Tras desayunar todos juntos en la sala con Agatha, el grupo de jóvenes se dirigió a los límites fuera de la villa donde Eldor había quedado con Niesse para entrenar y practicar sin hacer daño a otros o a estructuras. Silvano se había sumado al equipo queriendo supervisar a los más jóvenes pues no quería que se metieran en problemas, Alistair los siguió solamente porque quería estar cerca de su amigo —pero eso no lo iba a admitir—; Eleck caminaba a paso sereno mientras sostenía la mano de Ónice que de manera mimosa se mantenía pegado a él observando a su alrededor, ronroneando bajito con Rayna que los seguía detrás sereno.
Eleck observó a Niesse charlar con Alistair, entretenida, sonriente, de vez en cuando se acercaba al joven que ahora los acompañaba para comentar algo o reír a su lado y eso era algo que disgustaba un poquito al mago de luz, aunque no le gustara en lo absoluto demostrar ese tipo de reacciones, es decir, ¿Quién era él para estar molestándose de esa forma? Nadie, no tenía otra relación que no fuera amistosa pero tampoco era enteramente de esta manera, ¿Entonces? Tragó duro desviando la mirada, es más que conscientes de que, si Eldor no hubiera irrumpido en su cuarto, habrían terminado besándose, ¿Y luego? Luego seguramente habría muerto de vergüenza, pero la habría besado de nuevo, sí, claro que sí y... ¿¡Y qué!? ¡Ay, no, ya está desvariando!
Le dio la espalda al grupo, el Valaisin se detuvo para cubrir su rostro con las manos, ¿Qué estaba pensando? ¡Qué locura! Ónice lo observó con el ceño fruncido pero lo dejó ser para mutar a su forma felina y curiosear en el área y para cuando Eleck quitó sus manos la ceguera había acudido a su encuentro.
—No... Mierda, ¿Por qué aquí y ahora? —farfulló sopesando qué hacer, si decirles que quería regresar a casa de Agatha, ajeno a la conversación de los demás.
—Creo que este es un buen lugar para que practiquemos —sonrió Eldor volteando a ver a todos los demás.
—Buena idea, aquí no vamos a estorbar ya que estamos lejos de los caminos a la villa, no será problema —Cira apoyó la idea.
—¿Qué es lo primero que deberíamos comenzar a practicar? —Silvano observó a todos los presentes, estaban ansiosos, menos Eleck quien de forma desinteresada veía alrededor.
—Creo que podemos iniciar con un hechizo que sirve para alejar a los oponentes dándoles un fuerte golpe —Eldor sonrió quitándose el abrigo—. Hagamos que sea un juego fácil, ya saben, de destreza y agilidad.
—¿Cuál es el hechizo y cómo haremos esto? —Niesse se acercó interesada.
—No lo hay, no es algo que deba ser pronunciado sino que debes imaginarlo en tus manos —sonrió acortando distancia con ella, tomó sus manos para enseñarle a cómo debía colocarlas, una sobre otra sin tocarse—. Piensa que tienes allí un proyectil de energía, no importa el tamaño que quieras darle, solo debes dejar que la magia fluya desde tu cuerpo sin que se haga notar. Es un buen ataque sorpresa si estás siendo perseguida y no deseas que te encuentren cuando des el golpe.
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El blanco de sus ojos
FantasyNiesse Donovan es una joven que vive en Helsingborg desde hace cinco años buscando encaminar su vida, proveniente de una familia sumamente tranquila y común, cree que nada puede sorprenderla ya, pero todo cambia una noche en que decide ayudar a un e...