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—Este atuendo me molesta —se quejó Rayna, enfurruñado, con sus orejas hacia abajo por la disconformidad—. Me aprieta el trasero.

—Creo que se te ve bien —Ónice sonrió acomodando un moñito discreto en su cuello—. ¿Me veo bien?

—Te ves tierno —Equusuu sonrió acomodando el trajecito negro del ManeKatt.

—Oye, no lo toques tanto —Rayna gruñó celoso, ese hechicero se acercaba demasiado a su compañero.

—Relájate, pequeño salvaje —se carcajeó el hombre no creyendo en lo que veía—. Solo estoy ayudándolo, y te es apretado porque te lo has colocado mal.

—¿Uh? —frunció el ceño viéndose—. Con razón mi cola no puede salir como debe, ¡Esta ropa es horrenda, dame mis prendas ahora!

—Vamos a un evento, ponte guapo, ¿Quieres? Quizás encuentres pareja, uno nunca sabe —ambos híbridos se sonrojaron apartando la mirada escuchando las risas burlescas de Equusuu, el hechicero no dejaba de molestarlos.

La noche caía con lentitud, el incremento de personas en la villa podía notarse con facilidad, parejas de todas las edades y de diferentes regiones de Khandrya habían acudido al gran evento. Niesse había regresado junto a los demás a la casa de Agatha para prepararse para el gran momento puesto que debías vestir según el elemento que era tu centro, en general, la vestimenta era la misma difiriendo en los colores representativos de cada región; las prendas eran sencillas, constaban de pantalón y camisa tanto para hombres como para mujeres —en el caso de Niesse en color negro, Silvano en color verde, Alistair en celeste— cuyas mangas y botamangas iba ceñidas, como toque final una capa de largo medio sujetada con un broche dorado en forma del escudo de la Ciudad del Sol, Cathair Ghrian.

—Luces preciosa, veo que el traje te queda bastante bien —Agatha observó a Niesse terminar de vestirse acomodando su largo cabello.

—No estoy segura de que esto esté bien, es decir, ni siquiera sabía de este evento hasta hoy —rascó su nuca indecisa—. ¿es adecuado asistir?

—Que no sepas de él no quiere decir que no tengas el derecho a disfrutarlo —rió la mujer.

—Suena como algo que diría Eleck —Niesse sonrió.

—Claro que lo diría, lo creas o no, todos los Valaisin somos así, nuestro poder nos hace tener este tipo de comportamientos, hacer algo que sea deshonroso o que no vaya con el código que representamos en el universo nos hace sentir mal, nos hace daño —sonrió acomodando la capa de la joven—. Tal vez podemos reflejar mejor nuestro verdadero ser cuando hemos madurado, cuando somos mayores y podemos dejar de lado las locuras o impulsividades de la edad joven.

—Creo que acabas de describir a Cira —sonrió con malicia.

—Sí, así es —suspiró como una madre que sabe que su hijo tiene aún que aprender mucho—. Tal vez parezca insensata, pero cuando la situación lo requiere es en quien puedes confiar.

El blanco de sus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora