22: Decir te quiero

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Luna fue a la enfermería, en donde le curaron el dedo y le dieron unas pociones para aliviar la irritación, aunque le molestaba un poco la herida.

-Te daré una pócima para que bebas en la noche y por la mañana, es para aliviar las molestias provocadas por el veneno – dijo la enfermera y la dejo un momento sola…

Madame Pomfrey fue hacia donde estaban las pociones curativas, encontró la que deseaba y echó un poco en un frasco vacío… de repente escuchó que le hablaban y salió por unos momentos…

Alex no lo dudó…

Con su pócima malsana en sus manos, se apresuró a tirar la que Madame Pomfrey había echado y le puso la de él… suerte que los colores más o menos se parecían. Por lo que cuando Poppy regresó la tomo sin darse cuenta de nada y la dio a Luna.

El chico regreso satisfecho al baño y sonrió ante la imagen en el espejo

“Sigue durmiendo Alexander, que yo me encargo de nuestra vida amorosa”

Esa noche, Luna se tomo la mitad de la pócima… como se lo habían indicado… mientras que en Gryffindor, Hermione lloraba por no poder acercarse a Draco… ¡Odiaba a Alessa! Pero ya no podía tocarla o sería peor ¿Por qué Draco no gritaba a todos que a la que amaba era a ella?

Harry estaba despierto, observó la hora, eran como la una de la mañana… el insomnio le hacía que su vista nublada dependiera más de las gafas, pero le dolía el tabique nasal por la montura de las mismas…

Desesperado, se salió de la cama y dio una vuelta, sus amigos dormían a pierna suelta, Ron roncaba sonoramente, como siempre, así que arrastró su pierna y bajo las escaleras, quizás una vuelta alrededor de la sala, lo cansaría tanto para dormir…

Pronto descubrió que la sala no estaba sola, frente a una débil chimenea, una delgada figura descansaba frente a ella, entrecerró los ojos y vio que portaba un traje de Ballet, pero las zapatillas de ballet las tenía en la mano…

Alessa

Iba a dar vuelta y regresar pero ella se volvió al sentir su presencia, Harry noto que su rostro brillaba… si, se había puesto hasta el maquillaje brillante y llamativo de las muchachas que salían en los ballets…

Con todo el pelo recogido y un adorno de plumas en la cabeza que le enmarcaba y terminaba en una coronita de brillantes parecidos al diamante… era una princesita.

-Lo lamento – dijo Harry- No era mi intensión molestarte

Alessa no respondió, solo lo contempló

Incomodando a Harry por supuesto que ella lo mirara de ese modo… ¿Qué podría verle tanto? Claro… Ella se preguntaba si Harry resultaría buen novio… si a pesar de lo sucedido, de lo que tenia, podía ser tan dulce y tierno…

Su carácter era explosivo, pero dentro de él, había algo que le llamaba, y no era su fama, muy guapo tampoco era, si le quitaban los ojos esmeraldas, nada quedaba, pero… pese a todo… algo poderoso lo arrastraba hacia ella…

Se puso de pie y Harry quiso retroceder ¡Vade retro! Pero no le sirvió, sobre todo, porque con ese traje de bailarina, su delineada silueta se marcaba perfecta…

¡Bruto, terco, tonto! Se dijo Harry así mismo ¿Acaso ella tenía algún poder que lo mantenía fijo y sin moverse? ¡Corre, brinca, sal de ahí, huye de esa bruja que solo juega contigo! No… silencio, mira y suspira… pobrecito idiota ¡Tan urgido de amor que se conforma con dar una ojeada!

Casi se ríe Harry de sus pensamientos pobres… ¡Qué necesidad tenía el de mendigar migajas de amor! Habiendo tantas niñas, que andarían con el… quizás porque era famoso, quizás por lástima…

Alessa se planto frente a él, los ojos color del chocolate con vainilla se mezclaron con las esmeraldas ardientes, acarició su rostro y… se besaron… Fue irremediable.

Harry se dejo llevar… ella le comió los labios, lo sujeto con una fuerza impropia, como si no lo quisiera dejar escapar y se acariciaron con una furia incontenible, hasta que casi se desgastaron sus labios y tuvieron que respirar.

-¿Por qué me haces esto? – Murmuro Harry con sus ojos oscurecidos por el deseo

-No lo sé – Susurró Alessa tocando su rostro, como queriendo memorizar con los dedos, cada curvatura de su cara, cada centímetro de piel, los pómulos, las cicatrices… sus labios delgados y modestos.

-Por favor… deja de jugar – casi suplicó

Ella enterró su rostro en la curvatura de su cuello, como buscando consuelo, aspirando el aroma masculino tan agradable de Harry, sintiendo las pulsaciones de sus venas, la carótida que se extasiaba y golpeteaba más fuerte…

El hombro masculino, ancho y placentero, donde podía recargar su mentón, sus labios, mordisquearlo, la piel blanca de Harry (por falta de sol y un bronceado) se marcaba de inmediato con las mordidas que ella le provocaba y los chupetones.

-¡Te quiero Harry! – de repente se escuchó…

Aquellas tres palabras retumbaron en sus oídos, el moreno se quedó helado, un temblor recorrió su cuerpo, la ira lo encendió ¿Qué se creía ella para jugar tan sucio? Todo menos eso… que le dijera que lo “deseaba” que lo quería “solo para pasar el rato” o un simple acostón, era una cosa…

Pero el “Te quiero Harry” era una broma cruel y sucia que el no estaba dispuesto a permitir… la empujo con violencia y ella trastabilló al grado de caerse al suelo, mirando azorada lo que el chico le había hecho… Harry estuvo a punto de levantarla, pues no había sido su intensión…

Te quiero Harry…

Había sonado para él, tan falso, tan patético, tan ruin y asqueroso ¿Acaso acostumbraba a decirle a Draco lo mismo para mantenerlo contento?

Rabio cuando sintió el escozor en sus ojos, cuando su garganta se cerró y supo que las lágrimas hacían que sus ojos comenzaran a brillar… apretó los dientes y se mantuvo firme, controlando aquella llovizna lagrimosa.

-¿Harry? – Gimió Alessa en el suelo

-Te odio – Gruñó el chico – Te odio por ser tan cruel conmigo… por querer jugar con mis sentimientos… te odio porque me odio a mí mismo, porque yo… porque yo…

Pero se quebró y se dio la vuelta, salió huyendo de ahí, subiendo las escaleras y se encontró con la puerta de su habitación, suspiró y se limpió los ojos, respiró hondamente… No lloraría… los hombres no lloran… se aguantan…

“Te quiero Harry”

-¡Oh, Alessa! ¿Por qué me haces esto? – Gimió desesperado en la puerta - ¿Por qué no sabes amar, porque no eres sincera? ¿Por qué se te hace fácil decirme que me quieres? Se escucho tan sincero… pero sé que es tan falso como tú…

Se metió a la habitación, todo seguía igual, lentamente, se metió en su cama, se arropó y cerró los ojos, tratando de descansar… abajo, Alessa se quedo todavía un buen rato, en el piso, sin comprender lo que había pasado ¿Por qué Harry la había maltratado?

Si… sabia que lo merecía pero… pero él no… ¿Por qué Harry, porque?

Al intentar ponerse en pie, un dolor le cruzó el tobillo, taladrándole hasta la rodilla y supo en seguida que había sido al momento de caer, con la sorpresa, ni había sentido que se lo había doblado.

Le había dolido mas la actitud de Harry que otra cosa, como pudo arrastro su pie hasta su habitación para cambiarse, el pie le dolía horrores, y ya el tobillo se le había hinchado, pero se contuvo, encontró algo para el dolor y aguardó…

Lentamente cerró los ojos… procurando dormir, aunque unas lágrimas la traicionaron, relamió sus labios buscando aún el sabor de Harry… pero se había evaporado con los segundos… anhelo probar su boca de nuevo…

Pero seguía sin entender que había pasado… entonces pensó en procurar dormir…

“¡Te quiero Harry!”

Y en ambas habitaciones, los dos abrían sus ojos ¡Harry quería arrancarse esas palabras de la mente! Alessa recordó entonces la confesión y se dijo que era una tonta… No debió decirle, sobre todo porque ella… tenía novio…

El TalismánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora