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El grupo de Antaa Potkut que camina por las calles de la ciudad de Helsingborg, entre gentíos y coches, observan detenidamente el lugar al que han ido a parar por seguir al mago de luz que recibió la orden de buscar al heredero de Merlín. Sho, uno de ellos, se asquea de sobremanera al ver la forma en que los humanos viven, tan llenos de contaminación, ruidos, edificios. No puede creer que puedan vivir con tanto barullo y lejos de los verdes prados, los frescos bosques llenos de vitalidad, de aire puro para pulmones competentes que quieran llenarse de su meliflua fuerza; el mago de ojos amarillentos no se priva de ver cada detalle de manera muy minuciosa, desde que el Valaisin se les escapó con ayuda de un mago natural no han podido dar con una pista para hallarlo nuevamente, eso les jode bastante puesto que no tienen mucho tiempo.

—Demonios, no debimos darnos el lujo de atacarlo así como así, perdimos la oportunidad de haberlo interrogado mejor. —uno de ellos observa al grupo con semblante frustrado, incrédulo en la situación.

—Calmados, perdiendo el control no lograremos tener un avance —comentó Gya mientras suspiraba—. Ese chico sabe más de lo que aparenta, nadie en su sano juicio nos hubiera hecho frente como él, en especial a mí.

—En lo personal, me parece que hay algo raro en todo este tema, ¿Cómo es que vamos a encontrar a un heredero que debe tener más de un siglo de vida, entre humanos? ¿No es eso algo ilógico? Ya se hubiera creado un revuelo entre estos seres con solo ver que cincuenta años después de su nacimiento sigue siendo joven y no un anciano, ¿Comprenden? —preguntó Sho cruzando los brazos sobre su pecho, captando la atención de los presentes.

—Concuerdo. —asintió otro miembro del grupo—. Creo que debemos encontrar al chico, de seguro Merlín le dijo algo antes de morir que facilitaría la búsqueda, su hijo no puede haber vivido este tiempo entre humanos, es ilógico.

—Tal vez ha sabido ocultarse, si logró escapar fue con su madre, ¿No? Debió ser una bruja —Sho siguió el andar no muy convencido de lo dicho.

—Quién sabe —susurró Gya sin volver a decir una palabra en todo el camino.

La realidad era que Sho tenía mucha razón y la mujer come almas lo sabía, de seguro el heredero de la corona de Khandrya no estaba viviendo en el mundo humano, era algo ilógico, pero entonces, ¿Por qué el Valaisin viajó desde el reino mágico a una ciudad tan aburrida como esa? ¿Acaso sabía algo que ellos no? De seguro, haber sido la mano derecha del rey durante tanto tiempo debía darle más de un secreto y conveniencia, seguramente Merlín le dio pistas que seguir para poder encontrar a su hijo y una de ellas estaba en la dimensión mundana, ¿Conclusión? Tenían que encontrar a Eleck cuanto antes, de inmediato y de ser necesario ella misma iba a destruirle el alma con tal de que cantara todas las cosas que sabía y que no revelaba por valentía, o bien, estupidez.

Lialevi Amaial Valaisin —murmuró Gya generando en su mano una esfera rojiza, el hechizo de búsqueda se centraría en encontrar al Valaisin, o todos los que estuvieran cerca hasta dar con él.

El blanco de sus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora