Ónice no dejaba de ver por la ventana, atento, cauteloso, mientras ingería rápidamente lo que Niesse le había servido en un plato para que se alimentara, el ManeKatt temía que fueran atacados y separados de nuevo por lo que prefería ser el vigía. Eleck, por su parte, caminaba de un lado a otro mientras pensaba con meticulosidad lo que tenía hacer, por el momento debía continuar con lo que había iniciado, encontrar más magos que pudieran ayudarle a llegar a las pistas del heredero de Merlín, pero también debía mantener a Donovan segura de esos locos magos piromaníacos que ahora mismo de seguro estaban buscándolos, suspiró, no quedaba más que aventurarse a la noche y escapar mientras le fuera posible, también buscar una forma de que la bibliotecaria se defendiera.
—Deja de pensar tanto, ten, come —Niesse se puso delante del chico impidiendo que siguiera caminando como animal enjaulado, le entregó el plato y lo llevó hasta la mesa más cercana empujándolo por sus hombros.
—Intento armar un plan —espetó el peliblanco.
—Comprendo, pero, ¿Qué es lo que has logrado caminando como loco por mi sala además de ponerme nerviosa? Nada, ¿verdad? — sonrió—. Come, anda.
—Pareces mi padre —rodó los ojos divertido.
—Algún día quiero ser madre, voy a entrenar contigo —Niesse se burló.
—Bueno, no sé muchos sobre cómo son los papás pero sí las mamás, pero creo que lo harás bien —sonrió.
— ¿Tú no tienes? —ella preguntó cautelosa.
—No, no tengo padre —probó bocado—. Papá era humano, dejó a mamá cuando supo que ella era bruja alquimista, en ese entonces ella vivía aquí en tu mundo pero decidió regresar a Khandrya y tenerme, terminó quedándose definitivamente.
—Supongo que no es fácil saber que tu pareja tiene magia y es una bruja, en mi mundo, las brujas son malvadas y mal vistas por lo general, depende mucho del lugar y sus creencias sobre ellas —sopesó.
—La realidad es que todos somos buenos, lo bueno es lo correcto, el mal lo eliges tú mismo —Eleck la observó unos minutos—. Mamá era una buena mujer, siempre cuidó de mí.
— ¿Dónde está? —terminó su plato y observó al ojiplateado con atención.
—Murió durante la guerra, cuando Merlín falleció muchos quisieron llegar a su cuerpo para absorber sus poderes pero fue en vano porque estos habían desaparecido y no se ha vuelto a ver un mago con su talento —explicó—. Es por eso por lo que debemos encontrar a su descendiente, porque solo él es quien posee esos dones maravillosos y porque le corresponde el legítimo lugar en el trono de Khandrya.
—Suena a que va a ser un dolor de cabeza —Niesse suspiró con preocupación.
—Sí, lo es, pero tengo que encontrar a ese ser, es mi misión —se puso de pie—. Merlín me lo encomendó momentos antes de morir, me pidió que no dejara de buscarlo, a su hijo, fue la única pista que me dio, que es un varón.
ESTÁS LEYENDO
El blanco de sus ojos
FantasíaNiesse Donovan es una joven que vive en Helsingborg desde hace cinco años buscando encaminar su vida, proveniente de una familia sumamente tranquila y común, cree que nada puede sorprenderla ya, pero todo cambia una noche en que decide ayudar a un e...