ofendida.
—¿Solo a ella? Yo le ayudé a levantarse del suelo cuando no podía, yo también merezco un premio —dijo Engfa haciendo un puchero con sus labios y Charlotte llevó sus manos a las mejillas de Engfa aplastándolas, divertida.
—Te haré todas las que quieras —dijo Charlotte sonriente sin dejar de aplastar las mejillas de Engfa mientras se miraban fijamente.
—Quiero algo más —dijo Engfa llevando sus manos a la cintura de Charlotte.
