23: MIO

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Luna se sentía un poco rara esa mañana, se había terminado la pócima, pero el dedo le seguía doliendo, decidió que esa mañana iría a pedir más a la enfermera, porque su mano seguía en las mismas…

-Luna – Apareció Hermione que parecía había tenido mala noche - ¿A dónde?

-A la enfermería, ayer me mordió una planta y no se me quita el escozor y el dolor

-Umh… yo te acompaño, quiero algo que me ayude a dormir, no lo he podido hacer en estos días – Murmuró, pero claro, ella sabía el motivo de su insomnio, pero necesitaba un calmante.

Las dos fueron a la enfermería pero descubrieron a la enfermera ocupada… Alessa estaba en la enfermería y Madame Pomfrey le vendaba el pie y le daba unas pociones…

-Te quedarás aquí en la enfermería el día de hoy para que evalué el esguince – le dijo – y si sigues bien, mañana o pasado mañana te reincorporas a tus clases…

-Yo… yo tengo que informar a  los profesores lo que me pasa…

-Se lo informaré a los profesores – Le dijo la enfermera – Por favor, descansa… si hubieras venido anoche, no se te hubiera hinchado.

-Pero mi novio lo tiene que saber…

-Ya se enterará, le avisaré a su hermano, señorita Tugwood.

A esas alturas, Hermione había salido volando de la enfermería, de un modo que cuando Luna se volvió a buscarle, ya no estaba… claro, la castaña sabía que ese día tendría a Draco solo para ella ¡Alessa estaba fuera de combate y ella podría acercarse!

Lo localizo solo al salir de una clase y le hizo señas… el rubio dudó, pero al encontrarse sin la aprisionante presencia de Alessa, fue hacia ella, un poco dudoso. Hermione se veía ansiosa, radiante, hasta había olvidado su falta de sueño…

-¿Qué? – Pregunto Draco en medio de esa oscuridad

Como respuesta, Hermione lo rodeo por el cuello y la atrajo hacia ella para besarlo. Las diferencias… muchas… esos besos… eran apasionados, ardientes, cálidos, lo hacían vibrar.

Hermione le daba unos besos exactos, depositando una lluvia de besos en su rostro, en su cuello, le mordisqueaba los lóbulos, volvía a aprisionar si boca y el calor emanaba de sus cuerpos. Las manos de Draco ya rodeaban su cintura pegándola a su cuerpo…

Las respiraciones entrecortadas… agitadas… los besos voraces y ese torbellino de emociones eran tan vorágines… Draco sentía que se estaba perdiendo con ese amor tan repentino, con ese atrevimiento de la castaña para luchar con otra chica que sin duda, se la llevaba de calle por la belleza…

Solo una cosa a su favor…

¡Que Hermione Granger era capaz de calentarlo con un solo roce de sus manos! ¿Cómo podía ser eso? ¿Cómo alguien como ella lo hacía temblar con solo tocarlo? Y cuando lo besaba, el ya no sentía ni el tiempo ni el espacio… cerrar los ojos era suficiente para que lo enviara a otra dimensión…

Sus manos le quemaban, lo enloquecían… le gustaba ese infierno en el que lentamente se metía y lo que ella le decía al oído, que era más candente… la deseaba, la necesitaba como a nadie jamás… y claro, los besos de Alessa que eran mas fríos que el hielo… era hermosa, era perfecta… pero era trozo de escarcha ese corazón que poseía.

“Te quiero Harry”

-¡Maldita sea! – Gimió Alessa en la enfermería - ¿Cómo pude? ¡No debí! ¿Qué me paso? ¿Y si Harry tiene el talismán? No… imposible, Alexander lo tiene bien guardado…

-¿Hablando sola? – de pronto entró su hermano

-Hola – sonrió escuetamente

-¿Qué te paso Alessa?

El TalismánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora