15: Regresando a sus manos

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Verse a escondidas con Hermione… era toda una proeza… más para Draco, porque ella simplemente decía “¡Iré a estudiar!” y se desaparecía… mientras que Draco odiaba tener que dar más explicaciones a sus compañeros de casa que a Alessa…

Pero todo valía la pena…

Permanecer así, detrás de los campos de calabazas, bajo unos troncos gruesos, dándose besos apasionados con ella no tenia precio, el rubio cada día que pasaba, se extasiaba más con cada caricia que le proporcionaba…

Ella me miraba con adoración…

Eso le incomodaba demasiado… Porque se sentía muy culpable… es que, aún no comprendía que le pasaba a Hermy ¿Qué le sucedía? Porque lo miraba con tanto amor, sus ojos brillaban de modo inexplicable, hasta la veía hermosa.

El le acariciaba su rostro, delineaba sus ojos, su nariz, sus labios… ella dejaba que él hiciera con ella lo que quisiera, se abrazó a él, y suspiró escuchando sus latidos apoyada en su pecho.

El talismán reaccionó…

Volvió a bailotear en el pecho de Hermione… una luz interna se intensificó, pero no era visible a los ojos humanos ni mágicos… y pasó, traspasando las telas sin que ellos se dieran cuenta, de la ropa de la castaña, a la ropa del rubio.

Finalmente, esparcido su veneno, cuando la castaña ya estaba endiosada por Draco, no tenía más que hacer, no habría nada que lo pudiera romper aquel malsano hechizo… ahora, regresaba con su “dueño” y no se movería de ahí…

Hermione, como lo hemos dicho, estaba perdida…

Sin duda…

El era excelente pocionista…

Alexander había pedido especialmente al profesor de pociones Slughorn, que le prestara un momento las instalaciones, pues necesitaba preparar algo a solas… sin duda, el peso del apellido Tugwood, ocasionó que el profesor aceptara…

Se miró en un viejo espejo polvoso que había en una esquina, su reflejo negó con reproche, pero él suspiró… tomó el mortero y los frascos llenos de ingredientes… tomando solo los principales.

-Tengo que ponerte a dormir Alex – Musitó

Vertió dentro del mortero, un cúmulo de huevos viscosos en tono oscuro, como en racimos pequeñísimos de uvas, comenzó a batirlos y un líquido negruzco, comenzó a vislumbrarse, con un colador comenzó a echar los cascarones, dejando solo aquel líquido…

El olor no era muy agradable…

Recordó a Elizabeth… la recordó cayendo del puente ante sus ojos… nada pudo salvarla, el ya no pudo regresar al castillo en donde había muerto, pues su espíritu aun estaba ahí, siempre en ese puente.

-¡Nadie más morirá de amor por mi culpa! – Chilló Alexander con lágrimas en sus ojo – con esta infusión, Alex estará dormido un buen rato y me dejará en paz… dejaré de molestar a Luna, aunque no pueda volver a hablarle…

Pero no se dio cuenta…

Con sus ojos nublados en llanto, que una lágrima cayó al mortero, fundiéndose con la leche de huevo de hormigas peruanas que había batido… su imagen en el espejo, sonrió satisfecho al ver ese pequeño error…

El se limpió sus ojos y vertió la leche en un caldero pequeño que ya hervía con algunas hierbas, dándole el toque final con un poco de miel de hiedra pantanosa… lo revolvió hirvió cinco minutos y sirvió… era repugnante…

La taza estaba llena de un líquido rojo viscoso y humeante, espero que se enfriara un poco… y luego lo bebió de un golpe, hizo una mueca de asco pero se contuvo… al finalizar tuvo que hacer un esfuerzo para no vomitar.

El TalismánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora