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Atravesar los gigantescos jardines del Castillo de Sofiero sin ser vistos no era una tarea sencilla pero tampoco imposible para el grupo de magos que buscaban desesperadamente la entrada a Khandrya más cercana. El par de ManeKatt mutó a sus tamaños pequeños como gatos moviéndose sigilosamente entre las flores siendo sus sentidos los principales protectores para con sus compañeros logrando captarlo absolutamente todo a la perfección. Alistair y Niesse se aventuraron primero a cruzar guiando tanto con magia como con el conocimiento del antiquísimo edificio, Silvano y Eleck los seguían desde atrás quedando distancia entre ellos—bastante— debido a que el mayor ayudaba al peliblanco a caminar lo más veloz y seguro posible; el Valaisin tropezó un par de veces pero se mantuvo erguido aferrando con fuerza el brazo de quien lo ayudaba, tenso pero alerta a cualquier cosas que pudiera suceder.

—¿Qué puedes ver? —preguntó Eleck por lo bajo sintiéndolo a su lado apresurar el andar.

—No mucho, jardines, algunas personas yendo y viniendo pero son las de menos, a pesar de ser una gran atracción es muy tranquilo por aquí —comentó.

—¿Es bonito? —preguntó divertido el mago más joven.

—Tiene su encanto, no lo niego, pero prefiero por mucho nuestro hogar natal —sonrió—. Supongo que no debe haber cambiado tanto desde que me marché de Khandrya.

—Pues no, o al menos yo no he notado cambios significativos —Eleck asintió sopesando su siguiente pregunta—. Silvano, ¿Cómo fue que perdiste a tu hermano?

—Ya te dije, un Sielun Syoja se lo llevó, se alimentó de él y lo perdí —suspiró—. Mi hermano era menor que yo, tenía mucho potencial como mago de hierbas, era mejor sanador que yo y estoy seguro de que habría sabido cómo quitarte el Oculi Tenebris.

—Tú has hecho todo lo que ha estado en tus manos, aun cuando tu hermano fuera un prodigio en los dones sanadores no habría podido retirarlo, ya has oído que el Oculi Tenebris solo será revocado por el Sielun Syoja que lo lanzó pero Gya no me lo va a quitar con tanta facilidad —tragó duro—. O hasta que esté muerto.

—No vas a morir, ella no te va a vencer, ¿Dónde está el chico valiente que conocí? Ten más confianza y fe —suspiró no sabiendo cómo alentarlo.

—Le tengo un gran terror a la oscuridad, Silvano, de solo pensar en ella termino sintiéndome tan perdido... —se detuvo—. Imagina lo que es estar viéndola ahora mismo, yo... No sé qué hacer o cómo debo sentirme...

—Tener miedo no es malo, Eleck, pero sí deberías preguntarte por qué le temes tanto al punto de que te cambia como persona, porque eso sí es lo que está mal —palmeó su hombro—. Tal vez no puedas ver la realidad física que te rodea ahora, pero el mundo no ha cambiado, solo eres tú con dificultad para percibir, pero sigue siendo el mismo, seguimos estando a tu lado, seguimos el camino y tú puede sentir lo que te rodea como Valaisin, es parte de tu percepción el poder concentrarte en las energías, no lo olvides. Es un simple hechizo que se vuelve contra ti tomando tus miedos.

El blanco de sus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora