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Niesse observaba al joven que yacía en la cama de la única habitación con la que contaba su departamento, debido a que vivía sola no necesitaba nada más y eso la llevaba a este momento, estar sentada viendo a la nada en su salita de estar tratando de procesar y entender qué era lo que había pasado, ¿En qué se había metido y qué es lo que había visto en realidad? ¿Era todo una broma? ¿Alucinación? ¿Estaba loca? ¿La drogaron? No era posible que todo lo que vivenció fuera cierto, ¿No? ¿Cómo podía ser posible algo así?

La bibliotecaria no se consideraba alguien escéptica, por el contrario, gustaba de las cosas raras de la vida, esas que no tienes explicación, que escapan a la comprensión humana y que muchas veces nos dejan llenos de interminables dudas y teorías que no podemos demostrar pero que en el fondo sabemos que tenemos razón; había leído libros de fantasía desde que tenía memoria, amaba todo ello, pero de allí a pensar que sería testigo de... ¿De qué? ¿Qué era eso? Realmente no era lo que esperaba para su tarde y ahora, a las tres de la madrugada, ni siquiera era capaz de conciliar el sueño, en parte por la preocupación de tener un extraño en su casa y en parte porque, bueno, su cama estaba siendo invadida.

Un quejido la sobresaltó, rápidamente sin perder tiempo se dirigió al cuarto para ver al joven de hebras blancuzcas con una mueca de dolor, con premura llegó al chico para evitar que se moviera ya que los vendajes que había colocado podían salirse y sería otro problema; suspiró aliviado cuando el extraño volvió a quedarse inmóvil preso del cansancio, se apartó un poco para observar la venda, todo en su lugar, apenas había un poco de sangre, seguramente debería cambiarla luego. La fémina observó a detalle a la persona que ahora ocupaba su lecho, era un muchachito más del montón, o al menos eso parecía, podía asegurar que era menor que ella, pero llamaba más su atención el hecho de que su cabello era completamente blanco, albino, como su piel y ni hablar de sus ojos, ¿Quién en la tierra tiene ojos blancuzcos casi platinados? No era normal, ¿Serían lentillas? Quién sabe... y luego estaban sus tatuajes, eran raros, no los había visto nunca en ninguna otra persona antes pero no podía dejar de pensar en que los había visto destellar cuando hizo lo que sea que hiciera cuando se enfrentó a sus enemigos, una cosa era segura a sus ojos, ese desconocido muchacho, era precioso y peligroso.

—Duele... —el murmuro ajeno la sacó de sus pensamientos, pronto pudo ver al peliblanco incorporándose con cuidado. — ¿Dónde estoy?

—Oh, que bueno que despiertas —ambos se observaron—. Trata de no moverte, te he vendado hace poco.

—¿Despertar? ¿Cuánto llevo aquí? ¿Dónde estamos y tú quién eres? —soltó el joven con rapidez mientras sus orbes iban a la ventana más cercana.

—Llevas varias horas, más de seis tal vez, es mi departamento y mi nombre es Niesse Donovan —respondió viéndolo ponerse de pie con dificultad y caminar hasta la ventana asomándose con cuidado a ver fuera—. La pregunta aquí es, ¿Quién y qué eres tú?

El blanco de sus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora