El camino no se le hizo muy largo. Aprovechó para organizarse y prepararse mentalmente para ver de nuevo a Isaac. Se imaginó cantando, tocando la guitarra en aquel escenario del que su padre le hablaba cuando era pequeña. Se imaginó besando a Isaac...
Extrañaba mucho a ese chico, más de lo que podía siquiera explicar. A pesar del dolor que le había causado al terminarla, a pesar de no entender del todo su comportamiento, Isaac era para Sky una persona muy importante, la más importante si pensaba de más en ello, tanto así que volverlo a ver en el campamento y pasar tiempo con él se había convertido en su mayor motivación para convencerse a sí misma de que toda aquella locura valía la pena.
Dos semanas antes Sky había robado del teléfono de Riki, hermano de Mía, el nuevo número de su ex novio. Ni perdió tiempo en tratar de entender por qué Isaac ya no usaba el mismo de antes, supuso que se debía a la ruptura de ambos y a su repentino deseo de alejarse de ella yendo al campamento. No le sorprendía el hecho de no haberlo visto más desde aquel día. Isaac se caracterizaba por hacer de lado fácilmente a las personas que una vez fueron importantes para él si consideraba que estas podían herirlo en cualquier momento. Sky sabía sobre eso, lo conocía bien, y era justo por eso que no entendía absolutamente nada. Isaac se había alejado con la simple excusa de que ya no la amaba, según él quería entrar al campamento sin pareja para centrarse en su carrera musical, pero Sky podía sentir que no le estaba diciendo la verdad. Aun así, ya no había nada que hacer. Isaac estaba decidido y eso significaba que no daría vuelta atrás. Era terco, mucho. En eso él y ella se parecían bastante.
Riki ni siquiera notó la acción de Sky, así de despistado era cuando jugaba online. Por eso ella aprovechó el momento para desbloquear su teléfono (por suerte sin contraseña) y buscar por sí misma el número. Sabía que Riki debía tenerlo porque tenía entendido que todos los del campamento, incluso los que eran rivales en competencia creaban una afinidad. Sus sospechas se confirmaron al agendar al fin otra vez a Isaac y una vez sola en su habitación le escribió con una sonrisa fija en el rostro. Sky quería jugar con él, picarlo. Existía la posibilidad de ser bloqueada, lo tenía claro, pero el conocerlo tan bien hizo que se lanzara a enviarle aquel mensaje acompañado de una foto de sus pechos, esa tarde, mientras The Neighbourhood sonaba de fondo.
"Iré por ti al campamento".
Obviamente Isaac reconoció de quién era el mensaje, mas no le creyó. Ni siquiera se había tomado la molestia de contestarle, pero lo había visto y a ella con eso le bastaba. Su ex tenía la manía de subestimarla, no esperaba en absoluto que durante esa tarde de verano, Sky llegara al famoso campamento.
—Es aquí, señorita. No me permiten la entrada así que debe caminar desde este punto —el chófer interrumpió sus pensamientos y Sky, sin haberse ni dado cuenta de que se había detenido el auto miró el tramo de bosque que le quedaba por delante hasta el campamento. Apenas y podía ver algo de lo oscuro que estaba el camino, y eso que aún no anochecía.
—¿No me puede acompañar? —puso ojos de súplica mientras tomaba sus cosas y se mantuvo de pie afuera de la ventana del hombre, rezando para que accediera porque por más valiente que se considerara, los bosques daban bastante miedo a esas horas.
—Lo siento. ¿Ve la raya de color púrpura en el suelo? —la chica miró y asintió lentamente. Le parecía muy rara la situación. ¿Qué hacía una raya en el medio de la nada, a varios metros de la entrada del campamento?—. Hasta ahí puedo pasar. Los autos no autorizados no pueden seguir porque los multan. Pasa igual con las personas. Usted tiene el pase en el cuello, dado por sus padres, pero yo no.
En realidad, aquel pase había sido robado de las cosas de su padre, pero ese era un dato que Sky prefería omitir.
—Yo le pago la multa. Por favor, esto pesa —lloriqueó cuando se le cayó uno de sus bolsos.
—Yo te ayudo —una tercera voz se escuchó desde no tan lejos y Sky buscó por todos lados al dueño.
Porque sí, obviamente era la voz de un chico.
—¿Dónde...?
—Puede irse, señor. Nosotros ayudamos a la señorita desde aquí. Será un placer tenerla en el campamento —dos chicos se acercaron desde el bosque.
El que habló tomó dos de sus pesados bultos desde atrás y justo cuando Sky se fue a girar a ver su rostro, el otro, delante, intentó tomar su guitarra.
—No... gracias. A "Cloud" solo la cargo yo —habló ella, algo nerviosa al ser la única mujer en ese espacio. Esperaba que el campamento al menos contara con profesoras o empleadas.
—"Cloud", bonito nombre para una guitarra.
—Gracias —respondió secamente, ocultando su nerviosismo.
El susodicho traía el cabello rosado, casi fosforescente, y se amarraba algunos mechones en una pequeña cola de caballo. Tenía la piel muy blanca, sin imperfecciones. Tres piercings se lucían en cada una de sus orejas y uno en medio de su labio inferior. Sonreía de bonita manera, pero en sus ojos Sky podía ver una oscuridad que la perturbaba. Estaba vestido totalmente de negro a excepción de un pañuelo púrpura en el cuello.
—Soy Daniel, y ese de atrás tuyo es Benjamin —al escuchar su nombre el segundo chico pasó adelante, parándose al lado de su compañero.
Se proyectaba mucho más amigable. Cabello castaño, largo, con mechones teñidos de un amarillo gastado. Su rostro lucía algunas cicatrices, pero la atención se la llevaban sus gruesos labios y esa encantadora sonrisa cuadrada que hizo sonreír con tranquilidad a Sky. Este también vestía de negro, pero en lugar de pantalones traía una larga falda de tela que a sorpresa de la chica le quedaba muy bien.
Luego de un corto silencio el auto se fue sin más y ambos chicos comenzaron a caminar rápidamente, así que ella se limitó a seguirlos.
—Gracias chicos. Son muy amables, en serio.
—Es un placer, Sky —soltó de pronto el castaño, Benjamin, y ella se detuvo al instante sintiendo el miedo invadir su cuerpo.
Él también se detuvo, mientras el otro seguía hacia la entrada. Se giró sonriéndole de forma aterradora. A Sky no le había pasado desapercibido el tono de burla en su voz al mencionar su nombre.
—¿Cómo sabes...?
—¿Tu nombre? Tranquila. Aquí todo el mundo sabe quién eres. Al menos nuestra banda sí te conoce y muy bien. Lindos pechos, por cierto.
Benjamin sonrió al decir aquello y sin importarle el estado de estupefacción de la chica comenzó a avanzar hacia la entrada, donde ya se encontraba su compañero. Parada en medio del oscuro camino, Sky se encontró paralizada. Su corazón latía con fuerza y su cabeza comenzaba a doler. De pronto el bosque dejó de darle miedo. Ahora temía más a ese chico. Y al otro. Y al hecho de que Isaac le había mostrado aquella foto a todo el maldito campamento.
—¡Vamos, camina! ¿O prefieres dormir afuera con los osos? —El chico de pelo rosa a diferencia del otro, no se divertía con el estado de pánico de Sky.
—¡Sí, vamos cielito! —se burló Benjamin y Sky al fin se dispuso a caminar porque, de todos modos, no podía quedarse a dormir en el bosque.
Su garganta estaba seca, tragaba y tragaba saliva, y apretaba sus manos con rabia. Se sentía hirviendo por dentro. Aquello no lo esperaba en absoluto. Isaac tenía mil defectos, pero ella podía jurar que no era capaz de semejante acto tan bajo. Se arrepentía en ese instante de todo. De haber mandado el mensaje, la foto... incluso de haber ido al campamento. Pero al respirar profundo un par de veces entendió que no valía la pena agobiarse por algo que no podía cambiar. Eso sí, no iba a regresar a casa, no sin antes verlo. Necesitaba hablar con Isaac urgentemente, ahora más que nunca.
El campamento era muy parecido al de las fotos que su padre le mostraba cuando era una niña, aunque eso sí, era difícil fijarse en detalles porque el camino carecía de iluminación. Solo unos cuantos puntos aleatorios eran bendecidos por rústicos postes de luz. El lugar se mantenía silencioso y solitario, y largos minutos después su única compañía seguía siendo el molesto Benjamin y el misterioso Daniel. A Sky le asombraba el hecho de que nadie estuviera ahí para recibirla, ni siquiera un guardia de seguridad. ¿Acaso cualquiera podía colarse en el campamento?
—¡Isaac es tan afortunado! —gritó Benjamin de pronto, sacándole tal susto a la chica que hasta el serio Daniel comenzó a reír. Ella simplemente se limitó a ignorar la grosería de ambos y suspiró cansada.
—Puedo seguir sola desde aquí.
—Oh, creía que te había comido la lengua el ratón —el castaño le sonrió mientras Daniel la sorprendía con su obediencia.
Nada más escucharla, el del pelo rosa dejó los bolsos en el suelo y siguió su camino en silencio, no sin antes encender un cigarro y verla de arriba a abajo con esos ojos gatunos que parecían juzgarla todo el tiempo.
—¿Puedes dejarme sola? Por favor. —Solo quedaba Benjamin molestando a sus espaldas, así que mientras agarraba sus maletas del suelo Sky intentaba sin éxito alguno que este se fuera con su amigo.
—Oh, cielito no me trates mal, por favor. —El chico fingía estar dolido de la forma más dramática posible.
—No me llames así, imbécil. Y por favor aléjate ya de mí.
—Buscas a Isaac, ¿verdad?
Con aquel simple comentario, Benjamin logró ganarse toda la atención de la chica en un momento. Al girarse, Sky se topó con una sonrisa descarada, de burla. Se fijó un poco más a detalle en él ahora que la luz de uno de los postes le daba directamente. Sus carnosos labios estaban secos y su respiración muy agitada. Ella pensó en la posibilidad de que quizás, toda esa actitud de graciosillo era para tapar su nerviosismo.
—Si te digo que sí, ¿me dirás dónde está? —Sky notó el brillo de diversión en los ojos del chico y al no obtener una respuesta inmediata observó sus inquietas manos. Benjamin jugaba ansioso con sus dedos, traía los nudillos lastimados y un par de heridas como las del rostro, casi cicatrizadas. Sky comenzó a cuestionarse entonces, cómo se había hecho daño.
—Puede... pero cielito, un pequeño consejo si quieres durar un tiempo aquí: nada es gratis. Daniel y yo trajimos tus cosas por el tan oscuro y peligroso camino, nos debes algo a cada uno ahora. Y si quieres saber dónde está Isaac tienes que-
—¿Y esta sorpresa? —Un chico muy delgado y con el cabello rubio caminó hacia ellos, interrumpiéndolos, y al llegar pasó su brazo por los hombros de Benjamin. Dio una repasada de arriba a abajo a Sky sin disimular para nada y sonrió casi igual que su amigo: de forma perversa.
—K, ella es mi cielito.
Sky puso los ojos en blanco al escuchar a Benjamin y decidió seguir adelante sola. No podía perder el tiempo, necesitaba establecerse. Aunque su seguridad duró poco al sentir cómo sus bolsos se caían luego de intentar cargarlos todos a la vez.
—¿A dónde irás, hermosa? ¿Estudias música?
—Esto es un campamento de música, ¿o no? —respondió ella, harta de la presencia de aquel castaño insoportable.
Cuánto se había equivocado con la primera impresión.
—No para chicas, eso es seguro —esta vez habló el rubio, ese tal K. A pesar de sus burlas ambos se acercaron a ayudarla—. Es un poquito grosera tu amiga, ¿no Ben? Quizás haya que enseñarle con quién está hablando.
—Es la noviecita de Isaac. Solo por eso no le he dado una buena bienvenida al estilo "Jet Black Heart".
Al escuchar aquel nombre salir de los labios de Benjamin, Sky recordó las palabras de Mía. "Jet Black Heart" era la banda de Isaac. Entonces, aquellos chicos pertenecían todos a la misma, eran los líderes del campamento.
—Ya que parecen tan cercanos a mi ex, ¿serían tan amables de decirme dónde mierda está?
—Tranquila, está justo detrás tuyo.
Sky se quedó paralizada nuevamente. De inmediato los dos chicos la dejaron ahí y se fueron corriendo. Ella solo intentó calmarse, porque por más que creía estar lista para ver a Isaac de nuevo... no lo estaba.
Al girarse lo comprobó. Una sonrisa automática salió de sus labios, pero Isaac no lucía particularmente feliz de verla.
—Sorpresa —susurró ella, privándose de sus ganas de abrazarlo.
No podía mentirse a sí misma. Estaba enojada, sí, pero estaba muy feliz de verlo también. Isaac seguía atrayéndole igual o más que el primer día. Incluso con esas ojeras que llevaba ahora, su rostro perfecto y sus hoyuelos seguían siendo irresistibles.
Sky se mantuvo unos segundos apreciando el semblante oscuro del chico, esa expresión fría que siempre traía fija. Nunca había podido deducir sus emociones. Isaac era el mejor en el arte de ocultar el color del alma.
—¿Cuán desesperada estabas por verme, Sky? No deberías estar aquí —susurró el chico al acercarse, tomando el brazo de ella con fuerza para acercarla un poco hasta su altura. Había ganado músculo, aunque su complexión delgada no dejara verlo.
—Lo sé, pero, Isaac, yo quería verte. Me sentía muy sola. También quería conocer el campamento... oye, ¿mostraste a los de tu banda la foto que te envié en el chat? —Aquello llegó a la mente de la chica de pronto. Alcanzó un poco de cordura al hacer de lado el hecho de que Isaac estaba otra vez cerca de ella. La emoción no podía ganar ante lo que supuestamente estaba mal hecho.
Eso era algo grave, era una violación de su intimidad, y ni siquiera a él debía dejárselo pasar.
—Ven conmigo —soltó de pronto Isaac ignorando su pregunta, hablando bajo y guiándola junto a él por el camino. La actitud de su ex novio era confusa. Sky solamente esperaba el momento en el que al fin pudieran estar solos en algún sitio tranquilo para hablar las cosas—. No puedes estar mucho tiempo aquí afuera, menos de noche. Ya casi comienza...
Las manos de Isaac estaban heladas y sudorosas. Sky comenzó a asustarse por la desesperación que él le contagiaba.
—¿Qué? ¿Qué comienza? ¿Qué mierda les sucede a todos aquí? Incluso tú, todos están actuando raros.
Isaac cargó sin esfuerzo las cosas de la chica y la adentró junto a él a una de las cabañas, la suya. Cerró la puerta con lo mismo que abrió, una tarjeta, y encendió las luces luego de cerrar las cortinas de las ventanas. Un buen susto se llevó Sky al ver a Daniel sentado en la cama, mirando a un punto fijo en la pared.
—Sky, escucha, este campamento no es lugar para ti. Menos si tus padres no están. Menos este año. ¡Maldita sea, tenías que venir este año, entre tantos!
—Isaac... él...
—¡Olvídate de él, es el único en quien confío aquí dentro! Sky, tienes que irte mañana mismo. ¿Tienes dinero? Te acompañaré a la carretera. Toma algo de vuelta y no regreses. Debes irte, por favor.
—¿Qué mierda te sucede? Me estás asustando.
—Niña, no seas estúpida —los interrumpió Daniel, bufando molesto—. Vete antes de que te vea alguien que no sea de nuestra banda. Al ver tu guitarra supongo que sí piensas cometer una locura.
—¿Qué locura? ¿De qué hablan ambos?
—No participes en la batalla, Sky. No vayas a las clases. No es lo que parece. Aquí el talento no sirve de nada.
—Líder, cinco minutos —interrumpió Daniel otra vez, justo después de apartar un poco las cortinas y mirar por las ventanas.
Isaac abrazó a la chica al escuchar a su compañero. Un abrazo rápido pero cálido, que la hizo suspirar. La apretó contra su cuerpo y por unos segundos Sky recordó cuánto solía hacerlo antes. Ese era el mismo chico del que se había enamorado, no había cambiado. Sus abrazos seguían haciéndola sentir como si nada más en el mundo importara.
El sonido de unas risas y silbidos se escuchó de pronto, proveniente de dos sitios a la vez. Algunas desde el otro lado de la puerta de la cabaña, otras desde el camino, desde el espacio que se apreciaba por la ventana. Daniel caminó nervioso alrededor de la habitación, Isaac maldijo y comenzó a rebuscar algo en los cajones.
Ante los ojos de una sorprendida Sky, Isaac tomó un sucio cuchillo, y el otro chico un ensangrentado bate. Ambos se miraron entre sí como si con eso se dijeran algo en secreto. Isaac se acercó nuevamente a ella.
—Sky, yo...
Antes de que él pudiera decir algo más, una voz se escuchó desde detrás de la puerta de la cabaña, por encima de las risas y provocaciones de varios chicos a la vez.
—¡Isaac, aléjate de ella ahora mismo!
—Mierda, creo que ya lo saben, líder. Incluso tienen al tonto de Benjamin —Daniel se veía nervioso, descontrolado.
—Sky, por favor perdóname. Tenía que haber evitado a toda costa que vinieras. Te juro que no soy un asesino, pero mataré a quien sea que intente hacerte daño a partir de hoy, me oyes, nadie va a tocarte. Nadie se acercará a ti.
—¿Qué? Isaac no entiendo nada —los tres estaban desbordados en desesperación.
Sky quería entender, pero con cada segundo que pasaba se sentía más perdida. Aún no podía creer que todo eso estuviera pasando. No podía creer que Isaac tuviera un arma blanca en sus manos, que estuviera pensando siquiera en matar a alguien. Había escuchado tantas veces de sus labios el juramento de que mataría por ella, pero jamás pensó verlo tan dispuesto a cumplirlo.
—Escuches lo que escuches ahí fuera, no te asomes, no respondas. No vayas, aunque alguien te llame, ¿me entendiste?
Sky asintió, observando como el chico que amaba se llenaba de rabia en segundos. Su pálido rostro estaba enrojecido y su respiración agitada. Su presión debía de estar subiendo, pero nada parecía detenerlo a ese punto.
Ambos miembros de la banda salieron luego de comprobar por la ventana que los de afuera se habían agrupado un poco más lejos de la puerta. Sky estaba sola, y aunque escuchaba alguna que otra voz no podía distinguir lo que sucedía fuera de la cabaña. Decidió acercarse a la ventana y sin querer corrió la cortina, apoyándose en ella cuando tropezó con una pequeña flauta en el suelo. Observó el instrumento, tenía unas letras plasmadas y salpicaduras de lo que parecía ser sangre.
Perdedor.
Tragó saliva, todo era demasiado para procesar. Decidió hacer caso a Isaac como único recurso gracias a su pánico. Mantenerse a salvo al menos hasta que alguien le explicara por qué ese sitio de pronto parecía una maldita película de terror era lo más cuerdo, pero justo al sentarse en la cama para respirar hondo y pensar, escuchó una voz llamarla a gritos desde afuera.
—¡Sky, te habla Ethan March, líder de "Blockbuster"! Si gano hoy vendrás conmigo, ¿me oyes? ¡Estás del lado equivocado del juego y te lo voy a demostrar!
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Aquel Último Verano
Mystery / ThrillerSky Davies tiene un único propósito de verano: reencontrarse con Isaac, su ex novio, en aquel campamento en medio de un bosque en Columbia Británica que lleva su mismo nombre. Con eso en mente, emprende camino hacia el sitio esperando pasar por prim...