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Rayna y Ónice se encontraban sentados sobre uno de los árboles más altas de la villa habiendo escalado el mismo tras aburrirse de comer bocadillos durante el evento de la luna azul. Ray mantenía su espalda apoyada contra el tronco de este, entre sus piernas se hallaba su compañero que reposaba su cabeza contra el hombro y parte del pecho ajeno; con los ojos puestos en el astro nocturno, serenos, cómodos, y con las gemitas en sus rostros brillando con fuerza.

—Todo se siente muy tranquilo, como cuando vivíamos en palacio —susurró Ónice con un ronroneo.

—Es verdad —Rayna suspiró apoyando su mentón en la cabecita ajena—. Tus ojos se ven hermosos, brillan como la luna.

—Gracias —un tenue rubor rosáceo apareció en sus mejillas—. Me gusta cuando tus gemas resplandecen, se te ven bellas.

—No tanto como las tuyas, somos dos guapos —rió—. Voy a extrañar esta tranquilidad, ahora que debemos dejar la villa para continuar, creo que deberemos enfrentarnos a muchos problemas.

—¿Tienes un mal presentimiento? —Ónice frunció el ceño, preocupado—. Porque yo sí, creo que algo realmente malo va a suceder.

—Esperemos que no —chasqueó la lengua—. Tengo dudas sobre nuestra misión, sé que Eleck quiere cumplir con la palabra de Merlín, pero, ¿Por qué nosotros? ¿Por qué arriesgar tanto por alguien que no sabemos si vamos a encontrar? ¿Y si todo esto fuera en vano?

—¿Qué? ¿Qué quieres decir? —se apartó para verlo a los ojos—. Merlín nos acogió cuando no teníamos nada, nos entrenó y protegió, a los tres, le debemos al menos esto. Además, si el reino no encuentra al heredero, ¿Quién va a gobernar? Es posible que los Pimeys y los Antaa Potkut que los apoyan tomen el control, ¿Te imaginas? Ya no habrá paz.

—De todas formas sucederá si no hay heredero, ¿No lo ves, Ónice? No tenemos ni una sola pista, nadie sabe de ese hijo o hija que se perdió hace tiempo, quizás ni siquiera existe, ¡Ni siquiera se sabe quién era la pareja de Merlín! Esto es una locura, estamos arriesgando tanto sin tener certezas —suspiró.

—No nos podemos rendir ahora, Ray —el híbrido de pelaje oscuro entristeció bajando sus orejitas.

—No lo haremos, pero quiero que estés atento, alerta a todo —asintió—. Tú y yo somos los pilares de Eleck, somos quienes van a coronar al heredero de Merlín de estar vivo, no podemos seguir manteniendo un perfil bajo. A partir de ahora, deberemos pelear codo a codo con nuestro amigo, o nadie podrá revelar la verdad.

—De acuerdo —asintió decidido—. Solo espero que encontremos una solución al Oculi Tenebris.

—Debe haberla, no puede ser irrevocable —volvieron a acurrucarse—. Si el rey pudo contra eso, quiere decir que es posible, solo hay que hallar la fuerza necesaria para lograrlo. Ya verás, Oni, se podrá. Además, tenemos a Niesse, sea quien sea ella en realidad, no nos va a abandonar.

El blanco de sus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora