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La luz de la luna iluminaba toda la ciudad de Helsinborg mientras que Niesse corría entre los callejones seguida de Ónice que cuidaba su espalda tras una esfera luminiscente que se movía sigilosa pero veloz entre los edificios rumbo al mago que se encontraba en la comunidad, la joven no podía creer que realmente hubiera más de ellos entre las personas comunes y corrientes, tragó duro, ¿Qué más había que nadie sabía? No podía dejar de pensar que tenía mucha suerte de estar siendo parte y testigo de semejante aventura, después de todo, no es algo que se ve todos los días, ¿No?

La bibliotecaria observó a todos lados antes de salir de un callejón e internarse en otro, el híbrido llevaba su forma gatuna pero de un tamaño exageradamente grande, es decir, ¿era necesario hacer creer a todos que había una pantera suelta en las calles? Los ManeKatt tiene la habilidad de cambiar el tamaño de sus mutaciones, de pequeños e inofensivos mininos a feroces felinos de tamaños de temer; el gato negro de ojos como zafiros se mueve con elegancia observando atento la esfera, mentiría si dijera que no se siente tentado a darle un zarpazo pues su lado juguetón sale a flote con rapidez pero intenta concentrarse en poner a salvo a la humana que su amo le ha encargado.

—¿Crees que falte mucho? —pregunta por lo bajo Niesse, sus ojos van a todos lados intentando no verse paranoica pero fracasa, en verdad teme ser encontrada por esos tipos y ni hablar de la preocupación que siente por haber dejado atrás a Eleck.

—No lo sé. —susurró el chico habiendo regresado a su forma humana, la esfera se ha detenido sin más, levita en el callejón, con exactitud al final de este, pero allí no hay nada—. ¿Se habrá equivocado?

—¿Y si ya no está en la ciudad? ¿No que ustedes viajan por portales o algo así? —preguntó frunciendo el ceño, la esfera se desvaneció de a poco hasta no dejar rastro de que estuvo allí—. Mierda, tal vez nos hemos equivocado.

—Sí, creo que se han equivocado —una voz los sobresaltó, para cuando Niesse y el híbrido voltearon a ver fueron lanzados por el aire por potentes ráfagas de aire que los dejaron estrellados contra las paredes del edificio continuo—. ¿Quiénes son y por qué estaban siguiéndome? Sin mentiras, no tengo mucha paciencia. —un joven emergió de las sombras vistiendo de negro, una casaca bastante larga lo abrigaba, pantalones oscuros a juego con sus botas y la peculiar capucha sobre su cabeza fue echada hacia atrás dejando ver los ojos más ambarinos que Niesse siquiera podría haber imaginado.

—Eres el mago —susurró Ónice sorprendido.

—No nos ataques, ¡no es lo que crees! —Niesse exclama siendo bajada al suelo con lentitud, pero Ónice seguía estando casi pegado al edificio—. Estábamos buscándote, umm... No sé cómo empezar, yo ni siquiera tengo magia y estoy metida en esto, vengo de parde de otro amigo, su nombre es Eleck y es un Marline, pido ayuda y asilo.

—¿Marline? —frunció el ceño—. Eso cambia la historia —asintió dejando al ManeKatt en el suelo—. Lamento el ataque, pero estamos en medio de lo que puede ser una próxima guerra, confiar no es algo que debamos hacer así como así, mi nombre es Alistair Black y soy un Tuuli.

El blanco de sus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora