8: Jugando con fuego

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Alessa se quedó callada… por un segundo, mientras el moreno echaba fuego por los ojos esmeraldas, restregaba los dientes y sentía que la odiaba… ¿Cómo una descendiente de Sacharissa Tugwood que dedicaba su vida a la belleza y el amor pudiese ser tan egoísta, ególatra, altanera y odiosa?

¿Por qué carajo la profesora no la dejo en Slytherin?

Pero ella soltó otra risita burlona y algo se le cruzó en el camino… Finalmente, le haría un favor, pobrecito tullido simplón, heroechucho de quinta categoría… justiciero de pocas pulgas…

Obvio… ella sabía cómo castigar a tipejos como ese

Harry no supo cómo, no supo cuando ni porque… pero de repente Ale se abalanzó sobre él y le pescó los labios en un beso derretidor y algo castigador. Bueno, muy castigador, porque Harry solo sintió la tibieza de sus labios carnosos y sensuales presionando los suyos, y lo peor, que en un momento de debilidad, entreabrió los labios y ella profundizó hábilmente su beso…

Harry no supo ni que hace, si soltaba el bastón para apoyarse, se caería, pues la maldita pierna le dolía terriblemente y necesitaba su pócima para controlar el dolor… rabiaba… porque no podía empujarla, apartarla de él para que no lo contaminara con sus labios impuros.

-Deja de luchar – sonrió ella sobre su boca – Solo que tu amargura es por la falta de amor… y yo te lo estoy dando…

-¡Aparta! – Bramó al fin al mirar los fríos ojos castaños de Alessa, hermosos sin duda, pero como el hielo, el no necesitaba la heladez de sus besos, necesitaba la candidez…

-Como gustes…

Ruborizado, se alejó como pudo, soportando el dolor, sobre todo por el fresco, era cuando más penetraba en sus huesos las cuchillas de aire helado que le hacía recordar, que sus heridas tardarían en recuperarse y es como Madame Pomfrey le había dicho… si los médicos muggles no le hubieran metido mano, ellos, con magia, lo pudieron haber remediado.

Apenas llegó a su habitación, arrastrándose a su cama, aferrándose a la pierna, emitiendo un gruñido sordo y hueco, aguantando el dolor infernal que le traspasaba su cuerpo… las lágrimas afloraron sus bellos ojos verdes… Maldito Dudley… mejor lo hubiese matado.

Alessa se mordió los labios, pasó un dedo delineando la voluptuosidad que tenía y sonrió… pues no… no estaba nada mal, el beso había sido increíble, le había gustado… a pesar de lo poca cosa que consideraba a Harry, el beso robado había sido exquisito… y pensaba repetir.

Soltó una carcajada y tomó sus cosas… debía repetir sus deberes

En tanto…

Draco se preguntaba una cosa…

¿Qué demonios tenía que hacer Hermione ahí? Mirándolo como si el fuera un postre apetitoso, como si fuese un bombón de chocolate.

Y lo peor, que le sonreía como si nunca hubieran sido enemigos, como si siempre hubiesen llevado bien las cosas, maldita sangre sucia engreída ¿A que estaba jugando?

Draco estaba a punto de salir de la lechucería cuando ella se había aparecido, sonriente, radiante, con un maldito brillo en su mirada que no era cualquier cosa… Claro, el talismán, agotado, no tuvo la magia suficiente para saltar a su dueño… tendría que esperar.

Pero ya todo estaba hecho, esa mujer no pondría más resistencia y el elegido, el dueño de su corazón estaba ahí… Por un lado, el rubio trató de alejarse de ella, lo que menos querría es que le echaran alguna bronca por culpa de Granger…

Pero ella, no lo dejaba ir… ¿Estaba loca o qué?

-Draco – sonrió ella con una risita de bebé

-Déjame pasar – espetó al ver cómo le cerraba el paso

El TalismánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora